27. Lluvia (Parte 1).

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Partieron entonces aquellos dos muchachos que poco o mucho sabían sobre las diferencias del amor platónico y el romántico, a sencillamente dar una vuelta por ahí, lejos de los gritos de los clientes, y aprovecharon que el pronóstico del tiempo les diera lluvia a su favor, y por supuesto, un local vacío que luego de un par de minutos hablando con el señor Lorax, lograron convencer a aquel viejo de cabello naranja y acento cómico a que les diera el día libre.

Aún no llovía, más el cielo estaba gris, casi tanto como los ojos de Greed cuando había escasa luz del sol que se reflejara en sus orbes.

Y Once extrañó, tan solo un poco, ver ese color vibrante que solían emitir por lo general los ojos contrarios.

- Hace tiempo que no salíamos así.- Dijo el de ojos azules, mientras caminaban por el parque, ambos con las manos congeladas por el frío otoñal que se avecinaba y amenazaba con un invierno más frío de lo habitual.

El contrario solo asintió, sus mejillas rojas del frío, y por varias razones más.

- Te extrañaba.- Dijo Greed entonces, después de un largo silencio en dónde a pesar de todo, era reconfortante para ambos.

Y Once sintió sus mejillas arder ligeramente, sus ojos abrirse en sorpresa y sonreirle después. No era lo habitual que Greed se mostrara tan vulnerable con la gente en general, su cara cansada y falta de emoción solía repeler a las personas que buscaban acercársele.

Pero para cierto muchacho de pecas en las mejillas, era aquella parte que más amaba, esa parte en dónde se recordaba por qué quería protegerlo siempre, dejarlo todo para seguirlo y mantenerlo seguro.

Agradecía que le tuviera la confianza de mostrarse vulnerable, le recordaba entonces que ambos eran humanos.

Tan solo un par de chicos, jugando a ser adultos.

El chico limón, sin esperar respuesta alguna prosiguió, y el otro escuchaba. Recordó entonces que por lo general hace meses fuese alrevés, Once hablando hasta por los codos y Greed escuchando con una sonrisa tímida y ladeada a cada una de sus invenciones.

- No quiero que las cosas con Norma se compliquen por mí, pero...- Y fue interrumpido abruptamente por gotas de agua torrenciales que ahora caían del cielo.

Corriendo bajo las gotas de lluvia, bajo el helado y nublado cielo de la ciudad sin alma en la que ahora a pesar de vivir ahí no se veían presos de esta, rieron por un rato mientras buscaban algún lugar en el cual esconderse de la lluvia.

No fue solo hasta que encontraron refugio bajo la fachada de una tienda pequeña, una casa mal gastada y que contrastaba con el resto de rascacielos a su alrededor. Se sorprendían que incluso, aquella construcción de ladrillos y paredes blancas se viera intacta después de los años.

La prueba de que la perseverancia superaba a la modernidad.

Se observaron, suspirando, sentados en una pequeña escalera que llevaba a la puerta de la tienda cuyas puertas estaban cerradas y fuera de servicio, al parecer.

Los ojos verdes limón de Greed, intercambiando miradas y rubores en las mejillas con las sonrisas cálidas y tenues de su mejor amigo Once.

Suspiraron al mismo tiempo, empapados por la lluvia, sin importarles el hecho de que probablemente alguno de los dos se enfermaría después de esto.

Once le golpeó suavemente con el codo, de manera juguetona.

- Yo también te extrañaba.- Dijo suavemente, en casi un susurro que ninguno de los dos supo explicar por qué, provocaba que sus corazones latieran en vergüenza.

- ¿Y qué tal las cosas con Norma?- Preguntó Greed, no queriendo hacerse falsas ilusiones con el tono de voz tan... inconscientemente coqueto de su mejor amigo que pareciese dirigirse únicamente a él ahora.

- Norma es genial, es divertida.- Dijo Once con convicción, orgullo y inclusive decíase un tono algo pretencioso. - Le gusta la misma música que a mí.-

- Creo que es la primera vez que hablamos de música, o cosas así.-

Once entonces se percató que era cierto, y después de ver a su amigo sorprendido, rió por lo bajo.

- ¿Sabes qué? Al regresar a casa podría enseñarte los vinilos que Ted me regaló, dijo que su mamá los quería romper porque no le gustaba el hecho de que fueran algo diferente al Jazz.-

- ¿Te gusta el Jazz?-

- Me gusta más el naciente mundo del Rock, pero Frank Sinatra me fascina.-

Greed no tenía ni idea de cómo continuar la conversación, al tener escaso conocimiento sobre cosas como esas, sencillamente intentó hablar. Talvez, contarle sobre aquel hombre extraño que aún en sueños se le aparecía como una sombra de humo y tomaba el rol del mismísimo Lucifer encarnado en un hombre de negocios.

- Yo- .- Dijeron al unísono, girando sus caras para verse mutuamente, y luego rieron a carcajadas.

- Perdóname.- Dijo el pecoso, la culpa parecía carcomerle ahora.

- ¿Por qué?-

- Olvidé lo mucho que me importabas.- Confesó Once, bajando la mirada, cruzando los brazos, buscando confort en un abrigo prestado que contenía su olor favorito en todo el mundo. - Y lo mucho que amo estar contigo.-

Y Greed sintió sus mejillas arder, el impulso de salir corriendo se hizo presente, pero se contuvo de gritar como una niña pequeña emocionada, y solo asintió.

Las gotas de lluvia caían, y se les hacía extrañamente eterno pero perfecto. Tal y como las puestas de sol, el sol rojizo tornando el valle de su pueblito brillar de mil colores diferentes gracias a los árboles de trúfula y las estrellas que ahora Greed solo podía encontrar en las constelaciones que su mejor amigo llamaba pecas.

- Aún me debes ese turno que tuve que cubrirte. Tenía planes, ¿sabes?- La cara de Once se volvió una juguetona y volvió a golpearle con el codo, mientras Greed sencillamente se dedidaba a bromear.

Ambos sabían ahora que no necesitaba nada a cambio.

Aunque a veces Greed se preguntaba si tanta amabilidad con su mejor amigo, y el hecho de que ahora fuera su cupido secreto no le haría merecedor de algún premio de vez en cuando.

- ¿Qué planes? ¿Tenías una cita?~ -

- Eso no te incumbe.- ¿Por qué todo mundo seguía llamándole cita a lo que inicialmente solo planeaba ser una cena entre amigos y-

Bien, ahora ya entendía por qué Ted le había dicho cita a su 'cena de agradecimiento.'

Rieron nuevamente, como dos jovenes por primera vez en meses.

Y Once se fijó en los labios secos de Greed una vez más. Pálidos y de un rosa pastel que le recordaban inconscientemente a los milkshakes de frutilla que solían preparar en el local, muchas veces llenos de crema batida.

A su corazón se le escapó un palpitar salvaje y se preguntó si sabrían a vainilla como los de Norma , o talvez a algo más.

 Lemon Boy. - Oncest [AU!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora