Podía sentir esos ojos oscuros enterrarse en mi cuello a lo lejos como cada día, ya era una costumbre para mi esta sensación, y al voltear darme cuenta como aquel peli negro alto que siempre andaba con un moño en su larga melena posaba su mirada en mi con calidez, y yo solo volteaba a otro lugar con nervios y un poco de miedo, solo miraba pero no se acercaba a mi.
Geto Suguru.
- Algún dia le voy a reclamar. - dije a mis adentro ya cansada de esta situación de hace años, mas específicamente desde 1er año de secundaria, devolviendome de mis pensamientos, en mi campo visual aparecieron aquellos ojos azules como el cielo y el océano que se asomaban por aquellos lentes oscuros que lograban atraparme en un instante, pero éstos ojos jamás me devolvían la calida mirada que yo les regalaba.
Gojo Satoru.
Irónicamente el mejor amigo del voyeur que me observaba todos los dias sin falta, no pude evitar seguirlo con mi mirada viendo como saludaba al pelinegro con un gran abrazo, pasando su brazo por sus hombros acercándolo mas a el, mis mejillas rápidamente tomaron un color carmesí al ver a Satoru sonreír, era como ver un dios del olimpo.
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Pasado (1er año de secundaria).
Mis pies temblaban mientras me encontraba parada frente a aquel salón lleno de preadolescentes de mi edad totalmente desconocidos, mientras escuchaba la voz del profesor muy lejana debido a los nervios la cual repetía varias veces que por favor me presentara, nunca fuí muy buena con las multitudes, y mucho menos con gente de mi edad.
- M-mucho gusto, mi nombre es _ - mi voz tambaleó, tratando de sonreír cálidamente, pero al contrario mi sonrisa fue demasiado falsa, el pánico me estaba carcomiendo lentamente, me mude con mi mamá a este pueblo por cuestiones de su trabajo, así que tuve que comenzar desde cero.
Pasaron los días y nadie me hablaba, normal, no tengo cara de muchos amigos, pero si pude notar dos cosas, un chico, un poco mas alto que yo, con ojos achinados y una cabellera negra el cual siempre me miraba fijamente desde su lejano asiento, - Raro.- pero tampoco me desagradaba demasiado, tal vez, le parecía bonita es algo que no puedo evitar.
Y junto al pelinegro un chico con melena plateada y unos ojos que no podía dejar de apreciar, su nombre se quedo grabado en mi memoria desde el momento uno Satoru; este chico siempre estaba pegado al pelinegro como garrapata, nunca se iba de su lado y era raro verlo sin el.
Pasaron los años, y busqué las maneras de acercarme al peliblanco, pero se me hacía imposible mis palabras eran sordas para el, solo me veía sin ningúna expresión en su rostro y pasaba completamente de mi, el solo se fijaba en su amigo, y solo tenia tiempo para el, pero no me rendí tan fácil, cada año intentaba, y cada año pasaba de mi.
