sᴇɪs

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—Así que irán a Hiss... —Preguntó la castaña.

—Exacto mi lady.

—Síguelos Porfavor Shadow; y si es posible matalos.

—Como ordene mi lady.

El hombre vestido totalmente de negro abandona el balcón donde se encontraba Marianne, era el atardecer con la luz del ocaso qué entraba por el ventanal.

Sin duda alguna, Marianne, estaba ansiosa. Su más grande sueño estaba cerca de cumplirse...

Ser la emperatriz.

Desde que llego a esta vida siempre le dijeron que era la protagonista, la única que importaba en todo. Que todo lo que toque sería suyo.

Enoch y Bonaparte eran bastante unidos por lo que cualquiera aseguraría qué sus hijos se comprometerían en sagrado matrimonio. Sin embargo eso no llenaba la avaricia de Marianne, Ian era apuesto, el hombre del cual todos hablaban; ya sea por su atractivo físico o porque de nuevo huía de las manos de su padre para viajar a todo tipo de lugares.

Ian quería ser libre mientras que Marianne quería poder.

Cuándo conoció a Ingrid estaba encantada. Le pareció ver como un ángeles con sus alas abiertas y su vestido de joyas volaba por los alrededores, pero los comentarios de la gente que estaba cerca no combinaban para nada con su propia imagen.

—Escuche que con tan solo 15 años ya decapito a una bestia devora hombres...

—No es para nada femenino de su parte.

—Y pensar que algún día ella va a gobernar ¡Que horror!

—Sin dudarlo diría que entraremos en tiempos sangrientos cuando tome el poder...

—Si tan solo fuera más elegante y refinada...

—O con un aroma más agradable, mi estómago no tolera el hedor de la sangre.

—Encima es muy descortez, nunca cortejaria a un buen hombre.

—Ojalá haya otro heredero...

A Ingrid parecía no importarle los comentarios, pero a Marianne...

Eso fue la llave qué daría paso a la entrada triunfal como candidata a princesa heredera.
Ella era lo que los nobles buscaban en Ingrid.
Ella era lo opuesto a Ingrid.
Ella lo tenía todo.

¿Pero cómo lograría sacar a su competencia del camino?

Ya era adorada por la emperatriz, aunque no hay comentarios acerca del emperador. Los nobles la adoraban como a una deidad.
Corrían rumores de que hay una fuerte relación con los fundadores del Imperio...

Pero Ian metió la pata, Ian le pidió matrimonio.


—Espero que aceptes mi propuesta Lady Selena...

Con la luz del ocaso llegando a su fin, la castaña vuelve a entrar a su habitación para ser atendida por sus damas quienes la ayudarían a cambiarse para ir a cenar junto a los emperadores.

« ☼︎ » O ʜ   ɴ ᴏ- ̗̀  ⋯₊˚ˑೄ*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora