Advertencias:Violencia extrema y sangre, mordeduras, dubcon, reproducción forzada, cosas asquerosas de las pesetas, muerte, menciones de suicidio.
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(Parte tres)
Corriste tan rápido como te lo permitieron tus piernas hacia el estacionamiento, optando por las escaleras en lugar del ascensor. Diste dos pasos a la vez para llegar más rápido al lugar donde estacionaste tu auto. No te atrevías a mirar atrás, sabías que León te seguía. Oíste disparos, gritos y los sonidos de la muerte de donde viniste.
Al llegar al tercer piso del estacionamiento, ves tu auto en el otro lado y comienzas a correr, prácticamente lanzándote hacia tu auto una vez que llegas allí. Abres la puerta del lado del conductor y entras, bloqueando las puertas inmediatamente cuando entras. Al sacar las llaves del bolsillo, accidentalmente las dejaste caer al suelo.
—¡Carajo!
Te inclinaste en un ángulo incómodo para recogerlos, enganchaste el dedo alrededor del llavero y te sentaste donde te encontraste con Leon mirándote, con sus manos con garras presionadas contra el cristal de la ventana. Respiraste profundamente, tus ojos se fijan en sus ojos rojo sangre.
—¡Te encontré!– Dijo él, una sonrisa sádica formándose en su rostro.
Ves sus dientes caninos afilados una vez que sonríe por completo; abre la boca y ves como un par de mandíbulas salen del interior de su boca, un sonido gutural bajo y creciente sale de él. Esto no se parece en nada a la pesadilla que tuviste.
Esto es mil veces peor.
Dejaste escapar un grito espeluznante antes de volver a centrar tu atención en arrancar el auto, meter la llave en el encendido y girar el auto. El auto cobra vida con un rugido, inmediatamente lo pones en marcha y pisas el acelerador con el pie, lanzándote hacia adelante mientras giras el volante hacia la izquierda, dando vueltas en la curva para bajar la rampa y salir del estacionamiento.
Llegas al final, atraviesas la barrera para llegar a la calle. Te desvías entre el tráfico, intentando llegar a la interestatal lo más rápido posible. Sin embargo, el tráfico estancado en la rampa de acceso lo hace imposible, por lo que continúas desviándote entre el tráfico en el corazón de la ciudad. Te miras por el espejo retrovisor y se te hunde el estómago al ver a Leon siguiéndote, saltando sobre los autos mientras te persigue.
En una fracción de segundo tomas la decisión de girar a la izquierda por un callejón y aceleras, mientras los neumáticos chirrían en el pavimento. Sin embargo, frenas de golpe cuando ves que Leon se interpone en tu camino. Tus manos blancas apoyan los nudillos en el volante mientras los dos se miran fijamente. Frunces el ceño y gritas de rabia mientras pisas el acelerador con el pie, esperando poder acabar con él.
Oh, cariño, eso fue un gran error.
Él sonríe y extiende las manos frente a él para atrapar tu auto. Sus manos con garras dejan marcas en la parte delantera de tu auto mientras planta sus pies en el suelo, tus ruedas giran y giran y giran hasta que una de ellas finalmente estalla en pedazos. Tu vehículo ahora está gravemente dañado, por lo que él se acerca al lado del conductor y arranca la puerta del auto. Él observa mientras intentas agacharte hacia el lado del pasajero.
