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Eran apenas las siete de la mañana cuando el timbre de la casa sonó, los orbes brillantes y celestes de Cellbit lentamente se abrieron, notando a su lado a Roier, quien se acurrucaba bien entre su pecho y ambos brazos que rodeaban su cuerpo. Nuevamente el timbre sonó, haciendo gruñir al brasileño y quitar sus brazos de aquella pequeña cintura del mexicano, tallo sus ojos para sentir que su visión se aclarará, se coloco sus tenís deportivos y una chaqueta; igualmente, deportiva. Bajo rápidamente las escaleras al escuchar el tercer toque y el timbrar, al abrir la puerta se encontró cara a cara con el mexicano con su beanie y lentes de sol.

── Traje un par de cosas de Roier ── mencionó Quackity, mientras le pasaba un par de maletas, una grande y una mas pequeña.

── Oh, sí ── contesto Cellbit, tomando ambas ── ¿Quieres pasar? ── pregunto, esperanzado a que el menor se negará.

── Vendré en la tarde si me lo permites, quiero hablar con MI novio ── hablo alzando un poco la voz y remarcando la penúltima palabra de aquella gran oración.

Cellbit miro por sorpresa al mexicano frente suyo. Es verdad, no puede encerrarse en aquella burbuja rodeada de perfección junto a Roier, porque no era correcto, Roier no era su novio, era de Quackity.

── Claro, ven cuando quieras ── respondió el brasileño, forzando una suave sonrisa.

── Cuando recuerde todo, me lo llevare a la casa que su abuelo le heredó.

── … Claro.

Y así Quackity se fue de aquel hogar, bufando y maldiciendo suavemente mientras se retiraba. Por otro lado, Cellbit gruño una vez noto a Quackity lejos de su casa. Cerro la puerta con molestia, creando un ruido fuerte, suspirando frustrado ante la actual situación.

Carajo debía decidir que hacer, pero simplemente su mente seguía procesando todo lo que estaba pasando, añadiendo que Forever ya estaba comenzando a averiguar quien era el dueño de aquel celular donde seguían enviándole mensajes con respecto a la salud de Roier.

── Necesitó relajarme ── murmuró para si mismo.

Tomo las maletas y las subió, dejando estas dentro del dormitorio donde yacía Roier descansando. Le miró un par de segundos, era verdad que lo había extrañado bastante aquellos años, despertar a su lado, sonreirle cálidamente cada que su guapito despertaba y le sonreía de manera somnolienta, se regalaban suaves besos de aquella mañana y terminaban dándose un beso esquimal para iniciar su día.

Suspiro pesado, devolviéndose a la realidad bufando bajo tomando un par de shorts deportivos, bajando por las escaleras y finalmente tomar una pequeña maleta cerciorándose de llevar lo necesario dentro de la misma para finalmente salir de aquella casa. Coloco las llaves de su motocicleta, montando la misma y arrancar.

Mordia su labio inferior, tratando de quitarse el trago amargo que Quackity había creado dentro de su pecho.

Esperaba que el pasado que había hecho en algún momento se borrará de su memoria, quitara esos bonitos momentos, simplemente resguardarlos recelosamente en su memoria y quedarse encerrados dentro, ya sin siquiera pensar en nada mas que en sí mismo, sin volver a pensar en lo que sucedió con Roier y como todo lo perfecto que estaban construyendo, todo aquello había sido destruido de una forma tan repentina, sintiendo como le era arrebatada la felicidad que una vez obtuvo. Y de tan solo recordarlo…

── No lo aceptes. ── la voz de Cellbit se escuchaba neutra, casi frívola.

── ¿Qué? ── Roier había volteado mirando de mala forma a su prometido ── dime que es una broma, Cellbit.

Nuevamente "Prometidos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora