Verano

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I

Caminaba a toda velocidad para darle la sorpresa, su casa quedaba un poco lejos de la mía, pero valdría la pena la caminata, lo vería, no se que clase de magia tenía ese chico, pero con solo verlo mi día mejoraba, con un mensaje  suyo se me iluminaba el rostro con una sonrisa.

De hecho, de camino a su casa no puedo evitar sentirme así, tan ilusionado... Tan contento.

Esa noche quería verlo, quería pasar tiempo con él ya que al terminar las clases no salíamos mucho y creo que el también me extrañaba un poco pues ese mensaje invitándome a su casa a esa hora me tomo por sorpresa.

Lo dude un poco antes de acceder, pero en realidad quería pasar tiempo con él, así fuera solo un minuto, con eso bastaba.

Me puse ropa cómoda y salí sin hacer mucho ruido de casa, mis padres ya estaba dormidos así que no notaría mi ausencia.

Además quería llevarle un pequeño obsequio que había comprado para él, así que todo marchaba a la perfección.


Mechas veces la maldad no es tan ruda, no es tan cruda, mucha veces la maldad se nos muestra de la forma más inocente, linda y tierna, en el rostro más hermoso que jamás hemos visto.


Divise su casa y acelere un poco más el paso, al estar frente a la gran casa de un color marfil no dude en mandar un mensaje.

Después de unos segundos la puerta de abrió y me invitó a pasar.

Aquella sonrisa pícara dibujada en su rostro jamás saldrá de mi cabeza (Lo juro) con nerviosismo me invitó a su habitación.

al principio no sabía el porqué de sus nervios, si ya había estado antes en su habitación.

—Quería verte—Dijo al entrar a la habitación y dicho esto no dudo a en acercarse y darme un beso.

—Yo también quería —Dije antes de volverlo a besar.

Se acomodo en su cama y me invitó a recostarme un rato con él.

La Paz que sentía estando a su lado me hacía sentir único, era mi corona, mi reino.

Nuestras miradas se cruzaron.
Una vez más se acercó a mí.

La picardía en sus ojos, los besos fueron subiendo de tono y al cabo de unos minutos ya estábamos sumidos en nuestro propio deseo.

Esa fue la primera ves que pasamos las fronteras del deseo.

Quizás por eso eran sus nervios.


... Mirar sus ojos, su respiración acelerada, el movimiento de su cuerpo, sus caricias y esas palabras lindas que susurraba a mi odio de un momento a otro se esfumaron.

Aún enredado en sus sábanas, aún sintiendo los zumbidos en mi interior.

Se acercó a mí y a quema ropa me dijo:

—Creo que ya es hora de que te marches, ya es tarde y no quiero que estés hasta tarde fuera de casa.

El balde de agua fría me tomo por sorpresa, se me nublo la vista por un momento y confundió por completo mis sentidos.

El Resplandor (Bl/BoyxBoy/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora