IX. 𝐓𝐎𝐑𝐁𝐄𝐋𝐋𝐈𝐍𝐎 𝐃𝐄 𝐏𝐄𝐍𝐒𝐀𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒

23 3 15
                                    

Carajo, me están empezando a doler los ovarios. Creo que todos aquí sabemos lo que eso significa, más que nada las que son del sexo femenino como yo, ¿verdad?

Me está por llegar el peor dolor del infierno: la menstruación.

Es que literalmente no hay dolor más fuerte que el de los dos primeros días del sangrado menstrual. A mí me dura entre cuatro y cinco días, pero los dos primeros... Son un infierno. Y agradezco no tener problemas en los ovarios, porque las mujeres que los padecen sufren más, Akiara, una compañera de mi clase, confesó una vez que ella los tiene, y dice que es horrible. Pero bueno, qué se le va a hacer. Por ser mujer, hay que sufrir un poquito más, esa es la lógica de esta vida tan injusta, jaja.

Voy al baño a ver si quedan toallitas femeninas, aunque sea una, para sobrevivir a esta noche aunque sea, y después ir a comprar más mañana. Si no llega a haber aunque sea una, me pego un tiro, lo que pasa es que cuando no hay toallitas femeninas, la otra opción que tengo es usar algodón, pero lo detesto porque siempre me queda un poco pegado, es horrible, así que rezo con que haya aunque sea una maldita toallita.

Buenas noticias, quedan tres.

─Perfecto─ digo, me deshago de mi pantalón y mi bombacha celeste toda manchada, y los dejo dentro del canasto de ropa que ya está para lavar. Me pongo la bombacha nueva que me traje conmigo al baño para cambiarme, y le pego la toallita. Como el pantalón también se manchó un poco, lo voy a dejar aquí también para lavarlo luego. Qué mala suerte.

Tengo una idea de lo que podría ponerme: una calza negra que uso casi siempre, y tengo un buzo no muy abrigado pero que me encanta porque es negro, pero en frente es azul con estrellas blancas, y es suavecito, muy suavecito. Ese buzo lo tengo desde hace años y todavía sirve, todavía está super chido. Me lo voy a poner, sí.

Regreso al cuarto, busco esa ropa y me cambio. Me encanta cómo me queda esta ropa, aunque nunca la uso para salir, la uso acá en casa, y con mi cabello bien corto queda mucho mejor.

Esta ropa me hace acordar a cuando tenía once años, yo usaba este mismo buzo, y una calza negra que obviamente ya no la tengo porque esa sí se rompió; la que estoy usando ahora es otra totalmente nueva. Y también acabo de recordar la primera vez que me llegó la menstruación.

Recuerdo literalmente cada pequeño detalle. Les cuento, fue a los once años, recuerdo que fue un dieciséis de enero, en pleno invierno. Yo había llegado de la escuela y estaba en el patio jugando con mi gatita Oreo. Tenía puesta una calza gris, y en una me agaché y miré abajo, a mi entrepierna, y tenía manchado... No me dolía ni nada, pero igual me asusté. No me había pegado ahí ni nada, no tenía idea de cómo me había hecho eso, pero me daba miedo decirle a mi mamá, que al final se terminó enterando, porque cuando me fui a bañar, dejé la calza y la bombacha en el canasto, y ella entró (siempre tuvo esa costumbre de entrar cuando alguien se está bañando, cosa que me incomoda bastante), y se dio cuenta de la ropa manchada. Como ella ya lo había vivido en su niñez, no se preocupó, es más, se alegró de que ya era una mujercita. Me tranquilicé al saber que no era nada grave, pero ahora estoy sufriendo por culpa de esta mierda llamada menstruación, jaja.

Uy, una vez que me encontré con Zarbon-chan, y justo estaba con la menstruación, él se preocupó al ver que me había manchado los pantalones blancos en esa zona.

─¡¿Pero qué te pasó, Abril?! ¡¿Te lastimaste?!

─No, Zarbon-chan, no es nada grave, las mujeres de la Tierra sangran en esa zona una vez al mes, es totalmente natural.

─... Ustedes son raras.

Yo solamente reí, incluso me estoy riendo ahora al recordar las veces en las que Zarbon se ha preocupado por mí por cosas tan simples.

Pero ahora me pongo seria.

Y es que tengo un dilema existencial acerca de mis sentimientos hacia Zarbon-chan. Hasta hace unos seis años, lo veía como un amigo, realmente me encantaba encontrármelo, porque no lo veía todos los días, entonces como que verlo me daba mucha felicidad, estar con él siempre me inspiró puros buenos sentimientos, me sacó risas, me hizo aprender mucho más sobre el universo, que existen muchos más peligros de los que nos enseñan la escuela y los medios de comunicación, y una cosa que me da mucha ternura, es que él, cuando me contaba historias de su vida, me hacía pensar que era como un abuelo, el abuelo que nunca tuve, porque en vida solamente tuve una abuela, que espero que Dios me la cuide por muchos años más.

Sí, él es mi amigo, y de pequeña lo sentía como un abuelo a veces (y es que hasta tiene edad de abuelo, casi ochenta años), pero... ahora lo veo con otros ojos, ya no tengo ojos de niña curiosa e inocente, tengo ojos de adolescente hormonal, sentimental y todas las cualidades que tiene un adolescente, ya no lo veo simplemente como a un amigo, en estos momentos siento unas ganas enorme de besarlo, recorrer cada parte de su cuerpo, su piel celeste, acariciar su cabello (y no solamente agarrarle la trenza como cuando era pequeña), que él me tome de la cintura, acostarnos en la cama bien juntitos...

¿Qué? ¿Piensan que me lo quiero coger? Pero váyanse a limpiar el cerebro, neurona por neurona, con agua jane, y dejen de ser tan sucios y malpensados.

Me sale bien ser hipócrita, ¿no? Qué ganas de ver si la tiene de veinticinco centímetros como aparenta...

Okey, no, dejemos de hablar de esas cochinadas.

El punto es que a esa persona a la que tanto aprecio por haber sido tan buen amigo conmigo en estos años, ahora la veo como a alguien que amo de verdad, pero ese amor del que quieres comértelo a besos, literalmente.

Ay, tengo un torbellino de pensamientos en la mente. Recuerdos de nosotros juntos no dejan de ir y venir por mi mente, los que les he contado son solo algunos de los cientos que tengo, pero aun hay más, y también la pregunta del millón:

¿Debería declarármele? ¿Aun sabiendo que quizás podría romper esa amistad de años? Es que hay un pequeño (enorme problema): la diferencia de edad tan abismal que existe entre los dos.

Yo no tengo problemas en tener una relación con un viejo (con un viejo me refiero únicamente a Zarbon), pero ¿y él? Él es muy respetuoso, y no parece mostrar intereses amorosos por mí en lo absoluto. No quiero que nuestra hermosa amistad de años se arruine por un capricho tan tonto como lo son mis sentimientos.

¿Qué debería hacer?

𝗠𝗜 𝗔𝗠𝗜𝗚𝗢 𝗠𝗔́𝗚𝗜𝗖𝗢 ❱ Dragon Ball Z ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora