Una cama, y dos personas altamente alcoholizadas.
¿Qué podría salir mal?
O mejor dicho...
¿Qué no podría salir mal?
Cuando Eimy recobró la consciencia, un intenso dolor de cabeza la atacó como punzadas invisibles.
«Ahh...»
Por instinto buscó agarrar su cabeza, pero por sorpresa su brazo chocó contra algo duro y desconocido.
Solo cuando abrió por completo sus ojos entrecerrados, pudo visualizar toda la escena oscurecida.
Y gracias a eso, también descubrió la fuente de ese misterioso calor que había estado presionando su vientre expuesto.
Una mano robusta era la fuente de esas sensaciones, y que a la vez, estaba descansando peligrosamente cerca de sus senos e intimidad.
«¡E-Espera un segundo...!»
Eimy intentó comprender todo lo que estaba pasando, pero antes de que sus pensamientos volaran, se concentró en eso.
«...Si hay una mano ahí... ¿Quién es su dueño?»
Impaciente, Eimy giró su cabeza para visualizar al propietario de esa mano, y por lo tanto, a su acompañante de cama.
Sin embargo, al descubrirlo, no pudo evitar levantar un poco la voz ante la ridícula verdad y situación que se había tejido sin su consentimiento.
«¡No, no, no, no tiene ningún sentido!»
Declaró con tanta vehemencia que algunas personas cuestionarían si era la mejor opción, ya que, aunque lo hizo internamente, su cuerpo se crispó en sincronía.
Pero aquellas personas deberían entender que eso no es algo que suceda todos los días: despertar y encontrarse con tu hermanastro junto a ti después de una noche de la que no recuerdan nada sin duda no es algo del día a día.
Y al contrario de su anterior reacción, Eimy logró calmar, aunque sea un poco su temblor. Pero en sus ojos persistía un atisbo de desesperación cuando intentó recordar como habían llegado a esta situación.
«Calma, calma, calma, volvamos a un principio...»
Eimy volvió a imaginar en su cabeza paso a paso lo que hizo, o al menos, todo lo que recordaba que hizo.
«La fiesta... Solo bailé con Sofía, así que eso no pudo haber sido.... ¿entonces?... ¡¡Ahh...!!»
Abriendo los ojos, Eimy gritó en su interior al poder al fin encontrar una mísera pista.
«¡La competencia!... ¡Mierda!»
No pudiendo evitar insultar, Eimy recordó todos esos momentos bochornosos que imprudentemente hizo.
Las palabras sucias que salían de su boca, sus berrinches de niña malcriada, sus casuales atrevimientos cuando veía a Gabriel, todo eso recordó. Y en consecuencia, sus mejillas se sonrojaron al sentir que un nuevo episodio oscuro se teñía en su historial.
«...¿Pero cómo perdí?.... Ah, verdad, me descubrió»
Sintiéndose cabizbaja, Eimy redundó en sus pensamientos por un tiempo, intentado encontrar una excusa para si misma, o simplemente desviar su atención de ese rotundo fracaso.
No fue hasta que se alineó con el objetivo principal de sus cavilaciones, que Eimy volvió en sí.
«¡Espera! Igual no hicimos nada, lo ultimo que recuerdo es a Sofía cargándome...»
Retorciendo su expresión, Eimy se concentró en la borrosa imagen que tenía en su mente.
«Y... ¿Quién es ese?....»
No pudiendo visualizar bien su apariencia, Eimy se llenó de inquietud por la duda. Al mismo tiempo en el que se sintió mal por volver a caer en ese estado de embriaguez.
Parecía que habían pasado años, al menos eso creía ella, pero en realidad, solo había sido el año pasado desde la última vez que se embriagó hasta quedar en un estado tan lamentable.Y aunque no quería hacerlo, inevitablemente su consciencia abrió esa puerta que pensó que había cerrado con llave. Todo por el parentesco que tenía con esta situación.
Cerrando con fuerza sus parpados. Eimy intentó no volver a marearse con aquellos sentimientos. Además, le dio prioridad al presente.
«E-Espera, igual, ¿cómo diablos está este tipo a mi costado? ¿Cómo demonios estamos en la misma cama?»
Sintiéndose más confundida que en un principio, Eimy se enojó por no poder encontrar una respuesta clara que explicara lo absurdo de su situación.
Si bien solo fue un instante, una idea loca, para ella, brilló en su imaginación.
«No, no me digas que...»
Eimy consideró la posibilidad de que ese desconocido fuera Gabriel. Sin embargo, con un resoplido, la descartó de inmediato cuando lo reflexionó al respecto.
«No tiene sentido, ¿por qué Sofía le estaría cargando?, además, según recuerdo él estaba en perfecto estado.»
Sabiendo que aunque lo pensara de muchas maneras, no encontraría la respuesta, Eimy decidió detener la búsqueda de sus acciones culpables.
Sin embargo, fue solo ahí, cuando despejó las preocupaciones de su mente que recién pudo notar la verdadera cara que tenía la extraña de su situación.
No solo era el calor que emanaba de la mano de Gabriel lo que la hacía sentir rara, sino también el que provenía de su cuerpo sudoroso.
Ya que ambos estaban demasiado cerca, tanto que sería mejor decir pegados, Eimy pudo sentir el aire que Gabriel exhalaba e inhalaba rozar su nuca.
El calor de su jadeante cuerpo, su respirar y su mano. Todo parecía confabular para que Eimy se extrañase.
Sin embargo, a diferencia de sus pensamientos, su cuerpo era más sincero.
Ella sabía que si bajaba su mano a su entrepierna, la encontraría mojada.
Aunque su mente, su razón, sus pensamientos lo negaban con fervor, la prueba estaba ahí y solo fue cuestión de tiempo para que ella misma lo empezara a asimilar.
Eimy estaba confundida, nunca pensó que tendría tal fetiche, claro, si es que eso se consideraría como uno.
No sabía si era por esas acciones, o por la persona que lo hacía, pero lo que si sabía era que su extraño y reciente placer no se limitaba solo al calor humano, sino que también a su esencia.
Cuando ambos estaban juntos en el carro, Eimy no tenía forma de saber sobre su extraño fetiche, ya que el olor de Gabriel eran tan ligero que se perdía con el ambientador del coche.
Pero ahora era diferente. Eimy podía olfatear esa exquisita fragancia, una que solo sentirías estando en esa distancia, una que solo podría ser descubierta por un cariñoso abrazo, o un beso apasionado.
Su aroma no era fuerte ni penetrante, sino que se sentía ligera y bondadosa a la sensibilidad del olfato.
"Sniff! Sniff! Sniff!"
Al olerlo unas cuantas veces más, supo de inmediato que no era una colonia, sino algo ligero como el aroma de su champú.
Un olor dulce, que extrañamente combinaba muy bien con el aroma de su sudor y el de su cuerpo natural. Sintiéndose casi como un afrodisiaco para Eimy.
"Sniff! Sniff! Sniff!"
Al verse en tal estado, Eimy parecía adicta a su olor con solo unas cuantas esnifadas.
Su codicia se vio reflejada, en que incluso ya estando demasiado cerca, Eimy quería sentir más fuerte el olor.
Lentamente, estiró su cuello y se acercó más a la nuca de Gabriel, quien estaba inconsciente en todo el desarrollo.
Estaba mareada de un placer desconocido, tanto que de manera inconsciente bajó su mano hacia su entrepierna.
Un movimiento vacilante por momentos, pero que terminó vencido por el éxtasis que la embriagaba y nublaba la razón.
Intentado no tocar la vendita mano de Gabriel, por miedo a despertarlo y que terminará todo ese intenso placer, Eimy desde un costado deslizó con sumo cuidado su mano dentro de su falda blanca.
Y en un solo instante, la escena de una mujer asustada y desesperada en cama con un inesperado compañero, cambió radicalmente a la de una mujer pervertida que empezó a masturbarse al lado de su numen.
Sus cuatro dedos no solo frotaban su clítoris, sino que acariciaban en círculos a toda su vulva.Y a diferencia de cuando estaba sola, Eimy se tocó con movimientos más intensos y rudos.Los gestos de su mano retorciéndose dentro de sus delgadas bragas eran notablemente visibles incluso con la falda todavía puesta.
Sus manos se volvieron febriles, cálidas y sudorosas. Sus mejillas se encendieron en un rubor y su respiración entrecortada la hizo consciente de la inmoralidad de sus acciones.
Pero aunque pensaba eso, sus dedos nunca se detuvieron. Es más, tomaron mayor vigor en sus movimientos.
Nunca se había sentido tan caliento desde hacía mucho tiempo con una simple masturbación, esa pasión desconocida y descontrolada le hizo recordar la primera vez que se tocó.
Aunque no lo recuerda con total exactitud el como llegó a eso, si recuerda vívidamente como fue la primera ves que lo hizo.
Y al igual que el pasado, las yemas de sus dedos brillaban de un líquido pegajoso.Un sonido erótico lentamente llenaba la habitación, cuando sus dedos acariciaban su pegajosa vulva.
