Capítulo 94. Agradecida con Alana.

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Cuando Laila entró de nuevo en la sala acompañada por Lola, sintió rápidamente unas miradas escrutadoras sobre ellas. Todos las miraban, pero Laila enseguida buscó una mirada en concreto, y cómo no, la sintió sobre ella nada más la encontró. Y sentirla de esa manera le provocaba una felicidad infinita, a pesar de estar viviendo uno de los peores momentos de su vida. 


Mientras Lola se dirigió hacia sus amigos, Laila subió a la tarima de forma decidida, aunque no le gustaba hablar en público porque se ponía muy nerviosa por tener cierto miedo escénico, pero en ese momento no le quedó más remedio que hacerlo.

-Hola a todos. Ahora sí, me gustaría daros las gracias por pasaros por la galería Zurita para ver mi exposición. Espero que esté siendo del agrado de todos y la estéis disfrutando. Si tenéis alguna duda, no dudéis en preguntarme. Y también quiero agradecer a mis alumnos que a pesar de no compartir con ellos todo lo que estoy viviendo con la enfermedad, estén aquí para acompañarme en esta noche tan especial e importante para mí. Y cómo no, a mis amigas y a mi "yaya" Pilar, que está por ahí escondida porque le da vergüenza todo ésto. Bueno, como el título de la obra lo dice, "San -arte" he querido mezclar lo que es para mí, como artista, la enfermedad viviéndola en mis propias carnes, con el arte. No hay nada que me haga más feliz que sentirme libre a la hora de pintar, de jugar y poder experimentar con los colores que la naturaleza nos ofrece. Bueno, sí, quizás hay algo que sí me hace más feliz, pero eso ya lo dejo para mi intimidad - dijo la profesora con una bonita sonrisa mirando fijamente a su oncóloga, mientras todos reían por lo que había dicho Laila. A Alana le picó la curiosidad y quiso saber qué le podía hacer más feliz que pintar. Debía descubrirlo y sabía que no tardaría en hacerlo - entonces he tenido la suerte de poder plasmar en los lienzos toda la montaña rusa por la que estoy pasando desde que me diagnosticaron la enfermedad. Subidas y bajadas constantes, negación, aceptación, ira, rabia, dolor físico y psicológico, llanto, malestar general…Pero también alegría, felicidad, placer, el saber que hay personas que están de paso y otras que se quieren quedar en tu vida en las buenas y en las malas, el descubrimiento del verdadero amor… - Alana se quedó de piedra con lo que estaba diciendo Laila. ¿Tenía que ver ella algo con esa confesión por parte de la artista? Sólo esperaba que sí, que la joven se refiriera a ella. No podía imaginarse a Laila enamorada de otra mujer que no fuera ella. Esa opción no estaba en su cabeza. Pero de repente le entraron las dudas y comenzó a moverse con cierto nerviosismo - Y para finalizar este discurso, porque estoy segura que ya tendréis ganas de que me calle, quiero darle las gracias a una persona en especial. A esa mujer que me ha acompañado desde el minuto uno de mi enfermedad, que me ha apoyado y ha estado ahí para mí, con su humildad y sencillez que la caracterizan, porque sí, mi oncóloga, la doctora Del Olmo, ha estado a mi lado con llamadas que no tenía por qué hacer simplemente interesándose por cómo estoy, y siendo capaz incluso de estar a mi lado en los peores momentos de mi enfermedad - Laila no pudo evitar mirar fijamente a los emocionados ojos de Alana. Ambas mujeres estaban a punto de derramar alguna lágrima que otra. Se veía en la obligación de darle las gracias por todo lo que estaba haciendo y había hecho por ella, porque sabía que no todas las personas serían capaces de hacerlo, como por ejemplo la galerista. Con las dos mujeres, Laila había podido ver las dos caras de la moneda. Lo que la profesora prefirió no decir públicamente que el cuerpo que había fotografiado y pintado por ella misma, era el de su oncóloga. Aunque el día que la pintó habían quedado las dos mujeres que pondría su nombre para que todo el mundo supiera de quién era ese precioso cuerpo, Laila lo valoró posteriormente y prefirió no exponer de ninguna manera a Alana. Con darle las gracias había sido suficiente - así que muchas gracias, doctora Del Olmo, le debo mucho y siempre le estaré muy agradecida- le dijo la profesora dirigiéndose a ella directamente, delante de todos, lo que hizo que el rostro de Alana se pusiera rojo en unos pocos segundos, mientras la gente comenzó a aplaudir.

Raquel pasó su brazo por la cintura de su amiga, porque sabía que las palabras de Laila le habían llegado al alma, además de ser por unos segundos el centro de atención de toda la concurrida sala. La oncóloga parecía un flan y de un momento a otro podía romperse en muchos trozos, por lo que se dejó sujetar por su amiga.


Doña Pilar, que había estado sentada para no cansarse demasiado, se había acercado a la oncóloga porque necesitaba hablar con ella y darle las gracias por todo lo que estaba haciendo por Laila.

-Doctora…Ya ve lo importante que es usted para mi niña - le dijo Pilar a Alana pícaramente - Laila se merece todo lo mejor de esta vida y no me gustaría que usted saliera de ella. Laila la necesita, bueno, se necesitan en realidad.

Alana miró fijamente a esa pequeña y frágil mujer y sólo pudo asentir a sus acertadas palabras, para luego darle su punto de vista acerca de lo que ella le había dicho sobre Laila.

-Doña Pilar, tiene usted razón, Laila sí se merece que le pasen sólo cosas bonitas, es un mujerón convertido en torbellino y todo lo que toca, lo arrolla con su carisma y su buen hacer. No deja indiferente a nadie. Y no tengo intención de salir definitivamente de su vida.

-¿Qué quiere decir con eso?¿Acaso va a salir de su vida aunque sea temporalmente, doctora?

-Doña Pilar, haré todo lo que esté en mis manos para que Laila se cure, deje atrás la dichosa enfermedad y pueda llevar una vida como cualquiera. Quiero que ella esté bien. Lo primero es ella, y luego ya se irá viendo.

-Claro, doctora, pero no se olvide que Laila ya ha elegido, y su elección es usted. No se aleje de ella, por favor, la necesita para curarse.

-No lo haré, tranquila - Alana tuvo que mentirle a la pobre mujer. No era capaz de decirle que quizás era necesario para que Laila pudiera estar tranquila el alejarse un tiempo de ella, hasta que todo se pusiera en su sitio y pudieran dejarlo todo atrás, para empezar una vida juntas sin llevar ningún peso detrás de ellas, porque la oncóloga era consciente que María no las iba a dejar tranquilas mientras supiera que cabía la mínima posibilidad de que hubiera algo entre ellas.

Matices y colores (8° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora