Cuando Senri volvió a la tienda de reptiles en la fecha acordada, pudo conocer a Chaesa, no al de la foto. Quiso expresar su gratitud al hombre, el dueño anterior, pero éste no había dejado ningún dato de contacto.
—¿Qué harías si me portara mal contigo, verdad, Chaesa?
Sentri dijo a Chaesa mientras llamaba a la puerta de cristal del recinto de las serpientes. Era incluso más guapa en persona que en la foto, así que estaba contenta de haberla aceptado.
Senri estaba encantada y sacó fotos y vídeos para enseñárselos a su familia. La familia, amante de las serpientes, se deshizo en elogios, diciendo que era preciosa.
—Ahora vives conmigo, Chaesa.
Decidió seguir llamándola Chaesa porque sonaba de su anterior dueño. No sabía lo que significaba, pero parecía que le sentaba bien.
Después de traerla la soledad desapareció por completo como si nunca hubiera ocurrido. Pensó que sería muy feliz, pero seguía sintiéndose incómoda.
—Es agradable dormir bien por la noche en vez de despertarse tan a menudo....
Se abrochó bien el pijama, pero entonces se di cuenta de que estaba desabrochado y tenía picaduras de bichos.
—No sé, a lo mejor es que me duele un poco ahí abajo...
Podía sentir débilmente un dolor sordo y palpitante en la parte inferior de su cuerpo. Además, sentía doloridos los pezones donde se había quitado la ropa interior y dormía en un suave camisón de seda.
—¿Es una ilusión...?
Senri se había encogido de hombros ante tantas señales extrañas, y le había costado caro.
Aunque hubiera sabido por qué, no había forma de que hubiera escapado.
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Durante varios días, el ánimo de la adiestradora de serpientes estuvo por las nubes. Había encontrado un compañero que encajaba a la perfección. Era tentador presumir de ella ante los demás, pero aún no era el momento de dejarse llevar. Era un momento crucial para domesticar cuidadosamente a su mascota.
La mujer humana que había predicho para su mascota tenía un temperamento sensible. Si no fuera por el veneno multifuncional de la serpiente, nunca habría sido capaz de domesticarla.
—Incluso me gusta su costumbre de dormirse después de beber un vaso de agua.
Después de beber un vaso de agua con veneno de serpiente inductor del sueño, Senri dormía profundamente hasta la mañana, cuando Chaesa, disfrazada de serpiente mascota, abría la puerta de la jaula.
Aunque la jaula estaba cerrada, no era nada para un suin, una serpiente con una inteligencia humana superior a la media.
En su forma humanoide, Chaesa llevaba el rostro del hombre que había confiado la serpiente a Senri.
Sin ropa, Chaesa se bañó en el cuarto de baño y luego se dirigió con confianza, desnudo, a la cama donde dormía Senri.
Fiel a su costumbre, Senri dormía profundamente, tumbada en posición erguida.
—Hoy vuelves a dormir de maravilla. Mi Senri.
Cuando Chaesa vio por primera vez a Senri en la tienda de reptiles, un escalofrío le recorrió la espalda, como si le dijera que la pareja que había estado buscando estaba justo delante de él.
—Supongo que eso es lo que se llama amor a primera vista.
Interiormente, Chaesa alabó sus sentidos y le mostró una imagen de sí mismo como serpiente. Cuando vio los ojos que lo amaban como serpiente, pasó la primera condición.