El mecánico y La cocinera-SANJI x OC- One Piece Fanfiction

Conociendo a los Armstrong: Una nueva Nakama

La tripulación del Sombrero de Paja había salido de la batalla con el Going Mary muy mal herido, el pobre navío se esforzaba a cada kilómetro que recorría y el mayor miedo de los jóvenes intento de piratas era que su aventura se viera truncada nuevamente, pero ahora por un problema mayor que la marina o enemigos, su nave necesitaba urgentemente atención de algún mecánico, y Nami sabía exactamente a qué pueblo del continente debía dirigirse.

Obligados por las circunstancias detuvieron su paso en una ciudadela del norte del Red Line, la ciudad de los ingenieros industriales de mayor calibre del mundo entero, la muchacha sabía que en esa Zona del continente estaban los mejores mecánicos e ingenieros industriales que no solo brindaban apoyo a la Marina y a las fuerzas terrestres del Gobierno Mundial, sino que al ser entidades autónomas y neutrales, también brindaban apoyo a piratas que necesitaran reparaciones.

Al acercarse al pueblo, encallaron el navío en la zona portuaria, acordando que Ussop y Sanji se quedarían en el barco a vigilar y al dar el primer vistazo al pueblo desde tierra el equipo conformado por los Sombrero de Paja pensaron lo mismo, el lugar parecía demasiado moderno y lujoso para ser un pueblo tan aislado, las casas y las calles principales todas estaban pavimentadas de un concreto blanco que reflejaba el sol y daba una apariencia nueva y limpia, los mercados a los lados de la avenida eran atendidos por personas mayores que no parecían tener demasiadas carencias e incluso se los veía tranquilos y felices, casi no vieron niños en la zona, las personas más jóvenes que se cruzaron en el camino parecían ser de su edad tal vez incluso mayores.

A paso decidido Nami se abrió paso hasta un mercadito que atendía una señora ya muy mayor, y amablemente pregunto por el Taller de Ichibei, con una sonrisa y una voz muy dulce les indico que siguieran la calle principal colina arriba, ahí se encontraban las residencias de los talleristas y ingenieros, y así lo hicieron, los tres jóvenes piratas caminaron veinte minutos colina arriba hasta el final de la calle y a medida se acercaban, encontraron estacionados tanques militares, camiones de reparto, camiones de combustible, grúas y todo tipo de maquinaria pesada en los diferentes talleres reunidos en esa manzana del pueblo, casi parecía un parque industrial de mecánicas, moderno y lleno de trabajo.

Había un establecimiento que era aparentemente el principal y hacia donde Nami se dirigía decidida a tocar el portón de chapón altísimo a medio abrir.

Echando un vistazo al interior era un lugar inmenso, con poleas de levantamiento para maquinas grandes, camiones y chasis completos estacionados a medio armar en el interior, cuatro fosas de trabajo eran visibles para los piratas:

- ¡Buenos días! ¡Señor Ichibei!-Nami hacia resonar su voz en el galpón, a sabiendas de la sordera del viejo, cuando una figura de al menos dos metros de alto y corpulentísimo, casi como un físico culturista, se dejó ver asustando a los jóvenes:

- ¿Quién lo busca?- este hombre pulcramente vestido, con una camisa blanca arremangada a los codos que parecía querer explotar por la evidente musculatura del hombre, casi calvo y bigotudo asustaría a cualquiera, nuestros jóvenes piratas estaban aterrorizados al principio hasta que una voz serena que surgió desde una fosa interrumpió la primera impresión de los piratas:

- James, los estas asustando, preséntate al menos-ahora sí, dejándose ver desde el fondo de la tercera fosa, una figura alta y de rapados cabellos blancos emergió, de silueta larguirucha y la cara y ropas manchada en lo que parecía ser aceite negruzco y brillante- Buenos días, Disculpen a mi hermano es algo imponente al principio, mi nombre Jean Eden Armstrong, él es James Louis Armstrong, díganme jóvenes que necesitan-

Visiblemente confundidos y con su navegante nerviosa al no reconocer a ninguno de los dos personajes delante suyo, preguntó dudando:

- ¿Se encuentra el Señor Ichibei? - por un instante los jóvenes piratas vieron como el rostro del mayor a un lado se ensombrecía nostálgico