CAP. 5

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Su vida desde el momento en que fue obligado por su padre Ten a abandonar las tierras de fuego y vivir en el reino de los brujos cambió por completo, su alrededor era oscuro y desolado, los primeros meses se sintió asechado tanto por los brujos como por las almas que existían en ese lugar.

Sus dragones increíblemente se habían acostumbrado a lo largo de dos años y tanto a ese lugar, sus pieles cambiaban de tonalidades al salir del reino de las sombras, se volvían más vivos y bonitos cosa que le encantaba demasiado.

Se alimentaban de las especies raras y babosas al igual que de ciertas almas. Él por otra parte aprendió bastante no solo del reino sino también del papel que debía llevar a cabo para todo ser que existía en ese plano.

Solo la vida misma y los dioses sabían cuántas veces había caído en hoyos realmente profundos, manchado su ropa de sangre con algún animal extraño que siquiera tenía un nombre pronunciable, cuantas noches paso frio por culpa de los castigos estúpidos y de poco sentido de su padre, de las cientos de veces que tuvo que escapar de criaturas de gran tamaño o las comidas insípidas que estaba obligado a consumir eso, sin contar las veces que tuvo que curar a sus dragones por la naturaleza viva y asesina que habitaba como otro animal al asecho.

Sin duda ese reino no era el preferido o siquiera el esperado ante sus ojos, pero lo aceptaba pues quitando la densa neblina y la gran cantidad de veneno que rondaba por todos lados además de los peligros terrenales, el reino era un lugar con un encanto interesantemente especial y único.

Había frutas que en ningún otro reino existían, tan dulces y pecadoras como su existencia misma, flores que brillaban al caer la noche mostrando un camino secreto hacia un manantial vivo lleno de pequeños seres adorables.

— Tengo que volver Jeno — dijo sentándose con algo de dificultad.

— Descansemos un poco, pronto amanecerá — cálidas manos rodearon su cuerpo desnudo.

— Está bien — susurró sin quiera oponerse a la idea de dormir cálido entre sus fuertes brazos.

Era extraño como desde tener un sentimiento de asco hacia la idea de tener relaciones sexuales hasta el deseo e incluso la necesidad de experimentar y mantener una vida sexual a sus cortos trece años.

Era interesante, fascinante diría como su cuerpo cambió estando en el otro reino, era más esbelto, sus expresiones y rasgos más maduras, su voz había cambiado, técnicamente todo él había pasado por un cambio drástico pareciéndose ahora a un joven de dieciséis o diecisiete años.

— ¿Cuándo será la coronación? — se removió tratando de acomodarse mejor.

— En dos días — respondió soltando un jadeo al sentirse en la gloria — Iras ¿no? — preguntó sintiendo una espina de inseguridad.

Deseaba que su hermano estuviese presente en ese momento tan especial y memorable.

— Claro que estaré presente, no me ausentare en un día tan importante para mi hermano y futuro esposo — la respuesta le agrado bastante haciéndolo sonreír y restregarse en el pecho desnudo de su hermano.

Decir que muchas cosas habían dado un giro inesperado era poco, aunque su estilo de vida actual no le desagradaba, aunque no tuviese fuertes sentimientos por su hermano si sentía un amor y cariño más allá de lo fraternal. Estaba dispuesto a casarse y llevar una vida marital bajo ciertos parámetros al igual que formar una familia con un nuevo lazo de sangre que cambiaría por completo el nivel de ambas familias.

— Oye Hyuck — abrió sus ojos perezosos al estar quedando dormido, podía sentir los latidos apresurados de su hermano — Se que ha pasado tiempo y también las cosas cambiaron, pero realmente lo siento por aquella tarde cuando llegó Ten.

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