Capitulo 1

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Zia Angelis era una mujer italiana de 24 años, de ojos azules como el océano, una piel tan blanca como la de una margarita y una cabellera de color azabache bastante deslumbrante. Zia estaba a punto de terminar la universidad de la mejor manera posible, con el amor de su vida junto a ella y unas buenas relaciones sociales que solo le habría puerta tras puerta, y claro, graduarse al lado de su amiga y mano derecha, aquella que solo podría brindar su apoyo y lealtad, Livia Gordiano. Desde jóvenes, Livia se volvió una mujer única en la vida no solo de Zia, si no hasta de su amado Emil, su prometido desde la secundaria.

Al principio la pedida de mano de Zia fue algo trivial entre la pareja de enamorados, pero con el paso de los años se volvió algo serio, habían compartido tantos momentos felices, tantas desgracias, tanta intimidad, Emil Larsen conocía cada milímetro del cuerpo de Zia, el tamaño de sus pechos, como le encantaba que besaran su cuello, como le disgustaba que la besaran en los labios todo el tiempo, como los pequeños detalles la hacían volar, como era una romántica sin remedio... pero sobre todo, el sabia lo tonta que se volvía Zia una vez que se enamoraba con toda el alma... Y eso fue algo que jamás descuido, cultivo el amor de Zia por miedo a perderla, pues, sabia también lo rencorosa y calculadora que era, que sabia pensar con la cabeza fría una vez que nota como fue engañada... Zia era... era todo un caso, pero a él le encantaba.

Zia por su parte, cada día sentía que su vida era tan perfecta y dulce que solo se limitó a saborear el placer de ser felices, al menos por ahora, solo por ahora.

***

— Cariño, estoy lista ¿Sabes cuando llegara Livia? Dijo que nos acompañaría en este día tan importante, espero y ni si quiera se le ocurra olvidar lo de hoy. Emil solo pudo suspirar mientras tomaba las mejillas de la dulce Zia... su Zia... su tonta...

— Seguro está poniéndose más buena moza de lo que ya está, démosle por lo mucho unos diez minutos más, mi amor. — Zia suspiro más calmada, dejándose abrazar por aquel hombre que amaba, Emil sabia lo exasperante que podía ser Zia a veces, ella era una mujer de poca paciencia.

— Me molesta que te expreses así de ella ¿A ti que te importa que se ponga buena moza?

— ¿Ya vas a empezar? Livia podría ser mi hermana, solo me gusta protegerla y tener buenas relaciones con tus amigas ¿Qué tiene eso de malo?

— Que tú dices eso de ella sin siquiera verla y a mí ni siquiera teniéndome tan cerca me das algún elogio, solo maquillarme me toma dos horas, ¿sabías eso?

Emil, como un granjero conocedor de sus cultivos, se dio cuenta de no había regado su planta boba e incrédula el día de hoy, por lo que se tomaría la molestia de hacerlo en el momento; bajo su mirada al cuello de Zia y empezó dejando pequeños besos que se dirigieron hacia su escoten.

—Eso es porque solo a mi Moglie puedo elogiarla de una forma diferente, haciéndola sentir como me pone verla así de sexy frente a mí.

No era una mentira, la belleza de Zia superaba con creces la de Livia... pero con los años Emil se había encargado de que no destacara más de lo esencial, no quería que llamara la atención de otros hombres, además, eso le hacía permitirse disfrutar de la opacada belleza de Livia, quien parecía un narciso oculto entre las hojas de una rosa... Aunque ahora que lo notaba, el vestido de su amada era bastante provocativo, sus curvas y sus pechos era tan notorios... solo por esta vez haría la vista gorda, pues era tan hermosa así que lo hacía desearla solo para él.

— Cielo... ¿podemos quedarnos en casa? Es que, uff, no lo había notado pero estas hermosa hoy, aunque ese vestido no te lo regale ¿Quién te lo dio?

— Realmente no lo sé, cielo, vino en una caja luego de la reunión que tuve en rusia, ¿no es bonito?

— ¿Estuviste en una reunión en rusia? — Emil parecía querer explotar ante ese comentario, mientras que Zia solo reía por lo más bajo, le causaba gracia hacer morir de celos a Emil, ya era su deporte olímpico favorito.

Jalando del Mismo GatilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora