“Madre se ha vuelto loca” pensaba Adarys.
Desde esa noche, no había parado de repetirle lo mismo una y otra vez.
“Tienes que ayudar al que venga a por ti y quedarte junto a él.”
Adarys no sabía quién iba a ir a por ella o cuándo, pues su madre dijo que lo entendería más adelante.
Así que, allí estaba, tumbada en su cama.
De pronto, alguien tocó a la puerta.
—Adelante.
—Feliz cumpleaños hija —dijo su madre entrando con una bandeja de pastelitos.
Adarys solo sonrió y se incorporó.
—Bueno hija, recuerda todo lo que te he dicho estas últimas noches.
—Cómo olvidarlo, madre. Llevo pensando en eso todo el rato.
—Hazme caso, ya lo entenderás más adelante Ada. Tu procura..
—“Ayudar al que venga y quedarme junto a él” —dijo en tono burlón —. Madre, desde que me has dicho eso, no paro de imaginar que alguien va a secuestrarme.
—No van a secuestrarte, solo van a llevarte al lugar donde perteneces. Al lugar dónde tendríamos que estar tú y yo.
—Lo sé madre, ¿pero por qué? Yo no he pedido que me lleven allí. ¿Qué pasa si no quiero ir?
—Adarys no digas tonterías, tienes que ir y salvar a la corte, ya lo hemos hablado. Has nacido para ello.
Adarys asintió y tomó un pastelito de la bandeja. Era una tradición que su madre la despertara así el día de su cumpleaños.
—Estate preparada para cualquier cosa. Ellos te explicarán mejor lo que eres y cómo funciona todo.
—Está bien, ¿pero y si no consigo ayudarlos?
—Lo conseguirás. Créeme que lo harás Ada, eres una mujer muy valiente y astuta.
Adarys sonrió ante el cumplido.
Justo esa noche a su madre se le veía de forma diferente. Como si estuviera más triste.
—Mi Ada, como has crecido ya. Nunca olvides lo mucho que te quiero—dijo su madre mientras se acurrucaba junto a ella—. Si alguna vez quieres contactar conmigo, manda un mensajero.
—Lo haré madre. Yo también te quiero.
Al parecer, iban a ir a por Adarys esa noche. O eso parecía, por que sinó su madre no se estaría comportándose de ese modo.
—Serán agradables contigo, así que se igual de agradable con ellos.
—Lo seré.
—Al final ya verás como te gusta vivir allí —hizo una pausa—. Y utiliza todo lo que te he enseñado con la espada si llegara el caso.
Adarys asintió.
—Te quiero. Y a padre un poco en el fondo también, aunque nuestra relación nunca haya sido buena.
—Él simplemente no sabe lo que eres. No sabe ni siquiera lo que soy yo. Pero se lo explicaré cuando te hayas ido.
Su madre la abrazó y le dió un beso en la frente.
—Haz lo que debas hacer en Levath. Y llévate la espada.
—Lo haré madre.
Le dedicó una última sonrisa y salió de sus aposentos.
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La Guerrera De La Noche
FantastikAdarys siempre ha vivido encerrada en un palacio, pero cuando cumple dieciocho años todo cambia, y el mundo al que creía pertenecer ya no es en el que le corresponde estar. Los licántropos necesitan su ayuda y su poder para derrotar las amenazas de...