Acto VII

82 12 0
                                    


–Es difícil caminar por estos lugares, – Refunfuñó Sett.

Esta vez, acompañó a Aphelios en su rutina de vigilancia nocturna. Estaba cansado de quedarse solo en la cueva y limitarse a esperar, así que, tras molestar e insistir, logró que accediera a su solicitud de acompañarlo, aunque de mala gana.

–Se nota que no eres muy hablador... – El pelirrojo observaba la expresión seria del otro mientras avanzaban por el abrupto terreno de las montañas rocosas.

El recorrido los llevó a través de estas montañas estratégicamente elegidas por el Lunari para proteger los caminos cercanos. La elección de este terreno irregular permitía una vigilancia sigilosa sin temor de ser descubiertos con facilidad.

Aphelios continuaba en silencio, pero su mirada se posaba en los alrededores, alerta a cualquier indicio de peligro. A pesar de su aparente falta de palabras, sus sentidos estaban agudizados, captando cada sonido y movimiento en el entorno. 

El pelirrojo no podía apartar los ojos del otro. Visualizó una nariz esbelta, su piel era extremadamente pálida, y no podía omitir la hermosa luna que se encontraba en el rostro. Sabía que Aphelios no le prestaba atención, estaba dedicado a su misión, así que no se limitaba a no mirar, sino a absorber cada detalle de su compañero con una mezcla de fascinación y confusión.

Las sombras de la noche envolvían su camino, mientras el viento susurraba entre las grietas de las rocas. En un intento por romper el silencio, Sett volvió a hablar:

– Nunca pensé que haría este tipo de cosas. Normalmente, mandaría a la gente que trabaja para mí.

Aphelios volvió su mirada hacia Sett, evaluando sus palabras antes de responder.

– ¿Tienes gente que trabaja contigo?

– ¡Trabajan para mí! – alardeó Sett con orgullo –. Soy un jefe. ¡El jefe de una arena!

Aphelios se limitó a asentir, sin saber exactamente qué decir.

Esto decepcionó a Sett, y lo hizo enojar un poco, ¿por qué el flacucho no se sorprendía? Sintió una mezcla de frustración y descontento.

– ¿No te sorprendes, ni un poco?

–No sé ni qué es una arena. – Sett se sorprendió ante la respuesta

– ¡Una arena de combate! ¿No tienen en este lugar? – Aphelios solo negó con la cabeza – Podría crear una entonces...

Esta idea pareció desagradar al morocho, quien solo rodó los ojos y siguió con su camino, lo que provocó una risita de Sett

El camino cada vez se volvía más complicado para Sett, pero Aphelios parecía moverse con tal facilidad, demostrando su conocimiento innato. El pelirrojo comprendió que este recorrido era familiar para él, era algo que hacía de manera recurrente.
No podía despegar la vista de la nuca de Aphelios, quien se encontraba caminando frente él. Mientras lo seguía, pensaba.

–Oye. –  Al escuchar un 'mhm' de respuesta prosiguió – Me acabo de dar cuenta, que nunca me llamaste 'bestia'.

Aphelios volteó ligeramente la cabeza, sus ojos se encontraron con los ajenos. Esto produjo un golpe en el pecho del último.

– ¿Por qué debería llamarte así? No creo que seas uno. – Las palabras de Aphelios fueron tranquilas pero firmes, y su voz se mezcló con el susurro del viento. Luego, volvió su vista al frente y continuó caminando.

Un atisbo de una sonrisa se dibujó en los labios de Sett mientras se detenía brevemente para procesar las palabras del otro. Aquellas palabras lo tomaron por sorpresa y lo llenaron de un cálido sentimiento. Por primera vez, alguien no lo catalogaba de inmediato como una bestia.

El Orden y El Caos. // Settphel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora