25. Conspiraciones

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Se encontraba entonces parado, luchando ligeramente contra el sueño, viendo una vez más a aquel hombre desconocido que se quedaba junto a él y en el local, inclusive cuando ya había pasado la hora de almuerzo. Haciéndose el uno al otro una especie de compañía silenciosa y atrevida que más que reconfortante, a Greed le pareciese ser el augurio de un mal futuro o pasado.

Greed suspiró, preguntándose qué tan importante sería este sujeto como para no tener la necesidad ni la intención de irse temprano después de comer, y más bien, se quedaba fumando en las mesas de afuera.

¿Sería tan hermoso tener tanto dinero? Una casa grande, estabilidad financiera y oro que lo compra todo. Y pensó que talvez no estaría mal.

Y aunque el de ojos verdes no podía realmente observar su cara a detalle por el humo constante del cigarro; sabía, (o presentía), que le miraba continuamente, sus ojos brillantes, casi malévolos pero hipnotizantes que lo llamaban y lo envolvían, como si aquello familiar le fuera presente en él.

No quisiera acercarse de todos modos a él, a menos que fuera estrictamente necesario. Pues, jamás olvidaría la sensación intensa y escalofriante de su voz grave hablándole por primera vez cuando la tarjeta se le fue otorgada.

- Muchacho.- Le llamó, y entonces se vio obligado a ir, por compromiso profesional y el hecho de que aunque no hubiera pedido nada en aproximadamente media hora, le obligaba a preguntar.

- ¿En qué puedo ayudarlo?- Y el contrario señaló al frente de sí, invitándolo a sentarse con él. Greed lo observó confundido y negó con la cabeza.

Las reglas jamás le permitirían tal acción con un cliente de esta categoría, pero más importante que las reglas era el hecho de que rotundamente no deseaba estar frente a ese hombre, de ninguna manera quisiera que alguien tan inexplicablemente misterioso le intentara hacer plática.

- No tengo permitid- Y antes de poder terminar aquella oración, aquel hombre -que Greed aún no estaba seguro si se llamaba como en la tarjeta o sencillamente se trataba de un nombre profesional para mantener el misticismo-, lo agarró del brazo después de voltear los ojos, obligándolo a sentarse.

- Pensé que eras más rebelde ante las reglas.- Dijo, apartando un mechón de la cara de Greed, despejando su cara. - ¡Ah! Así estamos mucho mejor.-

Y Greed juró que aquel hombre le sonrió, pese al humo. Se vio entonces envuelto por el olor del tabaco, y tosió varias veces en respuesta. Sintiéndose repugnado ligeramente por el vicio que parecía volverse más y más común en los recientes años. Culpaba a los hippies y la propaganda falsa de hace dos décadas atrás que alguna vez vio aún proyectada en la televisión vieja de su madre, aquella que afirmaba que el tabaco era saludable.

- Dime, ¿eres tan listo como pareces?-

- Yo no soy el listo, ese es mi otro compañero.-

- ¿El que se parece a ti?- Y Greed se sonrojó, sí, hasta cierto punto sabía que se parecían bastante, pero decidió ignorarlo. Suponía era normal sentirse atraído hasta cierto punto a algunas características concretas que ambos compartían.

Alguna vez leyó algún periódico explicando que era habitual que a los humanos le gustaran las facciones familiares.

- Sí... el mismo.-

- Él no me interesa.-

- ... ¿Y puedo preguntar por qué de pronto el interés en mí?- Se atrevió a preguntar, con recelo y ligero miedo.

- Trabaja para mí.- Cambió de tema. Y Greed supuso que ya había caído en su trampa de hilos. El humo se disipo ligeramente, el contrario le sonreía elegantemente mientras se ponía la quijada en la mano.

- ¿Y en qué-

- Eso no es importante.- Lo interrumpió nuevamente, a favor de conseguir su objetivo. - Sé mi asistente, o mejor dicho, mi aprendiz.-

- Pero no me conoce.-

- Conozco más sobre ti de lo que te imaginas, muchacho.- Rió. - Si trabajas para mí, prometo que tú no vas a tener que preocuparte por nada más en tu vida.-

- No me interesa el dinero.- Dijo, frunciendo el ceño. Aunque fuera tentador, y de hecho quisiera acceder, de alguna forma le frenaba su latente deseo de permanecer del lado de Once por ahora. Inclusive si no fuese correspondido, era lo menos que podía hacer, y cuando él ya no lo necesitase. Entonces, talvez y solo talvez, consideraría irse de su lado.

Aunque si fuera sincero, sentía que lo amaba tanto que incluso si Once se iba con alguien más, él iba también. Solo por su acto noble de abandonarlo todo para salvarlo a él... Le debía la vida entera.

Y el silencio reinó entre ambos, Greed se dispuso a levantarse de la mesa e irse, ligeramente indignado por la absurda idea de que cederia ante una oferta de tal calibre y sin siquiera saber de qué hablaba el hombre de enfrente.

- Lo siento, señor The... yo...-

- Oh porfavor, llámame Fore.- Sonrió, como si no le importase siquiera el rechazo a la propuesta.

La idea de que no sería la primera vez que le preguntara, le aterraba a Greed.

- Señor Fore... No puedo aceptar por ahora... trabajo de tiempo completo y no sé de qué trata su trabajo, simplemente no quiero problemas.-

- Entonces si eres listo.- Rio suavemente, con su voz rasposa y grave. - Tengo una fábrica de ropa, hago cada uno de los trajes que ves usar a los hombres de negocios de la ciudad.-

- No, lo siento.-

- ¿Es por ese amigo tuyo?- Preguntó, y Greed se congeló, pensando que quizá aquel hombre de apellido tan extrañamente familiar pudiera leerle la mente.

- ¿Acerté?- Dijo bufón, dándole una calada a su cigarro antes de soltar el humo.

- Tengo que pensarlo.- Dijo, por fin Greed poniéndose de pie, el contrario hizo lo mismo, poniéndose su sombrero gigante de color negro y su traje oscuro que Greed seguía sin distinguir a ciencia cierta si era negro o verde oscuro. Y lo vio levantarse con gracia. El hombre se acercó para decirle en un susurro casi maqueavelico al oído.

- Estoy seguro que... - Su mano se poso en el hombro del chico limón, que sencillamente soñaba poder terminar con esta interacción tan bizarra y escalofriante. Su voz le hacía bailar la cabeza, hipnotizante, tanto que pareciese en lugar de una propuesta o argumento a favor suyo fuera la más macabra de las poesías que hasta cierto punto, tenían su encanto.

- Ya cambiarás de parecer.-

 Lemon Boy. - Oncest [AU!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora