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El ruido de los cubiertos chocar contra los platos, el crujiente sonido que sonaba al masticar, aquel ambiente tan levemente silencioso era lo que a ambos les estaban atormentando dentro de la casa. Cellbit era el mas mortificado, mirando de vez en cuando a Roier frente a él, aún con los recuerdos de hace momentos atrás.

¡Dios! Es que ni siquiera se detuvo a pensarlo fríamente, solo pasó, solo se dejo llevar al ver tan desesperado y con un semblante lleno de miedo en Roier, no pudo, se sintió vulnerable, incluso mas que Roier actualmente, con aquellos orbes a punto de soltar lágrimas, el cabello mojado y la suplica gritarle tan ansiosamente. Simplemente el recuerdo de sus dedos acariciar cada extensión de la piel desnuda de Roier fue suficiente para sentirse un mártir por haber dejado que Roier tomará rienda a aquel encuentro fortuito. Sus besos, sus brazos, la manera en la que sus cuerpos se habían extrañado durante tanto tiempo, y solo recordar las gotas del agua resbalar por su cuerpo y hacer sentir aliviado después de un encuentro en el baño, fue suficiente para avergonzar y hacer pensar mejor a Cellbit en ese momento, era un desastre, un terrible desastre que se había desarmado tan fácilmente por los ruegos del castaño para tratar de ser protegido.

── Recordaste algo, ¿Verdad? ── hablo finalmente el brasileño, sin siquiera levantar la mirada.

Era verdad, durante el encuentro, pudo notar como los orbes de Roier se llenaban de lágrimas y solo le pedía ser abrazado, que le murmuraba que todo estaba bien que... le besará así como paso el último día después de toda su tragedia.

Escucho un suspiro en Roier, quien dejo los cubiertos sobre el plato de cereal frente suyo sobre la mesa.

── Se podría decir quen sí ── respondió el mexicano ── fue tan nítido, pero sé que tiene que ver con mi abuelo... ── mencionó, mirando al brasileño.

Finalmente conectaron miradas, la de Cellbit mostraba preocupación y miedo, mientras que Roier; a pesar de no ser tan diferente, la curiosidad de su pasado era mas fuerte que el miedo de saber que sucedió realmente.

── ¿Qué le paso a mi abuelo, Cellbit? ── preguntó.

Oh, de nuevo esa pregunta que no quería escuchar nuevamente. Apartó la mirada, volviendo a mirar el desayuno mediocre que tenia por cereal.

── Eso no puedo decírtelo yo... ── respondió.

── ¿Por qué?

── No es mi labor hacerlo.

── ¿Por qué? ── el sonido de ambas palmas azotando la mesa y la silla siendo arrastrada hacia atrás, hizo tensar los hombros de Cellbit ── ¿Por qué no me quieres decir? ¿Qué se supone que ha pasado? ¿Por qué no puedes?

── No es mi responsabilidad decirte ── alzo la mirada, notando la mirada molesta y con ganas de llorar de Roier.

¿Cuántas veces mas debía de herir a su guapito?

── Roier.

── Solo quiero saber ── apretó el mantel debajo de sus manos ── He perdido cinco años de mi vida, no recuerdo nada y saber que la persona que me crió solo le haya pasado algo... son cinco años, Cellbit.

Cellbit soltó el aire que sentía contener tan duramente, aspiro profundamente y soltó el gran suspiro, dejando que sus músculos se relajen, iba a seguir pero el timbre de la puerta sonó, ambos voltearon su mirada a la dirección dónde el sonido había sido.

── Ahora vuelvo ── respondió suavemente Cellbit.

Roier simplemente volvió a sentarse en su lugar, tragando ahora lo que sobraba de cereal, esperando que el nudo de su garganta desapareciera.

Nuevamente "Prometidos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora