Capítulo 3

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¿Por ahora? Le tomo la mano, esperando estrechársela, pero acaba enganchándome por la muñeca y tirando de mí hacia él. Gruñe cuando mi cuerpo choca con el suyo. Siento un calor intenso. Aunque disfruto de la sensación del enorme cuerpo de Corano contra el mío, intento retroceder, sabiendo que estoy a punto de meterme en un buen problema.

-No te escaparás de mí ahora. - me dice mientras se inclina para susurrarme al oído: -He estado esperando esto. Hace un año que te vi por primera vez.

Me clava los dientes en el cuello y suelto un pequeño grito ahogado. El dolor se dispara entre mis muslos y el calor se apodera de mi estómago. Mis dedos se clavan en la parte delantera de su camisa mientras mi cuerpo experimenta un cúmulo de sensaciones y emociones.

- ¿Padre?- No tengo ni idea de lo que está pasando ahora, pero es Corano quien responde.

-Ahora soy tu papi. - Corano levanta la cabeza y sus ojos oscuros se encuentran con los míos. La intensidad y el hambre que veo en ellos hacen que se me corte la respiración.

- ¿Bebidas? - pregunta mi madre al entrar en el comedor, ajena a lo que está pasando. Deja sobre la mesa la Coca-Cola y el whisky normales de mi padre.

-Tomará leche con la cena. - le informa Corano a mi madre, y ella asiente y sale de la habitación sin decir una palabra sobre Corano abrazándome contra su cuerpo.

Algo duro me oprime el estómago.

-No entiendo qué está pasando. - susurro.

-Lo que pasa, pequeña, es que tu padre se ha metido en un problema y ahora no puede pagar sus deudas. - Miro a mi padre, que nos mira fijamente. Los dedos ásperos de Corano se deslizan por detrás de mí muslo y se meten bajo mi falda. Espero que mi padre diga algo, pero no lo hace. En lugar de eso, observa la mano de Corano y luego se relame los labios.

- ¿Cuánto te debe?- Gimo mientras los dedos de Corano me agarran las nalgas y luego se clavan en mí.

-Unos cuantos millones. - dice, y jadeo. ¿Unos cuantos millones?

- ¿Qué tiene eso que ver conmigo? -La pregunta se me escapa de la boca, pero creo que ya lo sé.

-Tiene todo que ver contigo, pequeña. Eres la única garantía que tiene.

- ¿Yo?

-Eres virgen, ¿verdad? - Mi cara se acalora, pero asiento. -Te has portado muy bien el último año, pero lo confirmaré por mí mismo.

Antes de que pueda preguntarle cómo lo va a hacer, me levanta de los pies y me coloca sobre la mesa del comedor. Me tumba y veo con los ojos muy abiertos cómo me levanta la falda y me baja las bragas por las piernas. Jadeo cuando me separa los muslos y, cuando intento cerrarlos, me golpea la parte exterior de uno de ellos.

-Pórtate bien. No quiero tener que castigarte. - El escozor en el lugar donde me ha golpeado me hace palpitar el sexo y dejo que mis muslos se abran para él. -Mira qué linda estás. -Me pasa el dedo por la costura de mi sexo desnudo.

-Mamá dice que tengo que mantenerme depilada. Que se supone que las chicas deben hacerlo. - Su dedo se detiene sobre el pequeño manojo de nervios que palpita casi dolorosamente.

Siento los ojos de mi padre clavados en mí mientras suelto un gemido. Cuando empieza a acariciarme, me siento tan bien porque sus dedos ásperos son diferentes de los míos. He intentado jugar conmigo misma antes, pero nunca conseguí lo que mi cuerpo anhelaba. Puede que los dedos de Corano lo consigan, porque son tan gruesos y ásperos como el resto de su cuerpo. Me asomo y veo que mi padre sigue mirándonos sin decir nada.

Sus ojos miran hacia donde Corano me está tocando, y tiene la misma mirada acalorada que Corano. Mi padre suda como si hubiera hecho ejercicio.

Un cálido escalofrío me recorre el vientre y miro a Corano cuando su dedo deja de moverse. Mis caderas empiezan a levantarse, pero él las agarra para impedir que vuelva a hacerlo.

-Estate quieta y déjame comprobarlo. - Es entonces cuando siento que me aprieta con fuerza.- ¿Y si no soy virgen? - No sé por qué pregunto, porque lo soy.

-Entonces tu padre perderá algo más que a su hija esta noche.

La presión se hace más fuerte y siento un pequeño pellizco. Soy virgen, y creo que ahora Corano lo ha confirmado por sí mismo. Me cuesta no mover las caderas, pero no quiero meterme en problemas. Soy una buena chica y siempre sigo las reglas.

-Es tu día de suerte, John. Tu hija acaba de salvarte la vida.

Daddy's Boss de Ar Taboo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora