capítulo 1

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No podía ver ni sentir, pero escuchaba... eso debía ser bueno.


-¡POR DIOS!, ¡LA MATE! -Era la voz de una mujer al parecer a poca distancia, su voz era rasposa y nerviosa. ¿Qué? -LA MATE...


-¡Calma, no fue tu culpa!, ella iba distraída -protesto otra mujer con tono angustiante, escuche pasos acercarse- Aún vive siente su pulso -Soltó una risa nerviosa- ¡Vamos, esta viva! ¡Llama una ambulancia!


Después de eso todo fue silencio, hasta que se escucharon sirenas.


-¿Policía? ¿Ambulancias? ¡Diablos!, ¿En qué lío me he metido? ¿Estoy muerta? -Pensé. Recordé a mí familia, mierda sí que se enojarían si no regresaba pronto a casa- Momento -Me detuve dentro de mi cabeza y por alguna razón, me sentía tonta- ¿Qué pasaría si estuviera muerta? -Mi mente se confundía, necesitaba respuestas, pero en el estado en el que estaba no lo conseguía.


El sonido de las sirenas era cada vez más fuerte, supuse en ese momento lo más obvio: iban por mí.


Escuche el sonido de varias personas mientras creo que me subían a la ambulancia. Una voz joven retumbaba en mi cabeza, me daba ánimos, me decía lo bello que era la vida: la voz de mi hermana. ¿Por qué se hacía presente ahora? ¿Acaso mi muerte ya se aproximaba? ¡No! ¿Qué dolor le causaría eso a ella?


-¡Es tarde!- dijo un hombre.


-¡NO, ella se salva! -Grito otro convencido otro hombre.- ¡El desfibrilador, rápido!


Todo era angustia en lo que creía y era la ambulancia. No podía rendirme, no debía hacerlo trataba de abrir los ojos, pero mis intentos fracasaban.


-Está muerta... -¿Qué? ¡No, no estoy muerta! Trataba de gritar, patear, llorar pero nada de mi cuerpo respondía, era inútil...


***


No podía creer que estaba muerta, parecía una especie de sueño. Me privaron de todos mis sentidos, excepto el del oído. Todo fue silencio durante mucho tiempo, por lo que me parecieron años. Me llevaron a un cuarto, donde mis padres tendrían que ir a reconocer mi cuerpo.


Tiempo después escuche el sonido de la perilla, y después el de la puerta al ser arrastrada. Pasos se acercaban a mí. Mi corazón se comenzó a acelerar.


-Es ella...-dijo mi padre en un susurro. ¡MI PADRE!, me puse feliz, sentí de inmediato una calidez de protección al escuchar su voz.


-Bien, solo tiene que firmar unos papeles... lo siento mucho señor. -Contesto un hombre con voz ronca y vieja. Mi entusiasmo se había reducido al comprender que mi padre no estaba feliz de verme, al menos muerta no.


-Tu madre no quiso pasar -Su voz sonaba dulce y cansada, mi madre había hecho bien. - Yo... -No escuche y dijera nada más. Sus pasos comenzaron a alejarse y el sonido de la perilla y la puerta se repitió como al principio. Mi alma se comenzaba a vaciar de nuevo ante su partida.




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