Katsuki corría, finalmente era el día de su gran partido, la final contra la preparatorios Shiguetsu, si ganaban y sobresalía estaba seguro de que obtendría la beca para ir a la Universidad UA, donde cumpliría sus sueños.
Pero algo más lo motivaba, llevaba tres días alistando todo, así que debía cumplir el plan a la perfección.
Las gradas del pequeño estadio de su Preparatoria estaban a reventar, todo el pueblo estaba reunido para apoyar a su selección. El juego decidiría quien asistiría a las nacionales, aunque eso no le importaba al alfa rubio que corría para llegar a tiempo a los vestidores. Jugaría, sí, pero no era la UA el premio mayor.
Unos pocos minutos después el juego comenzó. Todos animaban a su equipo pues estaban jugando de locales y la emoción retumbaba en cada centímetro del lugar.
Sin embargo, había un pequeño asiento que era lo único que importaba en ese momento. El lugar que quedaba justo detrás de los vestidores de su equipo, donde un tímido Omega peli verde veía el juego, a pesar se su corazón roto. Pues había asistido solo para ver jugar a su exnovio, ni siquiera le entendía al juego, pero celebraba cada vez que el público que los apoyaban lo hacía.
Katsuki se concentró al máximo, llevando a su equipo a la victoria que sabía que obtendría.
Todo el estadio vibraba por los gritos emocionados y felices de la gente.
Katsuki sabía que en las gradas también estaban los caza talentos, pero el no había jugado bien por ellos sino por el pequeño owmga que lentamente trataba de salir del estadio con los ojos llenos de lágrimas.
Sin imaginarse que el rubio no se quedó a festejar ni a hablale con los enviados de la UA. Sus lágrimas a penas le dejaban ver, pero siendo un experto en llorar podía caminar perfectamente a pesar de ellas.
-Izuku.
La voz del alfa le hizo levantar la mirada. katsuki estaba exhausto por el juego y pie haber corrido hasta alcanzarlo.
-¿Qué haces aquí? Deberías estar hablando con la gente de la UA.
Estaba dolido, muy dolido, pues aún recordaba perfectamente como el rubio le había dicho que terminaban para no aferrarse a una relación que solo los frenaría a ambos, que el tenía grandes metas como ir a la UA y que por ello Izuku no encajaba en su plan.
-Ellos no importan, tú sí.
-No, no importo, por eso me dejaste.
El pecoso se giró para irse, no podía seguir allí, sentía como su Omega se aferraba a una efímera ilusión de volver, pero no quería seguir sufriendo por el alfa egocéntrico que lo dejó.
-¡Sí importas!
El pecoso se detuvo al escuchar el grito. Se volteó para ver cómo todo el equipo de fútbol salía del estadio con pancartas echas por el rubio, todas decían un mensaje diferente, desde "Soy un tonto y lo siento" hasta "Te amo, no quiero un futuro sin ti"
Katsuki sabía que quería esa familia que soñó, que su vida solo tendría sentido si Izuku estaba en ella. Su alfa llamaba a su Omega con suaves gimoteos tristes.
Izuku se quedó con la boca abierta, viendo como todos los que se supone debían estar celebrando estaban allí, apoyando al mariscal de campo a recuperarlo. Su corazón sintió que de nuevo podía latir bien, haciéndole llegar un suave sonrojo a sus mejillas.
-Perdoname Izuku, fui un tonto. No quiero probar una vida sin ti, por favor, te suplico que me des otra oportunidad, juro que te haré el Omega más feliz del puto universo.
Un miembro del equipo le pasó un ramo de flores a Katsuki, era girasoles, sus favoritas. Otro le dio una caja envuelta en papel de regalo.
-Discúlpame por el retraso, pero ¡Feliz cumpleaños Izuku, eres el amor de mi vida!
Todos se quedaron en silencio viendo como el rubio extendía las flores y el regalo hacia el pecoso que parecía en shock. Esperando para ver si celebrarían o tendrían que consolar al rubio.
Katsuki estaba temblando, Izuku no se movía. No quería vivir sin él, ni podría.
Todo su mundo se quebró cuando vio a Izuku dar un paso hacia atrás. El mundo parecía haber dejado de girar en ese preciso instante, pero reanudó su marcha a toda velocidad cuando Izuku corrió a sus brazos llorando de alegría y gritando "Kacchan tonto, tonto, tonto" pero dándole un millón de besos en el rostro.
Todos los del equipo gritaron y celebraron, incluso algunos lanzaron confeti. El estadio se llenó de júbilo cuando el presentador gritó en el micrófono "Katsuki Bakugo lo logró, señores ¡Lo logró!"
Ambos ingresaron demasiado ruborizados, pero extremadamente felices a saludar a todos los espectadores que cómplices del plan del rubio celebraron el doble triunfo.
La bonita y conmovedora historia de esa pareja alfa y Omega conmovió incluso a los enviados de la UA que luego de hablar con el rubio que dejó claro que sin Izuku no iría, les ofrecieron a ambos una beca, cada uno en el área de estudio que querían para que pudieran seguir construyendo esa bonita historia de amor que tuvo una segunda oportunidad.
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Años después, con su propia empresa de urbanización, la repostería de Izuku y una hermosa casa, Katsuki Bakugo despertó abrazando a su querido esposo y a su pequeña cachorra, solo para darse cuenta, de que ahora sí, tenía la vida perfecta.
FIN
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