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Rodrigo está sentado en la vereda de su casa con una coca-cola a su lado y un cigarrillo mentolado en su mano derecha, mientras mira fijamente el asfalto. Perdido, desconcentrado, distraído. Hace un rato fue a la casa de Martina, su novia. Cuando entró, eran la pareja más feliz y tierna de todo el barrio -según decían las abuelitas que se juntaban a comer en la cafetería de la esquina de su casa-, pero cuando salió, estaba soltero. Soltero, solo, abandonado, devastado, destrozado, destruido, deshecho, desolado, triste, agonizando, roto, anonadado... Okay, capaz estaba siendo algo exagerado, es decir, ¡ellos solo se conocieron durante un mes y duraron tres meses! pero supone que fue el tiempo suficiente para enamorarse perdidamente de ella y considerarla su alma gemela (la verdadera, no como pensó con Camila, Lorena, Laura, María y Luz.)

Rodrigo le dio una calada a su cigarrillo, pensando cómo con sus cortos diecisiete años pudo haber pasado por tantas decepciones amorosas con sus novias. No es que él era chamuyero o gato, eh, él es un hombre fiel y dispuesto a amar profundamente a la persona a su lado. Pero por alguna razón, sus novias siempre terminaron alejándolo. Y todas dijeron lo mismo: "yo no soy la persona que vos querés". Y él piensa, ¿si no son ellas, quién es entonces? no hay ninguna otra mujer presente en su vida de la cual podría enamorarse. Sus amigos son todos hombres y la única mina del grupo es Anto, pero se sabe que está en una relación con una chica.

Cuando casi se quema los dedos con el cigarrillo por perderse en sus pensamientos, vio una silueta pararse frente suyo. Al levantar la mirada vio a su rubio mejor amigo, Leandro.

-¿Qué onda, gato? no viniste al fútbol cinco que habíamos planeado con los pibes.- saludó y comentó, sentándose a su lado y dándole un trago a la gaseosa.

-Tini me terminó.- expresó Rodrigo con todo el dolor posible en sus palabras. Leandro frunció los labios.

-Eso fue algo... rápido.- contestó, desconcertado.

-Si, dijo algo como que no era la indicada para mi o la que yo buscaba, qué sé yo. Se me hizo tarde rogándole que no me abandone y no llegué al partido.- contó el mayor, soltando una risa seca al final. Una mueca derrotada se posó en su cara.

-No te preocupes perrito, vos ya vas a encontrar a la persona indicada para vos. Mientras tanto, pienso que capaz deberías tomarte un tiempo para vos y para pensar en lo que querés.

-Pero Lea, yo realmente la consideraba mí alma gemela esta vez.- dijo con un puchero en sus labios. Leandro intentó evitar la mueca de desagrado que se mostró en su rostro, pero no pudo. Él es un hombre muy gestual, y Rodrigo es un pelotudo.

-Vos hace lo que quieras gordo, yo ya te di mí consejo. Vos sabés que cualquier cosa yo estoy acá y te amo más que a nadie en todo el mundo.- contestó.

Rodrigo asintió y miró a los ojos a su amigo, acercándose lentamente para poder apoyar su cabeza en su pecho y ser abrazado por el menor.

~~~

En la noche, Rodrigo estaba con Leandro en su cama. El menor se quedó a cenar con su madre y como se hizo tarde la mujer le dijo que se quede a dormir.

Ahora, estaban los dos tapados y mirando el techo, en silencio.

-¿Nunca se te ocurrió pensar que tu famosa alma gemela no es una mujer?- preguntó Leandro de la nada.

Rodrigo giró la cabeza y lo miró, algo sorprendido por su pregunta.-Nop.

-Podria serlo, capaz no en una relación, pero sí en una amistad.- sugirió y evitó mirar a Rodrigo, los nervios le estaban comiendo el estómago.

-Nah, gato. No flashees. Las almas gemelas se dan en las relaciones, no en las amistades.

-Pero boludo, ¿quién dice eso? pueden aparecer en una amistad si así lo determina la vida y el destino.- contestó, serio. Ahora sí lo estaba mirando.

¿vos? [rodrilean]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora