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Nomás cambien la ropa en su mente. Es la primera impresión, claramente tienen q verse perfectas.
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La vida de niña de Yeojin, por fin, se había terminado. Sus madres habían decidido llevarla a otra ciudad, una en la que había una mejor universidad, después de todo, siempre habían querido que su hija estudiara lo mejor. Para ellas, era una chica excelente, inteligente y también bastante responsable, razón por la que estaban seguras de que podría arreglárselas ella sola. Aunque claro, al final, una de sus madres estaba bastante preocupada.
—¿Vendrás a visitarnos?— Preguntó la mujer.
—Cariño, tranquila. Sabes que no nos va a abandonar— Respondió su otra madre.
—Vendré cada fin de semana y también en vacaciones, lo prometo— Dijo Yeojin.
—¿Y estarás bien?
—Lo estaré, ¿acaso no confías en mí?
—Sí, pero puede ser difícil...
—Estará bien, amor. No le pasará nada
El metro llegó. Yeojin, antes de subir, se despidió de sus madres dándoles un fuerte abrazo, y acto seguido subió con todas sus cosas. No sería un viaje tan largo teniendo en cuenta la velocidad del metro, tal vez máximo unos veinte minutos, lo suficiente como para que la joven admirara el camino y al mismo tiempo pudiera pensar bien en qué hacer al llegar.
