Lloró desesperada sobre su pecho. No podía ser verdad, no podía estar muerto. Pero su piel palideció y quedó fría como el acero. Le pasó los dedos por su cicatriz, por sus ojos, por sus labios. Quería memorizar cada surco de su piel, porque sabía que no lo vería nunca más, quizás en algún sueño si tenía suerte y no era más que una sombra. El hermano de Brutus seguía vivo. Ithil tenía que escapar antes de que recuperara el conocimiento, la mataría con total seguridad. Se limpió las lágrimas con la palma de la mano, y antes de ponerse de pie, le dio un suave beso en los labios. Después, tomó un abrigo de uno de los colgadores —supo que era de Brutus, por su olor— fue hacia la cama, donde estaba el cadáver del padre de Brutus y rebuscó con asco en sus bolsillos hasta que encontró su collar. Lo guardó en el hatillo que Brutus había preparado, donde había ropa y provisiones. También tomó las armas, la espada, el arco, incluso la ballesta. Salió fuera, donde parecía que nada malo había pasado, el mundo seguía como estaba, pese a la tortura que estaba sufriendo su corazón: el sol seguía brillando, el trinar de los pájaros, el olor a petricor… Ithil sacó su corcel del establo, ató sus pertenencias, se montó y salió al galope.
Como aquella vez en que tuvo que huir de las llamas de la muerte, que se lo arrebataron todo. «La muerte me la tiene jurada», pensó cabalgando tan deprisa que las lágrimas se secaban a medida que salían de sus ojos.
—Pero te han regalado una vida —oyó que le decían los árboles.
Paró su caballo y se puso la mano en su barriga.
Estaba embarazada.
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Mágica tentación
FantasyIthil es una elfa que debe recorrer una larga senda hasta encontrar un nuevo hogar, después de que su poblado haya sido arrasado por las llamas. En el camino conoce a Brutus, un humano con el que no puede evitar caer en las garras del amor, un amor...