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Era una hermosa tarde en el antiguo japón, la guerra contra el demonio Naraku quien fue totalmente vencido por Aome y sus amigos trajo una eterna paz para todos, como saben nuestra hermosa sacerdotisa decidió quedarse en el sengoku con sus amigos, y con aquella persona la cual pensaba que era su verdadero amor.... Pero un año después de haber estado viviendo con él se dio cuenta que nada sería como ella pensaba.

Al principio las cosas entre Inuyasha y Aome eran hermosas, color de rosas, pero un día el hanyou tomo un comportamiento extraño con Aome, le gritaba e insultaba hiriendo profundamente a la joven miko, pero la ceguera de su amor hacia que lo perdonara, con esto las cosas empeoraron para Aome, un día Inuyasha fue hablar con ella y le dijo que ya no quería seguir junto a ella, pues Kikio había regresado a la vida, ¿cómo? Nadie lo sabe, eso fue una estaca en el corazón de Aome, pero no tuvo más remedio que aceptarlo, ya no pelearía por algo que nunca le perteneció, sin embargo, pensó que tal vez el hanyou la tratara mejor, pero no, a pesar de eso el trato era el mismo, incluso la misma Kikio salía en su defensa contra el Hanyou. Sango, Miroku y Kikio procuraban no dejar a Aome sola con Inuyasha, no comprendían el por qué su amigo actuaba de esa manera con Aome.... Lo que Aome no le contaba a nadie era todos los golpes que el Hanyou le dada sin razón alguna cuando estaban solos....

Pero a pesar de ese infierno que vivía Aome tenía razones para seguir adelante, y una de esas razones era Rin, del tiempo que Aome llevaba en la aldea ambas chicas siempre estaban juntas, ella cuidaba de Rin como si fuera su propia hija, y la niña la trataba como una madre y hacía de todo para alegrar a Aome, quien a pesar de no ver nada sabía lo que estaba pasando, Rin varias veces había visto a Aome en el bosque curándose sus heridas...como ahora...

-Mmm? ¿Quién esta hay? - preguntó Aome, observo el bosque cuando de los arbustos sale Rin- Rin...

-Mamá- se acercó a Aome viendo la cortada que tenía en su brazo- ¿Por cuánto más? – preguntó con pequeñas lágrimas en sus ojos, tomando un trapo limpiando la herida, Aome suspiro

-Rin... no es tan fácil

-Pero podemos hablar con el amo Sesshomaru

-Rin, yo sé que Sesshomaru te aceptara a ti en su palacio, pero no a mí, sabes que él no es muy amigable con los humanos y no quiero incomodarlo mi niña *además debo soportar esto lo quiera o no*

-Pero...

-Estaré bien Rin, a pesar de todo es mi amigo, me dirás masoquista, pero no puedo abandonar la aldea ahora- se levantó del suelo una vez Rin termino, se acercó y beso su cabeza- Confía en mi pequeña se lo que hago, ahora ve al campo Sesshomaru ya llegó

-Madre- Rin la abrazo- Te amo, no quiero que nada te pase

-Yo también te amo mi niña, ahora vete, estaré en el rio cualquier cosa

-Está bien, adiós- Rin salió corriendo al campo, al llegar pudo ver a Sesshomaru sentado bajo de un árbol cerca del bosque, se acercó corriendo- ¡Amo Sesshomaru! - gritó feliz de verlo, este la observo- Que bueno verlo amo

-¿Rin, has sido buena niña?

-Si amo, oh ¿y el señor Jaken?

-En la mansión - contestó, observo a Rin notando algo diferente en ella, vio que Rin recientemente había llorado, también que sus manos tenían un poco de sangre que no era de ella, con delicadeza tomo la mano de Rin y la olfateo *Miko* era sangre de la Miko que ahora cuidaba a Rin, sin quererlo eso lo altero un poco pues la chica no lo recibió con Rin como siempre hacia- Rin, ¿y la miko?

-Oh ...mamá está en el rio, no...no se encontraba bien- percibió la pequeña mentía, frunció el ceño

-Rin, dime la verdad... ¿y porque la sangre de la miko está en tus manos?

DOLOR Y AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora