Capítulo 4

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Cuando Adarys se despertó, estaba tumbada en su nueva cama, y volvía a ser de noche.

Finalmente se había retirado a sus aposentos después de haber estado horas y horas bailando.

Le dolían los pies de tanto danzar.

Konnor y ella se habían despedido con un beso en la mejilla, y eso fue lo último que recordaba Adarys de la noche anterior.

Salió de la cama y hurgó en su vestidor buscando algo que ponerse.

De pronto, alguien tocó a la puerta.

—¡Adelante!

Sophie pasó a la habitación cerrando la puerta tras ella.

—Eh, eh, eh. Nada de elegir un vestido ni de arreglarte tú sola sin mí —la regañó —. Ahora vas a ser parte de la familia de los jefes, no puedes ir mal vestida.

Adarys se sintió un poco avergonzada.

—Oh, si, perdona —dijo con una risa nerviosa —. No estoy acostumbrada a que alguien me ayude a vestirme y todo eso, pero supongo que tendré que acostumbrarme.

Sophie se rió —Supones bien Ada, supones bien.

Sophie entró al vestidor con ella y le eligió un vestido largo y escotado que era azul y acababa con un degradado negro.

—Sophie, ¿por qué todo aquí es tan azul?

—Pues porque es el color con el que se representa nuestra tierra. Las brujas es el lila, las sombras el negro, los trolls con el verde..

—¿Entonces voy a tener que ir siempre de azul?

—Al estar la corte dividida en jefes, como cada territorio tiene un color, lo más seguro es que todos tus vestidos sean azules o tonos derivados de este. Pero esos vestidos son los de las reuniones y todo eso. Yo hay veces que visto de verde por ejemplo.

A Adarys eso le desilusionaba un poco, pues el azul es un color que le gusta, pero, ¿vestir siempre del mismo tono?

Eso le parecía raro.

—¿Y por qué nos casamos con un tono lila oscuro?

—Porque los trajes los han hecho las brujas. Todas las parejas poderosas en Muunathia se casan con trajes lilas hechos por ellas, pues las telas en Cafukar (la tierra de las brujas) son únicas.

—Entonces, ¿nunca me voy a poder vestir de rojo por ejemplo?

Eso pareció sobresaltar a Sophie.

—¡Ada! ¡Jamás pidas que te vistan de rojo! ¡El rojo es de los vampiros!

—¿Y es algo malo?

Sophie suspiró.

—Malísimo, Ada. Ya te lo explicarán —hizo una pausa —. Ahora vístete, tengo un regalo de bodas precioso para ti y me muero por enseñártelo y vértelo puesto.

Adarys observó la ilusión que había aparecido en los ojos de su nueva amiga y decidió hacerle caso.

—Adarys, ese vestido te queda precioso —dijo Sophie acercándose a ella —. Y ahora, cierra los ojos y estira las manos.

Adarys obedeció y cuando noto una cajita aterciopelada en sus manos abrió los ojos.

—¿Qué es, Sophie?

—Ábrelo y descúbrelo —contestó guiñándole un ojo.

Cuando abrió la caja y vió lo que había en su interior, se quedó asombrada.

La Guerrera De La NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora