Día 16: Mundo Apocalíptico

74 9 20
                                    

Habían logrado vencer a Lucius, pero ¿a qué costo? El reino entero era un desastre. Miles de muertes y lo poco que quedaba en pie, estaba atestado de heridos. Los caballeros mágicos que aun podía utilizar la magia de curación, no daban abasto.

Era un caos sombrío y sometido a una angustia que solo era alejada de sus mentes y corazones al saberse libres del que fuera alguna vez el Rey Mago y sus paladines.

Charlotte caminó a través de los escombros, su siempre lustroso uniforme estaba hecho jirones, sucio y heridas se hacían visibles lacerando su piel blanca. Había desatado su cabello dorado y el viento lo mecía suavemente mientras buscaba con su mirada en los restos de lo que hasta hace poco era una gran ciudad.

A poco andar, sus ojos azules finalmente se detuvieron en la dirección en que caían los últimos rayos del sol. La luz cobriza cambiaba lentamente en violácea justo sobre un grupo de personas, más bien, de la orden de caballeros que habían dado el golpe final a Lucios. Los Toros Negros.

Sonrió con alivio al mirarlos. Exhaustos, con ropas rasgadas y sin un gramo de magia o energía siquiera; pero una enorme sonrisa les adornaba sus rostros sucios. Los habían salvado, a todos los que aún vivían.

— ¡Están aquí! ¡Rápido!

A los pocos minutos se habían aglomerado varios caballeros con apenas las energías para moverse, pero dispuestos a auxiliar a aquel grupo de héroes.

Charlotte se había sentado al costado de Yami. El capitán de los Toros Negros tenía su espalda apoyada contra una pared a medio caer, su rostro y cuerpo estaban polvorosos y sus ojos oscuros permanecían cerrados. Ella sabía que él estaba bien, no entendía muy bien cómo, pero así lo hacía.

—Déjenlos a todos en el refugio más próximo y que Mimosa los atienda de inmediato.

Las órdenes de la capitana por supuesto fueron acatadas.

—No importa la situación, no dejas de ser estricta, reina de las espinas.

—Y tú imprudente, hombre estúpido.

Una carcajada abandonó los labios de Yami, que trató en vano de acomodarse.

—No te esfuerces, estás muy herido. Ya se están llevando a tus chicos, todos estarán bien con tratamiento y descanso.

—Lo sé, son mis idiotas después de todo.

Fue el turno de sonreír de ella.

Había sentido durante la feroz batalla que volvía a perderlo, menuda estupidez pensar en eso cuando su propia vida estuvo a punto de esfumarse, cuando el mundo casi se acababa; pero qué más daba, lo amaba, y él sería sin dudas lo último en lo que pensaría antes de morir.

Con eso en mente los había buscado, con eso en mente se había sentado junto a él a contemplar el último atisbo de luz de un día en que casi todo acabó, si iba a ser su última oportunidad, que así fuera.

—No moriré tan fácilmente.

Ella bufó con una mezcla de fastidio y burla, ¿acaso creía que lo que pasó podía denominarlo "fácil"? Pero así era él, irreverente, tosco y con un humor especial.

Charlotte lo miró, fue por un segundo apenas, en ese instante, Yami había dirigido sus ojos que se veían negros con la llegada de la noche. Su mirada azul como el cielo pareció encadenarse a esas pupilas tan negras como el mismo infinito.

Por ese segundo, le pareció poder leer su alma.

Charlotte carraspeó y evitó su mirada. —Pronto vendrán por ti, no queda nadie más.

—No necesito a nadie más—. Charlotte sintió que su corazón se detenía—. Tal vez sí necesitemos un té.

Un ritmo rápido se apoderó del pecho de Charlotte, ¿Yami se burlaba de ella? Antes de que toda la batalla iniciara, él había dicho que tomaran un té y hablaran. Claro que no era una promesa, aunque así se sentía.

Antes de poder reaccionar, la mano grande y áspera de Yami se había posado con una inusual dulzura, o eso le pareció por la delicadeza de ese movimiento. Sus ojos volvieron a encontrarse y ahora estaba segura, lo que había sentido instantes atrás no había sido su imaginación.

—No huyas de mí, no más, Charlotte.

La tensión en los antebrazos de él, el ligero sudor que empezó a recorrer su frente y las sutiles líneas de expresión tirantes de Yami le dijeron a ella que todo le dolía, pero fueron sus ojos negros los que le confesaron que lo que dolería más, era que ella se fuera de ese lugar.

No entendió muy bien si por la fatiga, o quizá había algo más, pero su cuerpo se negó a poner distancia. Su mano pequeña se elevó por inercia y sus dedos con ternura le acariciaron la frente; y con una voz suave le susurró.

—No me iré.

Sostuvo sus grandes brazos y con la poca magia que le quedaba, desplegó sus zarzas para envolverlo, envolviéndose a ella misma en el proceso. Curó su cansancio, cerró sus heridas, almidonó lo que le dolía y se quedó.

Bajo la atenta mirada oscura siguió con su cometido. No hubo un té, ni muchas palabras; el mundo alrededor había caído.

Era apocalíptico, era cierto, pero bajo eseinfierno del que habían apagado las llamas, había quedado esperanza y envueltostras las espinas de su magia, florecía algo más, entre silencios, como unapromesa de un futuro que, tal vez, podrían compartir juntos.


_______________

N/A: 3er aporte. Creí que ayer llegaría, pero no pude TvT, espero alcanzar a darle cierre a la historia de los otros días y cerrar con todo lo que queda!

Esta en particular me ha gustado, aunque he notado que ni un solo besito he puesto jaajaja perdón por eso, también lo sufro :S

En fin, gracias a quien pase y nos leemos pronto!

Entre Luz y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora