¡ au sin quirk.
personajes mayores
de edad.¡ifluff!
...
♡
Todavía es de mañana, pero eso a Kirishima Eijiro le importa un rábano.
El día está tan perfecto que nada se lo arruinaría, ni siquiera un vecino amargado que venga a dicutirle sus gloriosos gustos musicales que retumban a todo volumen desde la habitación, en medio de un desastre que planea arreglar cuando deje de distraerse con cualquier nueva cosa que había perdido y entre tanto desorden logró encontrar.
Y pare de bailar, claro está.
Quizá no tenga la sazón ni la coordinación para competir contra un latino, pero por lo menos "pasa de agache", como le dice Sero. Lo hace bien y lo disfruta, y eso es lo más importante, dejándose llevar por el ritmo exótico del extranjero que su hermano del alma; Sero, le incentivó a escuchar.
—Le pique, le pique, le pique, le pique... —canta en un triste intento de replicar al cantante. —Ven, Katsuki, baila conmigo.
Voltea a verlo como por sexta vez desde que se puso a bailar de la nada, de esa forma tan extraña que Hanta alguna vez les enseñó, y que se le da bastante bien para solo haberlo visto una vez hacerlo. —No, gracias. —continúa limpiando el tocador.
Si supiera lo fatal que se le daría.
—Prefiero verte bailar. —Atina a decir, logrando que el teñido le sonría, exagerando sus pasos para verle, en cambio, reír a su rubio, consiguiendolo rápidamente. —Ridículo.
—Ven. —vuelve a insistir, acercándose al ritmo de la música.
tuerce los ojos. —Qué no quiero, no jodas. —vuelve a ser ignorado.
Eijiro ya lo tiene entre sus brazos igualmente, aunque quiera alejarlo con fuerza. Balanceandolo de un lado al otro, juntando juguetonamente la cebeza de su chico en sus pechos, en una dicha absoluta por su parte.
—Te voy a enseñar a bailar. —le susurra en la oreja, besándo luego su patilla. —Para sacarte a bailar la próxima semana que Hanta se casa. —Le roba un pico, sonriéndole con los párpados relajados y soltandolo un poco, deslizando sus manos hasta entrelazar sus dedos con los que estan pintados con brillito y muy bien cuidadadas.
—Paso. —vuelve a negarse. Admite que se siente cohibido por la energía de golden retriever de su novio. De un lado al otro desde hace rato, meneado el culo con la música a alto volumen. Si no fueran nada y solo vecinos de piso ya lo hubiera reputeado, pero es su novio en este mundo, así que le toca aguantarselo.