Capitulo 2

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Todos los días me sentaba en una silla  a vigilar aquella persona desde mi ventana, me parecía curioso que no saliera de esa casa un poco tenebrosa solo podía visualizar una pequeña y débil luz que se observaba desde la planta baja sin duda alguna era muy curioso.

Mientras observaba divagaba en mis pensamientos, mi padre quiere que vuelva  a casa dice que no le agrada este barrio muggle pero a mí me gusta me da mucha paz todo está en silencio uno que otros niños juegan en las calles. Pensé en el profesor Snape, casi siempre por el profeta lo mencionan como agradecimiento por el labor que realizó, el fue muy valiente, pero sinceramente no podía borrar de mi memoria su rostro era tan agraciado tenía algo que me parecía muy atractivo su aura tan oscura cuando me impartía clase, el modo en que caminaba tan elegante pero a la misma vez con dominio y autoridad, no sé cómo no lo pude notar en mi época de estudiante quizás por qué lo miraba como mi profesor y no más haya que una relación entre alumna y docente.

Será prudente que lo busque para charlar un poco con el, dudo que él quiera tener mi compañía siempre fue un hombre solitario, quiero conocerlo más puedo decir que quiero algo más con el como una relación pero no creo que él quiera estar conmigo además el ama a la mamá de Harry Potter aún en su muerte la sigue amando eso todo el mundo mágico lo sabe.

Me siento exhausta de mucho trabajo al menos ya estoy descansando no puedo dejar mi curiosidad en saber quien habita esa temible casa, me siento aburrida pero no quiero salir, tengo tanta curiosidad del profesor así que busque entre unos ejemplares del profeta sobre en dónde habita mi ex-profesor.

Luego de revisar como unos quince ejemplares llegué a uno que bajo su foto tan atractivo rezaba una frase:

"Severus Snape uno de los héroes de la guerra mágica disfruta de sus vacaciones y ante a ello su recuperación en su casa de residencia en  Spinner's end"

Me sorprendió saber que vivíamos en el mismo lugar quizás esa casa es la que él está habitando, lo tengo que saber necesito encontrarlo.

Así que sin más preámbulo busque en mi cocina y tenía unas galletas que compre esa sería una buena excusa para saber quién es el misterioso vecino de enfrente, alisté las galletas muy presentables y me coloque mi abrigo y salí de mi hogar tenía muchos nervios algo me decía que era el, cruce la calle y por fin llegué a la casa toque dos veces la puerta con delicadeza y esperé impacientemente.

Pasando unos segundos algo se movió detrás de la puerta y está se movió un poco. Un hombre me observó desde la
rendija, un hombre con dos largas cortinas de pelo negro y lacio que enmarcaban un rostro amarillento y unos ojos también negros me observaron con curiosidad.

—Profesor, ¿Es usted?
Mis manos me sudaban era el, el mismo severus snape.

—Señorita Fawley.

— Es evidente ¿No lo creé?
Lo dijo mientras alzaba una de sus cejas.

—Si profesor, pensé que era otro vecino y vine a darle la bienvenida no me esperaba que sería usted.

—Señorita yo vivo aquí desde hace mucho tiempo, ¿que desea?

—Bueno yo le traje esto, son unas galletas.
Le dije mientras extendía la caja de galletas pero el no las tomo.

Si y ¿Cómo sigue profesor?
aún seguía en la puerta deseando que me dejará entrar.

Siento decirle que no es de su incumbencia.

—Claro que si lo es señor yo lo atendí en San Mungo y estuve al pendiente de usted y como medimaga que soy le exijo que me diga.
Note como el comenzaba a irritarse su ceño fruncido.

Pase, no se me es común ventilar mis problemas ante mis vecinos.

Abrió más la puerta y entré con una pequeña sonrisa de satisfacción.

Entré y me encontraba en un pequeño y oscuro salón cuyo aspecto recordaba el de una celda de
aislamiento. Las paredes estaban enteramente recubiertas de libros, la mayoría encuadernados en
gastada piel negra o marrón; tres sofá raído una butaca vieja y una mesa desvencijada se encontraban reposando unos pergaminos.
En un charco de débil luz proyectada por la lámpara de velas que colgaba del techo. Reinaba un ambiente de abandono, como si aquella
habitación no se utilizara con asiduidad.

El profesor Snape hizo un ademán invitandome a sentarme en uno de los sofás y al igual el se sentó en otro sofá quedando de frente me sentía un poco incómoda pero a la misma vez muy curiosa por el ambiente, el me observaba con desdén y se aclaró su voz para hablar.

—Estoy bien si eso es lo que quería saber.

—Su herida, ¿profesor?

—Bien.

—Me da el permiso de verla.
Me dió un poco de nervios preguntarle.

Si.
Hablo con pocos ánimos.

Me acerque a el lo curioso es que está vez no estaba con su habitual levita al contrario llevaba una camisa de vestir manga larga negra la cual empezó a desabotonar dos botones. Me incliné para observar su herida en el cuello inmediatamente sentí su aroma tan penetrante, tan varonil. Estaba muy nerviosa pero me concentré lo más que pude con mi mano retiré un poco de su cabello y observé que la herida ya estaba cicatrizada solo necesitaba una última poción para sanar completamente. Me percaté que el  observaba mi rostro seriamente y no pude evitar sonrojarme, me separé de él y le comenté que estaba muy bien su herida.

—Ya es hora de irme profesor.

—Señorita Fawley
Lo dijo mientras con un seco movimiento de cabeza acento.

Me levanté inmediatamente de mi asiento y camine hacía la salida, el solamente se quedó sentado en su sofá sin decirme más, cerré la puerta y camine lentamente hacía mi casa, al llegar a mi habitación me he dado cuenta que no le entregué las galletas, me regresé inmediatamente y volví a tocar la puerta del profesor Snape pero está vez note que me abrió la puerta con irá.

—¿Y ahora que Fawley? 
Note que detrás de el había una sombra debido a la lámpara creo que tenía visitas.

—Estas galletas son suyas...
Le extendí las galletas y el solo me miró con desden.

—No quiero sus mugrosas galletas Fawley, puede retirarse.
Fruncí mi seño al escucharlo tan cambiado hace pocos minutos me habló con un poco de amabilidad.

—Pero profesor yo se las tra....
No pude terminar de decirle mi oración cuando me dijo en tono muy alto

—¡Vete!, ¡no quiero tus asquerosas galletas Fawley, entiende!!

Inmediatamente cerro la puerta en mi rostro una ola de irá y ganas de llorar me inundaron, camine hasta mi casa inmediatamente tire las galletas hacía una pared, la caja de las galletas rebotaron en la pared y así cayendo al piso.

—¡Viejo tonto con razón nadie lo quería en Hogwarts!!

Expresé con furia mientras  recogía nuevamente las galletas, no me gustaba ver desordenado, me levanté del piso y las coloque en la basura.

Me asomé un poco a la ventana de la cocina y note que estaba observando mi casa desde una ventana vieja.

—¡Que miras viejo idiota!!

Susurré para mí misma mientras empezaba a lavar unos platos.

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Hola, volví después de tanto tiempo. 🤍

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⏰ Última actualización: Jul 10 ⏰

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