❝En la penumbra de la noche eterna, bajo un manto de estrellas que titilaban como joyas celestiales, un ángel se alzaba en su esplendorosa majestuosidad. Sus alas, radiantes y nacaradas, se extendían como la aurora misma, lanzando destellos de luz que danzaban en el firmamento. Su figura era la personificación de la pureza y la gracia divina, un ser cuya belleza trascendía cualquier descripción terrenal. Era una maravilla que desafiaba las convenciones y trascendía los límites de lo etéreo. Su apariencia era un equilibrio perfecto entre lo masculino y lo femenino, una obra maestra de simetría y armonía.
Su rostro era suave y esculpido con una delicadeza que evocaba la perfección, claro de una creación que solo un Dios todo poderoso podía haber creado. Sus ojos, grandes felinos, solo indicaban que su rostro era una divina mezcla de las bellas criaturas que habitaban la tierra. Los labios de este ser andrógino eran pequeños y carnosos, su color recordaba a la fruta prohibida, brillantes y rojos, una invitación a la tentación. Una melena de cabello sedoso y ligeramente ondulado caía sobre sus hombros y afiladas clavículas, enmarcando su rostro.
Su piel era un lienzo impecable, una paleta de marfil que parecía brillar con una luz propia. Las mejillas redondas y naturalmente rosadas aniñaban su rostro cual querubín. Contrarrestando su cuerpo tentador, esbelto y frágil, sus curvas acentuadas y músculos fusionándose en una armonía única.
Sin embargo, en la penumbra de las sombras, acechando desde lo más profundo de la negrura, un demonio observaba con avidez al ser celestial. Sus ojos brillaban con una lujuria infernal mientras escudriñaba al ángel con un deseo inhumano tal como su propia naturaleza. La oscuridad que lo envolvía parecía palpitar como un corazón lleno de malicia y tentación.
El demonio era una figura retorcida y desfigurada, con cuernos que se alzaban desde su cabeza y una sonrisa maliciosa que revelaba filas de afilados dientes y colmillos. El demonio, gracias a su naturaleza infernal, malévola, poseía una belleza que era difícil de ignorar. Su apariencia era una amalgama de tentación y peligro.
Su piel estaba bañada en una tonalidad de fría profunda, solo podía ser comparada con la neblina, que a pesar de eso brillaba como estrellas. Los rasgos de su rostro salpicado de lunares eran perfectamente esculpidos, su nariz y mandíbula rectas con pómulos altos y definidos que resaltaban su mirada ardiente de un color carmesí intenso, contenían el fuego del averno en su interior. Eran ventanas a un abismo de pasión y deseo, y su mirada podía consumir a cualquiera con una sola ojeada. Sus cejas oscuras y rectas le daban una expresión de confianza y determinación, como si supiera que tenía el mundo a sus pies.
El demonio poseía una cabellera de un negro azabache que caía despeinada, cada mechón parecía tener vida propia, danzando con el viento como sombras vivientes. A veces, una luz roja se filtraba entre los mechones, como si el fuego ardiente de su interior estuviera tratando de escapar.
Su figura era imponente y corpulenta, con músculos que se destacaban de manera seductora bajo su piel obsidiana. Su presencia estaba envuelta en un aura de magnetismo que resultaba irresistible, como si el mismo inframundo lo hubiera moldeado para seducir y tentar a los mortales. O a cualquier criatura que este quisiera seducir.
Desde su escondite en las sombras, el demonio no podía apartar la mirada del ángel, cuya pureza era un recordatorio constante que debía arruinarlo lo más pronto posible. Desde lo lejos podía adivinar que era una cosita diminuta y fantaseaba constantemente lo fácil que sería destrozarlo. ❞
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mini fic smut.
angel jungwon.
bottom jungwon. (boypussy)
demon sunghoon.
top sunghoon.
feminización.
corruption kink.
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©m-mymeloudy obra propia.
¡pronta publicación!
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(in)pure ━ sungwon.
Fanfiction❝ En la penumbra de las sombras, acechando desde lo más profundo de la negrura, un demonio observaba con avidez al ser celestial. Sus ojos brillaban con una lujuria infernal mientras escudriñaba al ángel con un deseo inhumano tal como su propia natu...