꒱ | Capítulo 9

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— ¡Funcionó, viniste a mi cumpleaños! — Es lo que la pequeña Yunjin exclama al llegar al campo de fútbol, abrazando con fuerza las piernas de su entrenadora — Mamá está más contenta ahora

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— ¡Funcionó, viniste a mi cumpleaños! — Es lo que la pequeña Yunjin exclama al llegar al campo de fútbol, abrazando con fuerza las piernas de su entrenadora — Mamá está más contenta ahora.

— Y yo también — Jeongyeon dice acariciando su mejilla con dulzura — ¿Te gustó tu regalo?

— ¡Me encantó!

El regalo de Jeongyeon se había basado en una pelota de fútbol y un pijama de pequeños conejos, ya que Yunjin le mencionó una vez que eran su animal favorito. Y se puede decir que la pequeña lo llevó puesto el resto del cumpleaños.

— Luego me cuentas, ¿Vale? Ahora vamos a calentar — Yunjin asiente emocionada, dejando su mochila en el suelo y corriendo hasta el grupo de niños.

Mientras estos empiezan a calentar, Jeongyeon sólo puede pensar en el fin de semana, en cómo Jihyo había sonreído tímidamente cada vez que se miraban, en cómo era una madre increíble y en cómo sus ojos brillaban al mirar a su hija.

Siendo totalmente honesta, a Jeongyeon se le había pasado por la cabeza estar con alguien que tuviera un hijo, pero por alguna razón, con Jihyo se sentía bien, diferente. Le encantaba la idea de que con la pelirroja también viniera Yunjin, le encantaba la idea de tenerlas a las dos.

Se muerde el labio mientras los niños terminaban de calentar, intentando apartar sus pensamientos y centrarse en el entrenamiento del día.

Y aunque no podía esperar a ver a Jihyo aparecer con su cabello recogido y su sonrisa nerviosa, y después de tantos días, volver a tener ese pequeño tiempo para ellas, para hablar en mitad del campo de fútbol mientras el sol se pone, se dice a sí misma que tan solo tenía que esperar.

Y aunque no podía esperar a ver a Jihyo aparecer con su cabello recogido y su sonrisa nerviosa, y después de tantos días, volver a tener ese pequeño tiempo para ellas, para hablar en mitad del campo de fútbol mientras el sol se pone, se dice a sí ...

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Jihyo había estado tan sumergida en su trabajo aquella tarde, que no se dio cuenta de la hora que era. Y cuando finalmente sale de casa, ya va diez minutos tarde.

Por suerte solo le toma diez minutos más llegar hasta allí, y cuando lo hace, siente que finalmente puede respirar.

— ¡Mami! — Yunjin grita mientras corre hasta ella con la mayor sonrisa en su rostro.— Estás llena de harina, mami.

¡Entrenadora Jeong! | JeongHyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora