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22:22.

Quizás no sabías, pero el 6 de septiembre fue el cumpleaños de mamá. A la noche nos visitó su mejor amiga, mi madrina. La conociste, fuimos juntos al cumpleaños de su sobrino.

Las charlas apuntaban a el lado amoroso, estuvimos rato hablando de su relación y como se venía sintiendo con ella e intercambiamos consejos.
Indudablemente me tocó a mi, así que si, emprendí una larga tertulia sobre nosotros, sobre lo que sentía y como la estaba llevando.
Ella y yo somos muy de lo mismo, ambas creemos en el universo y en esas conexiones, con mucho entusiasmo le conté sobre nuestra más linda coincidencia, el 22:22.
Ya luego me encontraba hablando de lo que significabas para mi, caían un par de lágrimas pero intenté ser fuerte. Mamá me miraba con unos ojos con una especie de melancolía, y por alguna razón, encendió su celular.
El reloj marcaba las 22:22.

¿Atónita es la palabra correcta?, me mantuve en silencio unos minutos intentando descifrar que había pasado, pero solamente me sirvió para convencerme de que no era una simple coincidencia.

Á l'infini et au-deláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora