3. La cena

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holiii, como andan? espero que el ff les esté gustando, ésta semana me di cuenta que me siento mas cómoda y me expreso mejor narrando desde un punto de vista distinto al que venía utilizando hasta ahora así que de aquí en adelante cambiará eso, nada, espero que puedan entenderlo, les mando un beso y un abrazo a todas las personitas que se toman el tiempo de leerme y comentar, lo aprecio mil💕

Pd: mica (editora y duo dinámico) éste capi es para ti :)

- Yaiza

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Marta, la tía de Luz, había organizado una cena en su apartamento para presentar a la familia a alguien especial. Luz, sin sospechar nada, llegó al lugar con una sonrisa curiosa. Al entrar, vio a Marta junto a una mujer elegante de cabello pelirrojo, espera, ¿esa no era?

- Mira, Luz, quiero que conozcas a alguien muy importante en mi vida.- dijo Marta con una chispa traviesa en sus ojos. - Esta es Ainhoa, mi novia.

Luz quedó momentáneamente sin habla al reconocer a Ainhoa y no pudo evitar alucinar por lo guapa que estaba en ese momento.

Ainhoa llevaba un vestido elegante que realzaba su figura y resaltaba sus curvas de manera exquisita. Su cabello caía en cascada sobre sus hombros, brillando con un tono rojizo a la luz tenue del lugar. Sus ojos, siempre cautivadores, parecían brillar con una intensidad especial esa noche.

Luz quedó momentáneamente sin palabras mientras Ainhoa se acercaba, y su corazón latía con fuerza. Cuando Ainhoa sonrió, su mirada se encontró con la de Luz, y un rubor se apoderó de su rostro.

- Es un placer conocerte, Luz. Marta me ha hablado mucho de ti.- dijo Ainhoa estrechando su mano.

Le había estrechado la mano, está vez sí, y Luz, por un momento, juró poder ver en la expresión de la chica una sonrisa burlona, como si lo hubiese hecho queriendo, como si se acordase de la primera vez que se encontraron en el pasillo de la facultad, como si hubiese estado pensando en hacer aquello desde entonces.

Luz, aún asombrada por la sorpresa, recuperó la compostura y respondió con un rubor en las mejillas.

- El placer es todo mío, Ainhoa.- Contestó Luz, ¿estaba Ainhoa fingiendo que no se conocían de nada?

Luz se sentó en la mesa, nerviosa pero emocionada, mientras observaba a Marta y a Ainhoa conversando animadamente. La luz tenue de las velas iluminaba la escena, creando un ambiente cálido y acogedor en el comedor.

Luz observaba con una mezcla de emoción y desesperación desde el otro lado de la mesa mientras Marta y Ainhoa compartían risas y miradas cómplices durante la cena familiar. El corazón de Luz latía con fuerza, y no precisamente por el delicioso aroma de la comida que había preparado su tía Clara, la tercera de las hermanas La Sierra y encargada del menú de esa noche.

Marta y Ainhoa compartieron en secreto un momento en el que sus dedos se rozaron accidentalmente al tomar los mismos cubiertos. Luz vio cómo Ainhoa sonreía de manera especial, y una sensación de ardor le recorrió el cuerpo. Cada palabra, cada risa, todo parecía destinado exclusivamente a ellas dos.

Luz se esforzó por mantener una apariencia serena, pero su mirada envidiosa no pasó desapercibida para su madre, quien le lanzó una mirada algo incómoda para la chica. La tensión en el aire era palpable, y Luz luchaba por mantener la calma mientras continuaba comiendo, aunque su apetito se había desvanecido.

A medida que la noche avanzaba, Luz y Ainhoa  comenzaron a intercambiar miradas, sonrisas fugaces e intereses comunes.

- Luz, estás muy callada hoy.- dijo Marta.- Cuéntale a Ainhoa la vez aquella que fuimos al parque de atracciones y te escondiste en los baños para poder quedarte toda la noche allí y tener todas las atracciones para ti sola.

Mi tía me lanzó una sonrisa despreocupada, la verdad es que la había visto mucho mejor que la última vez, durante la cena nos contó que conoció a Ainhoa en una de las tantas reuniones de alcohólicos anónimos a las que llevaba más de un año asistiendo y nos dijo que, con el tiempo, ambas encontraron amor y apoyo en un lugar que nunca habían imaginado. Mi tía parecía haber cambiado de verdad y la persona que estaba a su lado tenía gran parte de culpa.

Finalmente, cuando Marta y Ainhoa intercambiaron un abrazo prolongado antes de despedirse, Luz se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. La noche se convirtió en un tormento silencioso mientras reflexionaba sobre sus propios sentimientos y la imposibilidad de competir con la complicidad que parecían compartir Marta y Ainhoa.

Ya de vuelta en casa, su padre abrió la puerta y Luz, con un suspiro de alivio después de una cena familiar que había sido más intensa de lo que había imaginado, se dejó caer en el sofá y cerró los ojos, tratando de relajarse. Los recuerdos de la cena seguían asaltando su mente.

Luz se levantó del sofá y caminó hacia la cocina, necesitando algo para distraerse de sus pensamientos. Abrió la nevera y sacó una botella de agua, luego se quedó mirando fijamente dentro de ella, perdida en sus pensamientos.

¿Por qué no podía dejar de pensar en Ainhoa? Se regañó a sí misma por ser tan celosa y confundida por la situación. Marta tenía derecho a ser feliz, y si eso significaba estar con Ainhoa, entonces así debía ser. Pero eso resultaba más fácil decirlo que hacerlo.

Suspiró y cerró la nevera. Sabía que necesitaba hablar con alguien sobre sus sentimientos, pero no estaba segura de cómo abordar el tema.

- ¿Desde cuando te gusta esa chica?.- preguntó su madre entrando en la cocina

- Pero qué dices mamá por favor?.- Luz trató de no atragantarse con el sorbo de agua.

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