Esta criatura es conocida por diferentes nombres, como el "Pájaro del Trueno" en el occidente o "Aosaginohi" y "Bennu" en el oriente, aunque su denominación más común es Fénix. Estos nombres hacen referencia a sus habilidades y apariencia. El Fénix tiene un tamaño gigantesco. Sus plumas poseen un color iridiscente, que cambia de tonalidad dependiendo de la luz y el ángulo desde el cual se le observe. Su fuego es igualmente fascinante, manifestándose en una gran variedad de colores que reflejan las emociones del Fénix o las condiciones ambientales en las que se encuentra.
A diferencia de otras criaturas, el Fénix no tiene un hábitat específico, ya que es un ave nómada que viaja por todo el mundo a lo largo de sus incontables vidas. Esta característica ha dado lugar a incontables mitos y leyendas sobre el Fénix en diferentes culturas, donde fue adorado como un señor de las tormentas o el dios del fuego debido a su apariencia y sus habilidades. Era adorado por algunos como un señor de las tormentas o el dios del fuego, capaz de atraer las lluvias y producir fuego a voluntad. Sin embargo, también era temido como una criatura malvada que desata tormentas y provoca incendios, siendo considerado un presagio de mala suerte y de desastres que azotan a las tribus. Su presencia, ya sea reverenciada o temida, ha dejado una marca imborrable en la historia y la imaginación colectiva de la humanidad.
Comúnmente se le llama Soberano del fulgor y la tempestad y es conocido por su apariencia imponente y sus habilidades extraordinarias. Con una envergadura de 12 metros y una altura de 7 metros, su tamaño impone un respeto reverencial. Su cuerpo está cubierto de un líquido altamente inflamable, secretado a voluntad por glándulas en su epidermis, la cual está compuesta por duras escamas que actúan como un escudo ignífugo, haciéndolo inmune al fuego. Su exuberante plumaje, denso y de alta conductibilidad térmica y eléctrica, cubre todo su cuerpo. El color de sus plumas y su fuego varían según su estado de ánimo y las condiciones ambientales, oscilando desde un azul profundo hasta un rojo intenso. Su pico y sus patas son extremadamente fuertes y resistentes, capaces de soportar fácilmente el daño y están reforzados con un material que supera en resistencia a cualquier metal conocido. Sus ojos, de un intenso color carmesí, emiten pequeños rayos azules perceptibles de forma periódica. Y cuando bate sus alas, el sonido resultante es tan ensordecedor como un trueno. Además, su sola presencia aumenta drásticamente la temperatura del entorno. Pero lo imponente de este ser ocurre durante las tormentas. En ese momento, su apariencia experimenta un cambio drástico y aterrador. Sus plumas se vuelven de un oscuro azabache, ya que las carga con una energía eléctrica de las mismas tormentas. Sus ojos cambian a un azul intenso, brotando chispas azules muy llamativas de las mismas. Su fuego, en lugar de ser rojizo o naranja, adquiere un tono azulado, intensificando su aura de eléctrica destructiva, incluso logrando crear ataques o defensas de plasma alrededor suyo en ese estado.
Cuando el Fénix finalmente sucumbe en esa vida y se convierte en cenizas, algo inusual ocurre. De esas cenizas, surge un organismo similar a una oruga blanca ceniza, una criatura altamente resistente a todo tipo de daño. Esta extraña criatura se alimenta de las propias cenizas del Fénix, reciclándolo en un interesante ciclo. Después de alimentarse lo suficiente, la criatura construye un capullo a su alrededor, una especie de huevo endurecido hecho en parte con las cenizas del Fénix. Este capullo resulta ser ignífugo, resistente a cualquier forma de fuego. En su interior, el organismo en transición experimenta cambios drásticos y grotescos. Su cuerpo sufre una metamorfosis completa, transformándose en una nueva forma de vida. En 3 dias aproximadamente, el capullo se abre, revelando un Fénix renacido, aunque carece de su característico fuego o electricidad. En su lugar, segrega rápidamente un líquido inflamable de color lechoso y lo enciende con una chispa golpeando su pico y garras, o con suerte, mediante un rayo que impacta directamente en su cuerpo. El huevo de seda, al actuar como un pararrayos, atrae la energía de las tempestades y tormentas dándole esa energía y poder eléctrico. Sin embargo, ese momento en el que lo ves sin su característico fuego o electricidad es algo más que una simple casualidad. Es un momento único y efímero que prácticamente nadie ha presenciado, solo menos de 5 casos fueron escritos y gracias a ellos son capaces de leer esto.
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Criaturas Quiméricas
FantasyVaya, qué emoción! Me aventuré en las profundidades de las cuevas cerca de mi pequeño pueblo con mi corazón lleno de entusiasmo y mis botas de explorador bien puestas. En medio de la oscuridad opresiva, mis manos temblorosas encontraron el esqueleto...