Nuevamente "Prometidos"

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Debía de admitir que sentir la velocidad y tener a Cellbit así de cerca, poder abrazar su cintura y recargar su cabeza; a pesar de tener el casco puesto, le estaba comenzando a encantar, más a la hora de que debían detenerse en cada semáforo rojo, pues Cellbit se enderesaba junto con él y tomaba su pierna, acariciando esta y voltear a verlo para asegurarse de que estuviera bien, a salvo, a pesar de que sus ojos eran obstruidos por aquellos lentes que protegían sus bonitos ojos.

── Ahorita vamos a pasar por muchas curvas ──  escucho la voz de Cellbit ── trata de que tu cintura se mueva al contrario para que no se venga todo el peso ── explicó suavemente Cellbit, acariciando la pierna de Roier.

Este asiente, volviendo a abrazar, aferrándose a su cintura, alegre de tener nuevamente a su “pareja” tan preocupado por él. En verdad esa emoción y esa pequeña alegría que sentía hacia su corazón saltará de la alegría y el amor que en ese momento su mente envolvía en Cellbit.

Se alegraba tanto de tener a Cellbit cerca suyo, que estuviera con él, que su amado Gatinho lo amará tanto que incluso le tomaba de la pierna para saber si estaba bien, aún preocupado por que Roier se asustará de como vendría, y asegurar su bienestar.

Dieron vuelta en una avenida y seguir un poco más, atravesando algunas calles y finalmente pasar por las curvas que Cellbit había mencionado. Roier miraba curioso los alrededores, tal parecía que el parque que estaba cerca de la avenida había sido remplazado por una plaza ecologista, había un estacionamiento y una nueva gasolineria cerca. De verdad, todo estaba cambiado, y aquello le abrumó de sobremanera. Decidió ocultar su rostro y mirar únicamente la espalda de su “novio”, pensar que ha olvidado muchos años de su vida, pensar que ya no tenía veintidós años y que actualmente tenía veintisiete era como un golpe seco a su alterada realidad.

Finalmente; y después de pasar por la medicina de Roier, ambos habían llegado a la casa donde vivía Cellbit; y hace cinco años Roier, una vivienda algo grande por parte de la familia de Cellbit, aunque Roier la recordaba mas colorida, ahora se mostraba con colores algo opacos.

── ¿Cuándo pintaste la casa? ── pregunto Roier, al sentir apagar la motocicleta y mirar la casa en colores nítidos y poco vividos.

── Hace un par de años. ── respondió Cellbit, subiendo sus gafas de protección ── De hecho no estabas aquí cuando decidí cambiar todo. ── finalizó.

── ¿¡Todo!?

── ¿Quieres ver?

Roier asintió, quitándose el casco con ayuda de Cellbit, bajándose con cuidado y ser guiado por el brasileño, lo dejo pasar, mientras Roier miraba los cambios tan drásticos que se notaban. Ya no solo era la fachada, era todos los muebles, la decoración, el tapizado e incluso el piso se notaba tan cambiado, de una forma que se notaba que ahí solo vivía una persona en vez de dos.

Camino en aquel pequeño pasillo, donde los cuadros que antes estaban, habían sido cambiados por otras cosas, incluyendo pinturas y algunas cosas más que él no sabía que a Cellbit le gustaban actualmente. Miro la cocina, como ya no existía mesa alguna, y solo era una barra para comer, una estufa, lavaplatos, refrigerador y un sillón con una pequeña mesa de centro, era más espaciosa de lo que recordaba, volteo su mirada y se dirigió a la sala dónde; de igual forma, todo estaba cambiado, aquel gran sofá de terciopelo ahora era un sofá mas pequeño de cuero negro, al parecer la mesa de centro de la cocina era la de la sala, y ahora había otra mesa de centro, algo mas grande pero no tan alta. Miro alrededor y había mas decoración que no recordaba.

Cellbit le miro con pena y algo de nerviosismo, no sabia si en ese momento era bueno decirle ya toda la verdad, dejando que los especialistas le ayudaran a recordar o, simplemente seguir con su farza. Nuevamente sintió el teléfono vibrar en su bolsillo, y rápidamente lo saco, esperando que fuera aquel teléfono desconocido, lo extraño, es que era otro número desconocido y que le llamaba.