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Ingrid

Solía sentirme feliz en mi matrimonio, realizada en la vida pues había formado una hermosa familia, un hombre maravilloso llegó a mi vida y llenó de colores aquello que creía perdido o eso pensaba los primeros años de matrimonio. Tuvimos una hermosa niña Lía, Lía Ivanov Vostokoff. La luz de mis ojos, mi princesa, la niña que amo con todo mi ser. La maternidad es hermosa, una experiencia que toda mujer debería pasar si así lo desea. Mi pequeña de cabellos de turmalina con ojos de aventurina, la única razón por la cual despierto feliz todas las mañanas, sus Buenos días llenos de besos y alegría, sus ocurrencias al hablar y su increíble talento para dibujar.

— " uenos día " — Se escuchó una pequeña voz dulce "despertando" a la mujer que yacía en la cama sin dormir

— Buenos días tesoro — Sus mejillas fueron atacadas por pequeños besos de la mujer, amaba a esa niña con toda su alma.

Hoy sería un día agotador, tenia que hacer unas diligencias sobre el hogar e ir con mi abogado algo que realmente era torturador y pesado. Ivanov recogería a la niña en dos horas pues compartíamos tiempos con ella. Hoy luego de terminar las diligencias iré a mi nuevo trabajo, soy profesora de artes en teatro y música, conseguí un trabajo como profesora en la Universidad Catolica Bajo su Manto...vaya que nombre tan.. ¿Interesante?. Por el hecho de la maternidad comenzaron a complicarse las cosas en mi antiguo empleo por lo cual recurrí a uno con más motivación al empleado, más recursos como guardería por ejemplo, eso me facilitaría el trabajo y podría disfrutar de la maternidad cosa que no hacía en mi antiguo empleo con las restricciones. Más que agradecida no podía estar, lo único que me exigen es que cumpla con mi trabajo las horas acordadas, hay hospedaje, sala de juegos, capillas, lugares para poder distraer tu mente y poder cumplir con un mejor desarrollo en el trabajo ¿Que más podía pedir?

— Vamos a levantarnos que papá viene a buscarte en dos horas — La pequeña sonrío era la hija menor de ambos padres, la consentida, la princesa.

— ¡Si mami, vamos! — Ambas se levantaron y se prepararon, mientras la pequeña Lía jugaba con el agua, Ingrid desenredaba su larga melena, su cabello ondulado desprendía un olor a frutos rojos como el de su madre al igual que su cuerpo pregnado de colonia para niños, la niña amaba los dos moños en su cabello y Ingrid no podía resistirse a esos ojitos que le suplicaban, era una ternura de niña. Pasaron las horas y su padre nunca llegó, llamada tras llamada sin respuesta alguna, no era la primera vez que el hombre dejaba plantada a la pequeña, que llena de ilusión esperaba respuesta al teléfono, con unos ojos tristes y llenos de lágrimas se encontró Ingrid al fijarse en su pequeña.

— Cielito.. papá ha tenido un asunto que atender pero tranquila que ya vendrá luego ¿Desayunamos fuera? En aquel sitio que te encanta el de las choreras y los columpios — La pequeña limpiaba sus lágrimas y asentía abrazándose al cuerpo de su madre.

Realmente estaba molesta con su irresponsabilidad en la paternidad, era lo único que le pedía que cumpliera, no quería permitirse el lujo de que aquella pequeñita flor que apenas entallaba se pudriera por aquel rosal en busca de minerales así como lo hizo conmigo.

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Beth

Es domingo y ya estoy en el hospedaje, mi madre me a dejado hacen unas horas, todo es nuevo y aterrador pero puedo adaptarme, comparto hospedaje con una chica, Amelia era su nombre? Si, me recibió de una manera muy hermosa, es muy tranquila y amable el lado bueno la verdad. Nos dimos nuestros números el día que me inscribí, hablamos todos los días es una gran chica. Me he dado la tarea de investigar más sobre el hospedaje y ¡Dios! Es hermoso, lleno de vida nunca había visto tantas flores azules en un mismo lugar, estaban recortadas como el logo de la universidad a simple vista era difícil saberlo pero desde el ventanal de la habitación me brindaron el mejor musical pronto el viento les sopló despertando la belleza que guardaban hace unos instantes. Baje las escaleras que eran algo antiguas, amo todo lo antiguo y me atrevería a decir que soy una alma vieja! Eh pero no de las aburridas. Corrí hasta la entrada y sin darme cuenta derrame el café de una mujer, vaya que mujer tan grosera.

Epifanía del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora