Parte 9

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—¡Carnicero! Llegó tu hora —dijo el alguacil mientras abría la puerta de la celda.

—Acabaré con todos vosotros de la forma más despiadada. Pienso destriparos y beberme vuestra sangre —dijo Jesse mientras el alguacil y los guardias le agarraban para atarle las manos a la espalda y seguidamente sacarle de la celda.

—Sí, sí... bla bla bla bla bla... en un rato estarás maldiciendo en el infierno, asesino.

—Tú serás el primero alguacil, como salga de está pienso ir a por ti de una forma tan cruel que me suplicarás que acabe cuanto antes con tu sufrimiento.

Sin decir nada me da un puñetazo en la parte baja de la espalda con todas sus fuerzas, o al menos yo lo he sentido así. El golpe hace que me caiga de rodillas, pero antes de que toquen el suelo, los guardias me levantan por los brazos y me llevan a rastras.

Salimos a la calle donde han preparado una horca. Me suben a un taburete y me colocan la soga al cuello. La calle está llena de gente, a muchos de ellos los conozco, son mis vecinos y mis clientes. Me miran con una mezcla de asco y odio. Jalean mi muerte, están deseando ver como me ahogo poco a poco. Malditos desgraciados, pagarán por esto, les esperaré uno a uno en el infierno. Desearán no haber deseado mi muerte.

El alguacil lee los actos por los que se me juzga y ninguno de ellos es cierto. Yo no he matado a nadie y tampoco he saboteado el barco. La ira comienza a desbordarse de mi cuerpo. De pronto, el rey Enrique I aparece con sus guardas y se acerca a mí para mirarme fijamente a los ojos.

—El plan ha salido como esperaba —susurró el rey Enrique I en el oido de Jesse.

—¡Qué plan maldito! —gritó Jesse.

En ese momento y sin darme cuenta, el rey Enrique I me clavó una daga en el estómago. Siento como me arde la barriga. Ese maldito desgraciado me ha rajado, puedo ver como se asoman las tripas sin llegar a salir mientras se bañan en sangre.

El rey hace un gesto con su mano mientras me mira fijamente y deja escapar una sonrisa cargada de placer. El alguacil le da una patada al taburete y siento como la soga estrangula mi cuello. Pataleo intentando soltarme, pero es imposible, es mi final, de esta no puedo escaparme.

Poco a poco siento como la vida se apaga hasta que todo se vuelve negro. El silencio y la oscuridad se apoderan de mí.

El diario de Jensen - «La historia de Jesse»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora