—¡El Emperador tomará a esa mujer como concubina!
Era una típica mañana. No era nublada ni estaba lloviendo, no era calurosa y tampoco fría. Hoy era como ayer y el día antes de ayer.
Noticias inusuales llegaron de la nada en este día tan ordinario.
—Así que la Emperatriz está ocupada con las preparaciones de Año Nuevo mientras el Emperador toma una concubina.
—Es demasiado.
—Debió haber esperado al menos hasta que hubiera acabado el Año Nuevo.
Las damas de compañía estaban quejándose lúgubremente entre ellas.
Me mantuve en silencio y miré hacia el espejo en silencio. Estaba preparada para que Sovieshu la volviera su concubina... Pero no me di cuenta de que sucedería tan pronto. A juzgar por el momento en que sucedía, la ceremonia bien podría suceder oficialmente justo antes del Año Nuevo.
Un suspiro emergió desde lo más profundo de mi interior, y me sentí nauseabunda tan sólo de pensar en todos los que se me acercarían el Día de Año Nuevo para hablar al respecto. E incluso si no hablaban al respecto enfrente de mi, estaba segura de que los escucharía susurrando a mis espaldas. Aun así, no podía ignorar el hecho de que el Emperador estaba tomando a una concubina sin importar cuánto me desagradaba.
—¿Cuándo es la ceremonia?
Las damas de compañía se miraron entre ellas, hasta que eventualmente fue la Condesa Eliza quien respondió.
—Se rumorea que quiere que suceda tan pronto sea posible. Va a querer que esté hecho antes de Año Nuevo.
Alrededor del mediodía, el secretario de Sovieshu llegó conmigo para entregarme un mensaje. Era acerca de la concubina, y los otros oficiales estuvieron al tanto de nosotros para poder conseguir algún rumor.
—El Emperador quiere que sea simple, puesto que hay eventos mucho más grandes agendados y el tiempo apremia.
—¿Simple?
Las concubinas del Emperador no eran reconocidas como parte de la Familia Imperial, y sus hijos no eran reconocidos como príncipes o princesas. Lo mejor que podía sucederles era ganar favorecimiento como para obtener el título de duques o duquesas, pero sin reclamo a la sucesión del trono.
Incluso así, era posible que una concubina tuviese un hijo del Emperador, y era costumbre que se diera un banquete por ello. No era una ceremonia de bodas, eso sí. La concubina podía ser el centro de atención en el banquete, y firmaría después un contrato notariado por el canciller.
—¿El Emperador está diciendo que se celebre un simple banquete o que se omita por completo?
—Es imposible invitar a un extenso número de invitados con una noticia tan pronta, así que nos saltaremos el banquete.
—¿Hay algo más que necesite manejar si no habrá un banquete?
—No lo hay. Su Majestad dice que no necesita preocuparse al respecto, en lo absoluto.
Hasta donde sabía, omitir el banquete no era inusual. El interior del salón seguiría siendo decorado en honor a la concubina ese día, pero en su lugar sería un evento más pequeño para cenar con el Emperador, invitando a la gente que era más cercana a él, para después firmar los documentos del contrato.
¿Pero yo no necesitaba preocuparme de ello? ¿Era por el orgullo de Sovieshu o una consideración?
—Dígale que recibí el mensaje.
No me hacía ningún daño. El secretario hizo su reverencia y se retiró. Los otros oficiales estaban mirándome fijamente, pero cuando volví la mirada bajaron rápidamente las cabezas y pretendieron estar de vuelta con su trabajo.
"No tiembles enfrente de ellos."
Susurrarían si mostraba cualquier señal de estar dolida. Aunque la concubina estuviera hurtando mi vida, no quería que pensaran que se había acabado sólo porque mi esposo amaba a otra mujer.
Con una expresión indiferente por delante, revisé el plan nuevamente y les aconsejé acerca de las revisiones necesarias.
—El Emperador firmará el contrato primero. Después firmará usted en la línea negra delgada abajo del nombre de él.
El Barón Lant, uno de los secretarios del Emperador, fue puesto a cargo de educar a Rashta. Cuando el Barón terminó de explicarle el esquema básico de los documentos, los ojos de Rashta se ampliaron y dejó salir un pequeño quejido.
Aquel no era un sonido usual hecho por un aristócrata. El Barón Lant fijó la mirada en ella por un momento, nervioso, mientras las lágrimas caían de los ojos de Rashta.
—Entiendo lo que está diciendo, pero... Rashta no tiene firma.
—Puede hacerse una.
El rostro de Rashta se ruborizó por la manera tan casual en la que le respondió.
—Ah...
El Barón Lant finalmente se dio cuenta de por qué Rashta estaba batallando.
—¿No sabe escribir?
Cuando el Barón Lant fue asignado a Rashta, el Emperador le había dicho que era una plebeya, así que asumió que tendría la educación básica. Quizás los rumores eran ciertos, que esta hermosa presa que el Emperador favorecía tanto era, en efecto, una esclava fugitiva. No había mucha inversión en enseñar a los esclavos cómo escribir o leer.
—Supongo que no sabes.
No quiso preguntarle si era una esclava, pero sonrió, pretendiendo no saberlo, y extendió una hoja de papel en blanco enfrente de ella. No sería fácil enseñarle a escribir en un par de días, pero podía aprender rápidamente cómo dibujar su nombre.
—Si no sabes deletrear tu nombre, escribiré varias versiones que suenen como "Rashta" para que puedas escoger una y memorizarla.
Afortunadamente, Rashta dominó rápidamente el deletreo. Debió haber sido una tarea frustrante para alguien que venía de la esclavitud, por lo que el Barón Lant estaba impresionado.
—¿Lo estoy haciendo bien?
—Lo estás haciendo excelentemente.
Después de elogiarla y recibir una sonrisa de vuelta, el Barón Lant le explicó qué era lo que iba a esperar de la ceremonia de la firma.
—Habrá un gran banquete y todos los nobles estarán presentes. La señorita Rashta puede invitar a cuantos amigos desee.
—Wow.
—Cuando el canciller se acerque a usted y extienda los documentos gubernamentales, los firmará.
—Los documentos...
—El canciller hará de todo seguro.
Rashta golpeó sus pies con alegría y dejó salir un pequeño chillido. El Barón Lant la observó por un momento antes de añadir algo más.
—Esto no es una obligación, pero...
Rashta lo miró con la interrogante en su expresión.
—A veces la Emperatriz le envía un regalo a la concubina del Emperador cuando firma el contrato.
—¿Un regalo?
—La Emperatriz es la dueña del palacio.
Rashta guardó silencio.
—Desde el punto de vista de la dueña, una concubina es alguien que vivirá con ella en el futuro. Esto significa que la concubina no sólo recibe el respeto del Emperador y su reconocimiento, pero la Emperatriz también lo estará haciendo si entrega un regalo. Si hay numerosas concubinas, aquellas que reciben un regalo de la Emperatriz son consideradas como las concubinas principales.
Rashta se mostró repentinamente insegura.
—¿Entonces Rashta recibirá un regalo de la Emperatriz?
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La emperatriz que se volvió a casar
RomanceNavier era la emperatriz perfecta; sin embargo, el emperador deseaba una esposa, no una colega. Así que, el emperador abandonó a la emperatriz Navier y optó por una chica esclava a su costado. Eso estuvo bien hasta que Navier escuchó al emperador pr...