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Midorya Izuku

°°°

— Kacchan... Kacchan... ¡Kacchan, espera! — Gritaba pero aún así el cenizo se negaba a escucharme.

— Date prisa, Deku, ya casi llegamos. — Fue su respuesta haciéndose paso entre la maleza.

— Espera, Kacchan... — Mi voz salía entre cortada debido a lo agitada que estaba mi respiración por corre tanto — Los demas se quedaron atrás... no recuerdo este camino... ¡Kacchan!

Él hizo un ademán de darse la vuelta para mirarme, pero para cuando lo hizo fue muy tarde, mi pie se había enredado entre las raíces; los últimos días había estado lloviendo mucho por lo que el terreno era inestable y al perder el equilibrio caí por lo que a mí me pareció un barranco llenando todo mi cuerpo de pequeñas heridas.

— ¡Deku! — Escuché a mi amigo gritar con preocupación, mi cabeza dolía muchísimo por los golpes y al parecer no pude mantenerme consciente.

°°°

Para cuando desperté me encontraba en mi habitación, todo se veía aún borroso debido a las pequeñas lágrimas acumuladas en mis ojos. Tras limpiarlas finalmente pude ver bien el rostro de Kacchan en el techo, se veía tan hermoso, justo como lo recordaba.

— Kacchan... — Susurré con voz cansada, la cual sonó mucho más grave de lo que esperaba, miré a mi alrededor y mi corazón se llenó de paz al ver a Kacchan por todos lados. — Haaaa... otra vez el mismo sueño. — Dije y suspirando me levanté de la cama.

Como de costunbre me había levantado mucho antes de que el despertador suene, ya ni siquiera sabía porqué me molestaba en programarlo cuando siempre me levantaba temprano.

Aún con pereza caminé hasta la puerta y tras salir de la habitación me encontré con la enorme sonrisa de mi madre.

— Izuku, buenos días. — Saludó terminando de poner los platos en la mesa.

— Buenos días, mamá. — Respondí mientras bostezaba.

— Te veo cansado... — Dijo examinandome de arriba a bajo — ¿Otra vez te quedaste hasta tarde leyendo? — Su tono de voz sonó acusatorio mientras se cruzaba de brazos.

— ¡C-Claro que no, mamá! — Negué rápidamente con mis manos, mintiendo descaradamente, y es que no podía evitarlo, recién ayer había comprado el último tomo de mi manga favorito y me era imposible cerrar los ojos hasta terminarlo.

— Izuku... — Repitió observandome con los ojos achinados con una clara expresión de "No me lo trago".

¿En verdad soy tan malo mintiendo? Bueno... un poco sí.

— Emm.. ¿Ya está el desayuno? — Pregunté cambiando de tema lo que provocó un suspiro por parte de mi madre tras asentir. — ¡Que bien, muero de hambre!

Me dirigí rápidamente hacia mi silla en la mesa tomando asiento para empezar a llenar mi boca con arroz, mamá y yo desde hace mucho vivíamos solos por lo que nada más habían dos sillas en la mesa y cada cual poseía la suya, no porque hubiésemos decidido a quien le pertenecía cada lado, sino porque con el tiempo nos habíamos acostumbrado a sentarnos en el mismo lugar de siempre.

— Hoy es tu primer día de clases, Izuku — Me regañó sentándose frente a mí para tomar también de su desayuno. — Te dije que debías descansar para que no te sientas fatigado durante el día.

— Perdón mamá — Me disculpé encogiendome de hombros, lo cual mi madre vio bien y continuamos hablando con normalidad de cosas triviales hasta que terminamos el desayuno.

Watashi ga Kita (DekuBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora