||Drarry|| Cartas de un extraño

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No mentiría.

Vaya que le había dolido escuchar todo eso, en especial viniendo de Harry Potter. El único chico que podría decir que lo conocía casi en su totalidad.

Pero intentaba entenderlo.

Harry estaba molesto, además de que se creía traicionado. Era obvio que no estaría exactamente feliz al verlo, pero no es como si en su momento hubiese podido decírselo, todo hubiese terminado incluso peor.

Debía dejar de lamentarse y simplemente seguir de cerca a ambos hombres mientras caminaban de vuelta al castillo. Harry lo miraba desde la distancia, aún parecía molesto.

Severus se había quedado en la casa de los gritos ya que Harry, de manera muy estúpida debía decir, lo había bloqueado con un hechizo y ahora su jefe de casa se quedaría ahí por quién sabe cuánto.

Ahg, estaría en grandes problemas por la mañana.

Si sobrevivía.

— Joder. — Se quejó al ver el cómo poco a poco la luna llena hacía efecto en el pobre profesor Lupin, convirtiéndolo en la bestia que tanto odiaba ser.

El caos comenzó.

Fue algo estúpido, y lo sabe. Pero tampoco lo había pensado mucho.

Cuando el profesor Lupin se había abalanzado sobre el trío dorado, Draco se interpuso. Su varita voló por alguna parte cuando el hombre lobo lo atacó.

Cuando Sirius, en su forma de Animago, intentó ayudarlo, ya era demasiado tarde.

El dolor recorría su cuerpo, desde su hombro hasta su vientre. Él líquido cálido que sentía sobre él no era otra cosa que sangre.

Estaba seguro de que moriría.