Hacía mucho tiempo que Eimy dejó de pensar, sus deseos carnales controlaban su cuerpo con una facilidad preocupante.
Sentía que con cada segundo, la concentración de sangre en su clítoris se convertía en un infinito, ocasionando que esta se hinchara a niveles anormales.
Con un pensamiento fugaz, Eimy lo sintió venir, a la vez que su cintura y sus caderas no paraban de retorcerse ante su inminente llegada.
—Splurt! Splurt! Splurt!
Y como lo había previsto, sus ojos se abrieron de placer cuando una corriente de agua empezó a salpicar dentro de su falda.
Eimy no pudo evitar correrse mientras sentía una oleada de intenso placer, como también no pudo evitar que escaparan los gemidos de su boca.
Como era una oscura madrugada, el silencio daba voz a los más pequeños ruidos que ocurrían. El agitado respirar de Eimy y el sonido entrecortado que producía sus fluidos al ser disparados, inevitablemente fueron los culpables de hacer que el cuerpo de Gabriel se moviera.
Un gruñido se escapó de sus labios rojos, haciendo que Eimy terminara por ladear la cabeza.
—Thump-Thump! Thump-Thump!
Su corazón latía con tal intensidad que parecía querer escapar de su pecho, resonando tan fuertemente que Eimy llegó a pensar que llenaba toda la habitación con sus latidos.
Gracias a ese peligro, lentamente la razón volvió a entrar a su cabeza.
"....¿Qué estupidez acabo de hacer?"
Quiso tirarse un bofetada de inmediato, pero antes acompasó su respirar con la que tenía Gabriel, fingiendo estar dormida.
Sin embargo, su mente estaba más caótica y alerta que nunca.
Lo que acaba de hacer, usar a Gabriel como material de masturbación, era lo más bajo de la moral para Eimy.
Sintió su piel erizarse cada vez que reflexionaba sobre sus acciones pasadas. Sus ojos parecían desear retroceder en el tiempo y detener sus atrocidades. Sin embargo, su parte inferior parecía decir otra cosa, pero dando gracias a dios, Eimy ya no estaba completamente controlada por sus deseos.
No sabía si fue una bendición que Gabriel se moviera, ya que eso pudo evitar que las cosas vayan a peor.
Eimy pareció desconocer a su yo de hace unos minutos. Sentía que si Gabriel no hubiera hecho eso, las cosas no habría terminado en una simple masturbación.
Sus mejillas se encendieron en un rojo vivo al recordar de nuevo sus actos inmorales. No estaba seguro si es que eso se consideraría como acoso sexual.
Así que con ese temor, pensó como excusa de que no lo había tocado, así que no se contaría.
"Será mejor que me vaya"
Eimy pensó que lo mejor era salirse de la cama primero. Con cuidado retiró su mano de su bragas mojada y trató de moverse con sigilo, intentando no despertar a Gabriel.
Pero cuando lo estaba intentando hacer, Eimy experimentó lo insólito, vivió una situación por lo menos impensable para ella y para cualquier persona con razón.
No sabía si estaba despierto, si estaba consciente, o si solo fue un acto de reflejo, o un sueño húmedo.
Pero sintió esa robusta mano que estaba apoyada en su abdomen, la sintió descender dentro de su falda.
No tardó en sentir que su mano tocaba su monte de venus, a la ves que sus pensamientos se detuvieron ante la inesperada acción.
La mano se acercó cada vez más a su vagina, pero ya incluso estando ahí, se daría cuenta de lo mojada que estaba.
No fue hasta que sus dedos tocaron su mucosidad, su viscosidad, que empezaron a acariciar en círculos a sus dos labios carnosos.
Eimy no entendió nada, su mente estaba en blanco, pero con una voz casi inaudible, intentó desesperada detenerlo.
"¿G-Gabriel?"
Lo llamó pensando que si es que fuera el caso de que estaba consciente, sirviera como una señal para avisarle de que ella estaba despierta, y por ende, se detuviera.
"....."
Aquellos dedos se habían detenido haciendo que el cuerpo de Eimy se lamentara, pero su mente lo celebrara, manifestándose en un ligero suspiro al saber que esta pesadilla se terminaría.
Pero muy contrario a sus pensamientos, una desafiante voz salió disparada de atrás de su oído.
"¿Acaso pensabas divertirte tu sola?"
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Sueños y Realidades: De un amor naciente
Roman d'amour"En un instante, la vida de Eimy da un giro inesperado cuando su padre revela la existencia de un hermanastro junto a una madrastra desconocida. Bajo un mismo techo, se desatarán situaciones impensables que desafiarán su visión del mundo y sus relac...