Zulema Zahir.

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Un paso.

Un suspiro.

Una mirada.

Alzo la vista para encontrarme con unos ojos verdes que me miraban desde arriba, siendo yo consciente de que mis manos encadenadas y los funcionarios a mi al rededor que me guiaban y marcaban como presa peligrosa, solo se debían al juego de quien abandonaba antes la jaula, y como siempre, el animal puesto en libertad, no sabe sobrevivir. En mi caso, fui cogida por los policías antes de salir del país.

Un par de años más a mi condena, supongo, no marca la diferencia.

Sigo mi camino hasta llegar a mi celda, ignorando a las presas a mi alrededor e intentando encontrar la paz que se me había sido arrebatada desde el momento en que me encontré con cierta peli-negra en esta cárcel.

Me quitan las esposas, sin decir ni unas palabra el funcionario que me estaba acompañando, se fue, dejándome sola en la celda de cuatro camas, todas vacías, me dejo caer en la cama a sabiendas que ella entraría en cualquier momento, suspiro y me preparo.

Uno... dos, y... tres.

—Tú... —. Entra la reina mora en todo su esplendor, con una rabia en sus ojos que haría temblar hasta al más valiente, pero yo ya estaba acostumbrara a la tormenta de sus cambios de humor.

—Yo. — digo en un susurro, levantándome de la cama para encararla, alzando la barbilla mirándola a los ojos.

Se acerca a mi, en un paso lento y suave, escondiendo el enfado que sabía que tenía. Yo con una pequeña sonrisa sarcástica, la miro a los ojos. Me encantaba como sus cejas se curveaban suavemente y sus labios se fruncían cuando se enfadaba. Era adorable, una asesina adorable.

—Te ibas a ir, me ibas a dejar aquí. Sola. — ella susurra adolorida, con la mandíbula apretada, mientras mira mis ojos fijamente. Suelto una risita, y me acerco a ella, cortando el pequeño espacio que nos separaba.

—Nunca lo habría hecho, morita, hubiera movido cielo y mar para sacarte y llevarte a armar caos por el mundo, conmigo, dolcezza.

Digo en un suave susurro, agarrando su cabeza entre mis dos manos, acercándome a su rostro, mientras miro como sus ojos se relajan, tal vez no me creía, yo veía la lucha interna que tenía, y sabía que ella no me creería tan fácil y menos me perdonaría.

Antes de que me dijera algo más, estampo mis labios en los suyos, se queda estática unos segundos para seguirme el beso, empujando mi cuerpo contra la pared, y poniendo sus manos en mi cintura, mueve sus labios plasmando su enfado, desesperación, y deseo en el. Tal vez un poco de odio también.
Si sus manos no me tenían sujetas, estoy segura que mis rodillas me habrían fallado.

Se separa, dejando una brusca mordida en mi labio inferior, una pequeña venganza al parecer, para dar un paso atrás y separar su cuerpo del mío, mirándome con resentimiento, habla con voz ronca.

—Tú, para mi, ya no eres nadie, la traición se paga, tarde o temprano. Duerme con un ojo abierto, "dolcezza".

Al terminar de hablar, me dedica esa misma mirada, intentando demostrar que me odiaba, pero yo no le creía. Se dio la vuelta y se marchó.

Sonrío.

El juego ha comenzado.





—Mi primer one-shot, ¿qué tal os pareció?

¿2 parte?
O.
¿Explicación de porqué la italiana se iba a ir?

One-shots vis a vis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora