Capítulo 4.

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Narra Sesshomaru.

Estudié el rostro de Inuyasha, me costaba creer que este niño era el mismo insolente con el que discutía a menudo. Tenía un impulso de curar sus heridas, no sabía por qué, solo sentía el deber de hacerlo, tal vez esto de verlo más pequeño y frágil estaba moviendo algo en mí. Manteniendo mí expresión sería me acerqué a una de sus heridas de su brazo.

―Debes lamerla. ―Le dije.

Pero vi como me miró, ¿quería que yo la lamiera? ¿Se había vuelto loco? Ignoré su mirada de cachorro para que yo lo hiciera y solo cerré los ojos escuchando como su barriga volvía a sonar.

―Si querés comer, deberás buscar vos mismo tu comida. Al decir eso, recordé por un segundo la vez que le dije a Rin algo similar.

Inuyasha no dijo nada, solo se quedó en silencio, lo sentía más calmado de lo normal, hasta que sentí un cuerpo acostarse en mí pecho; abrí levemente mis ojos para ver a Inuyasha ser el causante de eso, contuve mis ganas de empujarlo y solo cerré los ojos de nuevo, al parecer quería dormir y creyó que sería buena idea hacerlo sobre mí, este niño realmente piensa que tenemos una relación de hermanos, pobre iluso.

Narrador omnisciente.

En pocos segundos el niño ya se había dormido, pero tan rápido como durmió también se despertó.

―¿Qué haces? Creí que querías dormir. ―Dijo Sesshomaru.

No puedo hacerlo.. ―Respondió Inuyasha mientras empezaba a mirar hacía los lados, buscando algo, más bien a alguien, a los monstruos que lo asechaban por las noches. No podía dormir, el miedo e inseguridad invadían su mente de nuevo reemplazando al sueño, pero las ganas de dormir aún permanecían en él.

Sesshomaru se tomó la molestia de volver a mirar a Inuyasha, comprendió de inmediato lo que pasaba por la cabeza del híbrido, e hizo un chasquido con burla.

Duermete, si vienen, acabaré con ellos. ―Siguió hablando en ese tono burlesco pero frío que consiguió crear un escalofrío en el cuerpo de Inuyasha por el choque entre la burla y la frialdad.

No le interesaba que su hermano durmiera por bienestar, sino para que este no lo molestara mientras descansaba los ojos. Las palabras dichas por su hermano relajaron de forma leve a Inuyasha, mas no fueron suficientes para dormirlo, ignorando el hecho de que su cabeza se tambaleara constantemente gracias al sueño que estaba inundando su mente y nublando sus ojos, después de todo su parte humana le pedía a gritos dormir, pero el demonio no se lo permitía, ni siquiera pudo considerar la idea de dejarse vencer por el sueño, solo que graciosamente después de haberse negado rotundamente cayó dormido en el pecho de su hermano por la seguridad que este podía transmitirle, al menos seguridad a su manera.

Idiota, de qué te sirve negarte si sabes que sos débil. ―Murmuró Sesshomaru después de que Inuyasha haya sido vencido por el cansancio.

un nuevo suspiro salió de Sesshomaru quien miraba las heridas del mitad demonio otra vez, las miraba con detenimiento, por el hecho de que las heridas aún no sanado, hasta relacionar la edad de Inuyasha con la tardanza de la cicatrización, mientras menor era el demonio, más débiles eran sus poderes sobrenaturales ya que no se habían desarrollado por completo al ser mitad humano, a demás de porque era un idiota según Sesshomaru. El demonio puro pasó el resto de la noche con los ojos cerrados esperando a que el sol saliera, al final de su espera despertó a Inuyasha.

―Inuyasha. Despierta y ve al agua, apestas a esos repugnantes monstruos. ―Sesshomaru habló con claro desagrado.

Consiguió despertar a Inuyasha, quien lo miraba como si un demonio mayor lo hubiese poseído por haber sido despertado cuando no quería, pero no obtuvo reacción alguna de Sesshomaru quien solo lo miraba con su mismo rostro frío y sin vida de siempre.

Aún no, es muy temprano y el agua estará fría. ―Se quejó Inuyasha protestando por la órden de su hermano.

―No te he preguntado qué es lo que querés hacer, ve ahora antes de que te deje acá solo.

Con la amenaza de Sesshomaru, algo se movió dentro de Inuyasha, quién no tuvo más opción que levantarse e ir al primer lugar con agua que se cruzó para acatar la orden que más detestaba como cualquier perro, y aún peor, como cualquier niño, tener que bañarse. Al principio el pequeño Inuyasha desnudo no quería entrar al agua por lo fría que se hallaba esta, llegó a pensar en no bañarse y decir que sí lo había hecho, una pequeña mentira la cual no duraría demasiado gracias al buen olfato de Sesshomaru, y justo hablando de Roma, el demonio apareció detrás de Inuyasha mirando hacia otro lado.

¿Qué estás esperando? Ve al agua.

Habló impaciente porque el menor se bañara. Su látigo volvió a aparecer y con un pequeño azote empujó a Inuyasha al agua ignorando por completo el quejido que escuchó después de haberlo golpeado. Al ver que Inuyasha realmente tenía 0 intensión de entrar al agua decidió ir a otro lugar para convencerlo de que si no se bañaba iba a dejarlo solo, "¿Por qué es tan difícil cuidar de este mocoso" pensó Sesshomaru"

Me iré ahora. ― Después de hablar comenzó a caminar en dirección contraria a dónde estaba el lago que había elegido Inuyasha. Sintió algo raro al escuchar los quejidos y gritos de Inuyasha, "¿Qué es esto? No, es imposible, solo tengo que estar con él hasta que este estúpido hechizo acabe" se recalcó así mismo ante la idea de querer ir con Inuyasha para que ya no lloriqueara.

Y así lo hizo Sesshomaru, se fue a otra parte del bosque escondiéndose del menor. Se encontraba bajo un árbol como de costumbre, escuchando todo a su alrededor, especialmente atento a su hermano quien estaba en el agua gruñiendo por el disgusto de estar mojado, sus gruñidos volvieron a mover algo en Sesshomaru, se escuchaban tan tiernos que causaron gracia en el demonio, mas no demostró nada ni por un segundo, todo lo que pasaba por su mente ahí quedaba.

Sesshomaru, ya he terminado.. ―Habló el perro en el agua con la esperanza de ser oído por su hermano, si salía ahora tendría frío y estaría más indefenso. ― Sesshomaru.. ―Repitió de nuevo comenzando a creer que ahora estaba solo, la angustia comenzó a invadir su pequeña mente.

Aprendiendo a amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora