ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕋𝕣𝕖𝕚𝕟𝕥𝕒 𝕪 𝕋𝕣𝕖𝕤

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El rostro de Miguel palideció al ver de nuevo a Blanca, pero eso no impidió que abriera los brazos para fundir a su ex novia contra su pecho

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El rostro de Miguel palideció al ver de nuevo a Blanca, pero eso no impidió que abriera los brazos para fundir a su ex novia contra su pecho. Y es que no había pasado ni un día en que el joven no hubiera pensado en su chica. En aquella que sin decirle palabra, se marchó hacia el aeropuerto hacia otros brazos y no volvería a ver hasta aquel preciso instante.

Martínez se preguntó que hizo mal con ella, pues Blanca no contestaba a sus telefonazos por miedo a querer volver, pero un día se rindió con ella y las llamadas, poco a poco cesaron. Se convirtieron en cartas que el joven Miguel guardaba bajo el colchón hasta que tuvo el coraje para quemarlas y así dejar paso a un nuevo amor.

— Me alegro de verte, Blanca — saludó con casi timidez.

Blanca sonrió con suficiencia. Sabía que no era cierto, pero que Miguel nunca diría nada que lograra hacerle daño.

— Sé que lo último que quieres es trabajar conmigo.

El chico negó con la cabeza, aunque se sentía incómodo.

— Sé que eres la mejor opción que tenemos si queremos acabar con ese bastardo, por eso te llamé esta mañana.

Marcus sintió una mezcla entre envidia y pena por Miguel, que aún parecía afligido por la vuelta de Blanca. Se preguntó si ese sería el precio por amarla: tener que luchar constantemente por su amor contra Peña.

— Este es el agente Jones — indicó Blanca presentándole, aunque él estaba en segundo plano.

Ambos chicos se sonrieron de manera incómoda.

— He localizado una señal — indicó Miguel sentándose frente al monitor — se parece mucho a su voz pero no estoy seguro.

García indicó con la mirada a Jones que tomara las riendas de la situación.

— Marcus ha estado dos años tras Chepe, creo que sabrá decirnos si se trata de él.

El chico escuchaba afinando el oído, aunque frunció el ceño al reconocer una segunda voz.

— Creo que Pacho está con él.

Blanca le apartó con prisa para colocarse los auriculares.

— Son ellos - indicó apretando el arma en su cartuchera — Miguel da aviso a tu padre. Jones y yo vamos a entrar.

— ¿Quieres que entremos tú y yo solos contra esos dos? — protestó Marcus — ¡Es un puto suicidio! 

Blanca siguió su instinto y sin hacer caso de sus compañeros, salió hasta localizar la casa baja de la que provenían las voces, aunque Jones y Martínez le pisaban los talones. Asomó la cabeza por una de las ventanas, consiguiendo intuir la silueta de Chepe, sosteniendo un teléfono pegado a la oreja.

— Tres guardias — indicó Miguel asomando ligeramente la nariz por la ventana — supongo que el del teléfono es Pacho.

— Las mínimas bajas posibles — ordenó García — Os Necesito vivos.

Entre Incendios y Cenizas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora