Cayendo dentro de ti
Pedro me baja lentamente, y siento su erección mientras mi parte frontal se desliza contra la suya. Giramos de nuevo, y yo camino hacia atrás, hacia su habitación, mi respiración transformada en jadeos
superficiales.Su mano se enrosca alrededor de mi cintura, pero me alejo de su toque. Frunce el ceño con confusión, y luego se despeja cuando bailo unos pasos más atrás, luego envuelvo mis dedos alrededor del dobladillo de mi camisa. Me la quito rápidamente, la dejo caer al suelo entre nosotros. Pedro se dobla y la levanta sin perder el paso o contacto visual, levanta la tela a su cara y huele. Me río, y luego llego a mi espalda y deslizo hacia abajo la cremallera de mi falda, deteniéndome en la puerta de su habitación. Se detiene en el pasillo, fuera de alcance, la camisa cerrada en un puño su otra mano presionada plana contra una pared. Su amplio pecho y caderas magras se perfilan por el suave resplandor fluorescente blanco de la cocina, y mi boca se seca a la vista de él, fuerte, masculino y delicioso. Oscilo mis caderas, mordiéndome el labio, y dejo que la falda caiga a mis pies, y ahora estoy vestida con sólo el sujetador y la ropa interior. Observo cómo sus vaqueros se abultan notablemente en la cremallera, tensados por la excitación.
Sus ojos están encapuchados, entrecerrados, primitivos, hambrientos.
Desengancho mi sujetador, una anilla a la vez, luego, deslizo una tira, dejando caer el sujetador colgando de un dedo delante de mí. Pedro retumba profundo en su pecho, un sonido de aprobación pura.
Mi piel se tensa, mis pezones guijarros duros bajo su mirada arrebatadora. Me quedo parada y dejo que mire. Da un paso hacia adelante, y quiero ir hacia la cama, acostarme para él, retirarme de la cruda intensidad en sus ojos, pero no lo hago. Me quedo en el lugar y levanto la cabeza para mirarlo a los ojos hasta que él está de pie sobre mí. Nuestros labios están a centímetros de distancia, pero no nos besamos. Puedo sentir su aliento caliente en mi boca, y quiero sentirlos sobre mí, pero no me muevo.
Espero.
Y entonces no puedo soportarlo más. Tiro de su camisa, imitando su acción de oler, y oh dios mío, huele increíble, como él, familiar y reconfortante y exótico.
Entonces arrastro mis dedos por su pecho, deteniéndome en el camino de pelo oscuro en su vientre, dirigiéndome bajo sus pantalones vaqueros. Desabrocho el botón, bajo la cremallera, dejando que mis nudillos rocen su excitación a través del algodón de su ropa interior. Miro hacia abajo, ahora y mi vientre tiembla a la vista de de los calzoncillos grises de algodón estirados por su eje, un punto de humedad esparcida donde su punta presiona contra el tejido.
Él patea sus pantalones, y ahora los dos estamos en tan sólo la ropa interior. Ya casi, casi desnudos el uno al otro.
Deslizo mis dedos debajo de la cuerda de mi tanga rosa brillante, lo bajo ligeramente.
— Para. Déjalo. —La voz de Pedro es baja y gruñona. Me detengo.
Consiento de inmediato, dejando mis manos caer sueltas a los lados. No estoy segura de por qué, pero es caliente cuando él ordena a mi alrededor así. Siento un cosquilleo en el vientre, un temblor en mis piernas. Aprieto mis piernas, tratando de calmar el dolor entre ellas, pero es inútil. Él cierra la brecha así que mis pechos rozan su pecho, su erección presionando contra mi vientre. Levanto mis manos para tocar sus hombros, deslizándolas por su espalda, acercándolo más. Él se inclina y me besa, suavemente al principio, con ternura. Me derrite, me ablanda, me deja débil y jadeante por la delicadeza de su beso. Tengo que agarrar su cintura para no caerme.
Mis manos están explorando el borde de su cintura donde la piel encuentra el algodón, me levanto de puntillas para profundizar el beso y empujo bajo el elástico para acariciar su atractivo duro culo, vagando por los globos de músculo con las dos manos. Él gruñe en el beso, y una de sus manos se extiende por mi espina dorsal justo por encima de mis caderas, la otra tocando la cintura y vagando hacia arriba, arriba, sobre mis costillas... hasta mi pecho. Su palma rugosa cubre mi pezón, enviando espasmos a través de mí. Me arqueo en su palma, agarro su culo con mis uñas, recorriendo su boca con mi lengua.
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La calma que necesitaba
Teen FictionEntre todo el dolor que causó la tormenta fuiste el que me curo