Brutus estaba en el suelo, rebozado de barro y de magulladuras. Junius tenía ventaja sobre él por estar más alto. En realidad siempre había sido más fuerte que él. Desde que eran niños su hermano lo ninguneó. Pero eso era demasiado, no iba a permitir que le hiciera nada a su amada. No le importaba que fuera una elfa, le daba igual, la amaba más que nada en la vida y haría lo que fuera por salvarla. Reculó unos pasos atrás y consiguió ponerse de pie tras el último puñetazo que le propinó. Tenía la vista nublada, fue difícil pero lo consiguió. Junius se rió:
-Vamos, ni lo intentes, marica.
Él pensaba que iba a devolverse, a propinarle un puñetazo. Pero no quería perder más el tiempo. Se fue corriendo hasta la casa, notando la sombra de su hermano detrás. Por suerte Brutus era más rápido, siempre lo había sido. Cuando llegó a la puerta de la casa, la empujó con su hombro y vio la espalda de su padre que estaba encima de Ithil que lloraba desconsolada, que gritaba para que parara. Brutus miró a su alrededor y en una de las paredes, colgaba la ballesta de su padre. No se lo pensó, la tomó, apuntó y disparó. Le dio justo en la parte derecha de su cabeza. ¡Zas! Cayó en redondo. Ithil vio la flecha asomarse por su ojo justo cuando el pene de ese sucio humano iba a entrar dentro de ella. Estaba confundida, débil, sin poder moverse por el cadáver que la aprisionaba.
-¿Qué has hecho? ¡MALDITO SEAS!
Junius le atacó por la espalda, la ballesta cayó al suelo. Le propinó un puñetazo en la boca, Brutus notó como se le rompió un diente. Cada vez tenía la vista más nublada, la cabeza embotada y un silbido penetrante en sus oídos. Palpó con sus manos en suelo de madera hasta que dió con una de las flechas de su carcaj, aquel que dejó en el suelo de cualquier manera el día anterior. Como Junius estaba tan absorto pegándole, no vio sus intenciones. Le clavó la flecha en sus costillas. Se dejó caer y gritó desesperado. Mientras, Ithil consiguió sacarse de encima al muerto y vio la horrible escena: Brutus en el suelo malherido, sin poder abrir uno de sus ojos, la cara empapada de sangre y barro.
Ithil se acercó a su amante con tal de ayudarle.
-Brutus, lo siento mucho, es todo mi culpa...
Él sonrió con una mueca.
-Adeline, mi amor...
-Me llamo Ithil, siento haberte mentido.
-Da... da igual... me da igual que seas una... que seas una elfa...
Su hermano que gritaba de dolor, se cayó a un lado, dio contra la mesa y se quedó recostado. Se arrancó la flecha de un tirón.
-Maldito seas, Brutus...
Dio una zancada, agarró a Ithil del hombro y la empujó con furia a un lado. Después, con la misma flecha que se extirpó de su costilla, apuñaló a su hermano.
-¡No! -gritó Ithil.
Lo hizo con tanta fuerza, que su grito no fue solo un grito, conllevaba una energía inhumana que hizo que el cuerpo de Junius chocara directamente contra la pared, como si pesara lo mismo que una hoja caduca y fuera arrastrado por el viento. Se quedó inerte contra el suelo.
-Brutus, Brutus...
Se agachó a su lado y acunó sus mejillas con las manos. Él la miró con su único ojo abierto. De su estómago brotaba una sangre espesa que olía a óxido. Ithil notó como su alma se desvanecía.
-I.. Ithil...
-No digas nada, voy a por unas medicinas y...
-N... No... -Brutus sacó una de las manos que presionaba sobre la herida y la cogió de la mano-. No... n... no me... de... dejes...
-Vas a ponerte bien, Brutus -dijo ahogada en un llanto-. Nos iremos juntos cuando te recuperes...
Brutus pasó su mano ensangrentada por su mejilla:
-T... te... te a... amo, Ithil.
Ithil cerró los ojos cuando le dijo eso, negó con la cabeza.
-Por favor, no me dejes, yo también te amo, Brutus, vas a ponerte bien...
No hubo respuesta y en su corazón, sintió cómo el alma de su amor se perdía en el más allá.
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Mágica tentación
FantasyIthil es una elfa que debe recorrer una larga senda hasta encontrar un nuevo hogar, después de que su poblado haya sido arrasado por las llamas. En el camino conoce a Brutus, un humano con el que no puede evitar caer en las garras del amor, un amor...