2. Un reencuentro difícil

328 27 10
                                    

El despertador llevaba rato sonando, no había podido dormir nada en toda la noche y estaba planteándome seriamente no ir a primera hora. La Dra. Deluca no me había caído nada bien y Ainhoa me había parecido demasiado estirada, era de esas que tenía un palo metido en el culo.

Estaba debatiéndome entre quedarme en la cama o levantarme e ir a la universidad cuando sonó el timbre. Miré la hora, las 08.00. ¿Quién narices toca al timbre a estas horas?

Me incorporé para ir a abrir, pero antes de que me diera tiempo a ni siquiera ponerme las zapatillas, este volvió a sonar.

- Ya va, ya va, tanta prisa de buena mañana, joder. - dije lo suficientemente alto como para que la persona que estuviera detrás de la puerta me escuchase. Cuándo salí de la habitación vi a mi hermano Jon sentado en el sofá de la sala.

- ¿Esperas a alguien? - le pregunté.
- ¿A quién voy a esperar yo a estas horas?- respondió aún medio dormido, estaba claro que el timbre lo había despertado.

La casa se llenó de un silencio denso cuando la puerta se abrió y la figura de mi tía, Marta, apareció en el umbral. Me dio un vuelco al corazón, y clavé mi mirada en sus ojos, claramente cansados. Dos largos años habían pasado desde la última vez que la había visto. No podía creer que estuviese ahí, en frente de mí, después de tanto tiempo. Me sentí inundada por una mezcla de emociones: la tristeza, la decepción y la furia.

- Marta - murmuré tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar todo el dolor y la ira que había acumulado durante estos dos años de ausencia.- ¿Dónde has estado?.

-He estado liada, ya sabes, tu tía y sus cosas.- dijo sonriendo

Y tanto que sabía, mi tía llevaba apareciendo y desapareciendo de nuestras vidas desde que mi hermano y yo teníamos uso de razón. Cuando éramos más pequeños, nuestros padres nos decían que era por temas de trabajo, pero cuándo hace 4 años apareció borracha y desorientada en casa de mi abuela cuando estabamos celebrando mis 18, lo entendí todo, mi tía tenía un problema con el alcohol.

- Tú... - pensé un momento en que decirle.- tú simplemente desapareciste.

Me dio la impresión de que estaba a punto de decir algo cuando apareció por la puerta Martínez.

- Buenos días, familia. - dijo animado.- traigo magdalenas de las que tanto os gustan, las ha hecho mi...- Se detuvo.- Oh, perdón, no sabía que teníais visita, me voy, solo venía a acompañarte a la uni para que no llegases tarde.

- No te puedo creer, ¿has empezado la universidad?- dijo mi tía claramente sorprendida.

No dije nada, no sabía que se suponía que tenía que decirle, no le debía ninguna explicación, llevaba 2 años sin saber nada de ella y ahora pretendía saberlo todo de mí.

- Sí, hace poco menos de una semana que hemos empezado segundo año de medicina.- Dijo Martínez sonriendo.

- Medicina.- exclamó mi tía.- no lo puedo creer, con lo mal que se te daban a ti los estudios Luz.

Basta, estaba harta de esta situación de mierda, puse los ojos en blanco y miré a Martínez.

- Me cambio y salimos, ¿tú has terminado por hoy o piensas quedarte aquí mucho más?- dije, claramente cabreada, mirando a mi tía.

-Bueno, luz, yo... -dudó un segundo.- ya me iba, solo quería invitaros a una cena mañana en mi casa, ahora me están yendo las cosas bastante bien y he vuelto al pueblo para quedarme, aparte hay alguien que quiero que conozcáis.

- Yo no sé si podré, estoy muy liada estos días, pero se lo digo a mis padres.- dije rápidamente.- Ahora si no te importa vete, tengo que vestirme e ir a clase, algunas sí tenemos responsabilidades.

La tensión en el ambiente era palpable, mi tía me miró decepcionada, pero supongo que entendió que no era el momento, así que no dijo nada más, se despidió de Jon, a quien no había dirigido palabra desde que había llegado y salió de casa.

Cuando llegamos a clase, el aula de anatomía estaba sumida en la penumbra, iluminada solo por la tenue luz de los proyectores que mostraban imágenes de osteología de miembro inferior. Los estudiantes se agrupaban en mesas y conversaban sobre los distintos accidentes óseos.

La profesora, Carina, caminaba con elegancia por la sala. Su voz resonaba con autoridad mientras explicaba los distintos reparos anatómicos que podríamos encontrar en el hueso fémur.

- El fémur es un hueso que se encuentra ubicado en el muslo, es un hueso largo, por lo tanto, tiene 1 diáfisis, 1 epífisis proximal y 1 epífisis distal...- continuó hablando, pero yo no podía evitar distraerme, mis ojos se desviaban hacia Ainhoa más a menudo de lo que me gustaría admitir.

La forma en que hablaba con la Dra. Deluca, su conocimiento y su pasión por la anatomía eran irresistibles. Cada palabra que salía de sus labios me hipnotizaba, y no podía evitar sonreír tímidamente cuando nuestras miradas se cruzaban.

Mientras la clase continuaba, me esforzaba por concentrarme en las diapositivas, pero mi mente divagaba hacia pensamientos de cómo sería hablar con Ainhoa fuera del aula. ¿Cómo podría acercarme sin que pareciera inapropiado? Quizá la respuesta a mis preguntas estaba mucho más cerca de lo que pensaba.

Todo ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora