Capítulo 2

38 2 0
                                    

Capítulo 2

Ailén

Me paseo por la oficina de mi hermano como un león enjaulado, estoy furiosa con él, ¿Cómo se atreve a traicionarme de esa forma? Lo discutimos en el pasado, Gavin's Constructions, estaría fuera del proyecto, no íbamos a contratar sus servicios nunca más. Pero mi querido familiar falto a su palabra y me siento ultrajada, no podemos darnos el lujo de tener cerca al dueño de esa constructora, sin importar que tan bueno sea en el trabajo que hace.

—No me importa Aarón— le gritó a mi hermano – acordamos que no contrataríamos a Gavin para esta obra y ahora me entero de que me engañaste, y que todo este maldito club fue planificado, edificado y hasta amueblado por él. ¿Estás loco?

Él se encuentra sentado detrás de su escritorio, luciendo fastidiado por mi cansina perorata. Su cabello marrón claro, que luce como el chocolate, cae por su frente, en despeinados rulos, me entran ganas de jalárselos y dejarlo calvo, porque estoy muy cabreada con él, y también porque extraño mis propios rizos. Está vestido de una forma casual, camisa de jean, y pantalones iguales, lleva zapatos negros de vestir, aunque en esa posición no puedo captarlos, pero sé que están allí, los vi cuando llego.

—En mi defensa, lo hice porque sabía que sería lo mejor para el negocio, — habla él, cuando me quedo callada. — Mira Ailén, Gavin fue el arquitecto de nuestro primer club, y nos ha ido genial, gracias a que lo escogimos para el proyecto, muchos practicantes del BDSM compraron asociaciones, solo porque el edificio tenía su sello particular. Además de que es el mejor en este tipo de edificaciones, ¿sabías que el año pasado lo contrataron para que creara varios clubes en Europa? ¿Y qué están siendo todo un éxito?

Por su puesto que lo sé, a pesar de los años y de la distancia entre ambos, mantengo mi obsesión por el hombre. Tengo guardado cada revista de arquitectura, de sexualidad y de negocios, en la que ha salido en la portada, a veces ni siquiera eso, una simple mención de su nombre, o apellido, hace que mi pecho se agite, bien sea por enojo, o anhelo total.

—Entiendo tu punto de vista financiero y estratégico Aarón; pero ¿comprendes que, si mis caminos se llegan a cruzar con Gavin Bennet, mi vida estará arruinada? ¡Destrozada!

—No seas exagerada Ailén, — dice, torciendo los ojos —, este edificio acaba de terminarse, han pasado seis meses desde que lo contrate y ni siquiera le has visto la sombra al hombre.

—Seis meses desde que me mentiste — enfatizo la ultima palabra.

—¡Lo siento! — Exclama exasperado — entiendo que no te guste mi decisión, pero ya está hecha, y te prometo que él no se meterá de tu vida.

—Eso no cambia el hecho de que me traicionaste y me pusiste en peligro.

—Solo quédate tranquila, no va a suceder nada malo, te lo prometo, de todas maneras, él vive en esta enorme ciudad y tú en el pueblo de al lado, no vas a encontrártelo.

—No me importa Aarón — exclamó, indignada por su ligera actitud. — Quiero que te disculpes, con un honesto, sincero y verdadero arrepentimiento, porque se supone que somos un equipo y pasaste sobre mi autoridad, sobre mis acciones, tomando una decisión laboral que yo no aprobé, que por cierto dije que estaba en contra.

Reconozco que mi enojo no solamente se debe al hombre en sí. También es porque mi hermanito salto la talanquera de la ley, incumpliendo a las cláusulas que establecimos en un contrato notariado, como socios de negocios. Ahora que tengo suficiente dinero propio, que soy independiente y por supuesto que una mujer responsable, me convertí en uno de los inversionistas de la segunda sede del club granada. Y mi inversión fue nada más y nada menos que la del cuarenta por ciento, exactamente la misma que él colocó. Y no es tan solo eso, cinco años atrás, mi hermano insistió, en incluir mi nombre como copropietaria del establecimiento original, que actualmente se ha convertido en una sucursal. Todo eso en caso de que algo malo le pasara, yo podría tomar las riendas del negocio, el cual permanecería en las manos de la familia Rivera.

Atada por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora