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Aki enciende su cigarrillo, con los codos apoyados en el balcón. Da una larga calada al cigarrillo antes de exhalar. Aspira el aire fresco del exterior antes de llevarse de nuevo el cigarrillo a los labios. Cierra los ojos y se pellizca la nariz con la mano libre. Tiene que despejarse.
En momentos como éste se pregunta por qué decidió casarse. Antes tenía un único objetivo en mente, y casarse sólo le desviaría de su propósito. Pero te conoció y sus planes cambiaron; sin embargo, cuando llegó a casa, te enfureciste. Se enfadó porque no le cogía el teléfono. Ni siquiera pudo articular palabra.
No termina su cigarrillo antes de apagarlo en el cenicero. Respira hondo, intentando contener la rabia. Se masajea la sien. No oye abrirse la puerta corredera, lo que le sobresalta cuando siente que un par de brazos le rodean la cintura. Le besa la nuca antes de apoyar la cara en su espalda. Aspira el olor a ropa recién lavada que no se mezcla bien con el olor a humo.
── Lo siento, exageré. Estaba muy preocupada ── Dices ── Debería haber mantenido la calma. Sé que no querías ignorarme.
Cuando te apartas, él se da la vuelta y te rodea con sus brazos. Te besa la cabeza. Te pasa la mano por la espalda antes de decirte:
── Primero deberías intentar calmarte.
── Lo sé... Pero estaba tan preocupada. No cogías el teléfono, y llegaste a casa más tarde de lo habitual... tengo motivos para estar disgustada. Ni siquiera reconociste lo tarde que llegaste ── Empiezas, y él quiere contarte su versión, pero primero te escuchará ── Estaba pensando lo peor. Sin ti, estoy sola. Verte tan relajado sólo me alteró.
── No me di cuenta de lo tarde que era. Lo siento. Pero no puedes actuar así. Me estaba arrepintiendo de haberme casado por cómo estabas actuando ── Confiesa, lo que te hace fruncir las cejas. Quizás debería haber omitido eso último ── Lo que estoy tratando de decir, es que realmente me molestaste. Ni siquiera me dejaste explicarte... Querías que dijera algo pero no me dejaste decir ni una palabra.
── Tienes razón, cariño. Lo siento.
── Además no estarías sola... Y no vas a estar sola. No voy a dejarte pronto. Vamos a envejecer juntos. Para cuando uno de los dos muera, tendremos diez bisnietos ── Dice, una risita sale de sus labios justo después. No cree que vaya a vivir tanto; de hecho, no cree que vaya a estar mucho tiempo. Pero no te lo va a decir, quiere que seas feliz para siempre, al menos a sus ojos. Quiere que tus preocupaciones sean sólo preocupaciones, no quiere que pienses que existe la posibilidad de que le ocurra algo malo.
Sonríes antes de llevar tus labios al encuentro de los suyos en un beso corto. Su mano va a tu mejilla y te la acaricia antes de volver a besarte. Te picotea los labios un par de veces antes de que lo detengas, poniéndole la mano en el pecho. Le sonríes y sus ojos se desvían de tus labios a esa mirada sugerente. Le dices:
