Capitulo 12

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Oyeron golpes en la puerta, había llegado la madre de Miguel para cuidar a Gabi en lo que ustedes tenían su cita.

—Buenas tardes— abriste la puerta y saludaste a tu suegra antes de invitarla a pasar. Miguel había calentado un poco de agua para ofrecerle un té.

—Amor, deberíamos ir a cambiarnos, la reservación es para dentro de una hora— asentiste a sus palabras.

—Pero ¿A dónde vamos? No sé si traje ropa apropiada— dijiste pensando en la ropa que habías dejado anteriormente en el ropero de Miguel. Él siempre optaba por lugares elegantes y no sabías si tenías una vestimenta adecuada.

—No te preocupes, te conseguí algo, lo vi y pensé que te quedaría bien. Espero haberle dado al talle— respondió.

—Esperemos que te quede, Miguel es terrible escogiendo ropa, me llevo el mérito de haberlo ayudado— dijo su madre, le sonreíste.

Fueron hasta el cuarto, Miguel cerró la puerta. Abriste la bolsa y sacaste las prendas que escogió para ti, efectivamente eran de tu talla. —Amor... gracias— le agradeciste dándole un abrazo y un beso corto.

—Espera, eso no es todo. Hay más— dijo él, buscaste al fondo de la bolsa.

Sacaste un conjunto de ropa interior de encaje, tu rostro se tornó rojo —Esto no lo escogió tu madre ¿O si?—

Miguel se rió y negó con la cabeza —No, fue elección mía. Quiero aprovechar cada segundo que pueda estar a solas contigo—. Te mordiste el labio, ya te estabas imaginando cómo acabaría la noche y lo que se traía entre manos.

Ambos terminaron de vestirse y se despidieron de Gabi y la abuela antes de salir. Se subieron al auto y Miguel condujo hasta uno de los hoteles más lujosos de la ciudad.

—Amor, si tu plan era acostarnos no era necesario gastar en el hotel más caro. Con un motel de mala muerte o la parte atrás del auto me conformo— Tus ojos no dejaban de vagar por las luces y decorados a medida que entraban por el recibidor una vez que entraron.

—Mereces más que un motel de mala muerte, además acostarnos no es mi plan... o por lo menos no en su totalidad. Vamos— te tomó del brazo, llevándote hasta el restaurante del hotel en donde tenían reservada una mesa.

Había muchos cubiertos alrededor del plato y un menú de varios pasos, música en vivo y demasiadas cosas elegantes que no habías visto en tu vida. —Empiezo a pensar que te pudres en dinero—

—Solo lo suficiente— te sonrío de forma traviesa.

Ordenaste tus platos en orden, la entrada, plato principal y postre entre tantas otras opciones entre medio. Miguel te explico brevemente cómo usar los cubiertos. Le dijiste que la próxima cita será en el McDonald's y ordenarías la piscina de Cheddar para poder verlo con los dedos embadurnados en queso y sin tanto protocolo de etiqueta, accedió. Podrían comprarle una cajita feliz a Gabi.

—Sabes, me siento culpable por haber dejado a Gabi en casa. Hace dos días que no estoy con ella, no quiero ser un mal padre, pero al mismo tiempo siento que no te dedico el tiempo suficiente como pareja y tampoco quiero ser un mal novio—

Le tomaste la mano —Amor, no eres un mal padre ni un mal novio. Está bien que te tomes un tiempo para ti y que trates de distribuir tu tiempo en nosotras. No te preocupes. Ya mañana podrás estar con Gabi. disfrutemos este tiempo ahora, lo mereces.—

Llegó tu plato de entrada y el tamaño te pareció gracioso, esperaste que el plato principal sea más grande que eso. Por suerte así fue.

Concluyeron comiendo el postre, tus mejillas estaban en un tono rosado, habías bebido una botella de vino junto a Miguel y el alcohol te hacía sonrojar.

La madrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora