Quiero que recuerdes campanilla o te des cuenta cuándo empezaste a escribir tú historia, tú verdadera historia humana y divina, cuando tú ser se fue unificando, era cuando me buscabas.
¿Por qué me buscabas?
¿No era yo quien te buscaba a ti cuando balabas perdida y en un árbol deje la vida para encontrarte mejor?
¿No fue así campanilla?
¿Has visto un amor mayor?
Empezaste a escribir tú diario cuando te sentiste salvada por Dios, cuando descubriste su amor, que no eras tú la que me amabas era yo quien te amaba a ti.
¿Cómo me ibas a amar si no me conocías?
¿Si no sabías quien era ni cómo era?
Después de habértelo dicho y haberme dado a conocer a ti, aun todavía no llegas a conocerme, sigues dudando, porque esa fue la cizaña que el mal cuando te encontró dormida sembró en ti, y ya sabes campanilla que hasta la siega no se puede arrancar para no malograr la buena, están tan justas que podría hacerle daño al arrancarla.
Me conocías de oídas campanilla, y te sentiste enamorada. También estabas enamorada del príncipe azul y no lo conocías de nada, él no existía, solo era una ilusión, una fantasía, pero Dios si existía y existe, es una realidad que has podido comprobar en tú vida.
Pero no era eso lo que te quería recordar, era sobre el diario de la salvación de tú alma y cuando empezaste a escribirlo, lo escribías en un papel a mano igual que después escribías los libros que yo te decía, los escribías así, lo mismo, y mal escritos, porque no sabías hacerlo de otra manera, después de mucha historia conseguiste la forma de rectificarlos volviéndolos a escribir, si no correctamente si mejor que a mano que no los entendías ni tú al no sabes escribir, pero yo lo quería así, para que se viera que tu obra no era solamente tuya, también era mía.
Y la quería a tú manera sin ser perfecta, era a tú manera como yo la quería. El diario de la salvación de tú alma es tú historia, y los libros son cosa mía y también son cosa tuya, porque yo te necesitaba para poder hacerlo, aunque son lo mismo, un diario, pero ya contado por mí, no por ti, y a mi manera que es muy parecida a la tuya por ponerme en tú lugar para poder hacerlo, el diario de la salvación de tú alma era tú historia conmigo, y los libros son mi historia contigo.
¿Por qué te recuerdo esto?
Para que veas la diferencia que hay entre el principio y el final, empezaste escribiendo el diario, y te admiras de tú amor tan encendido y lo que escribes en él, y casi ni te acuerdas ni comprendes lo que escribías al no saber ni comprender como lo haces ahora que lo estás corrigiendo al final después de haber escrito todos los libros, y por eso ves la diferencia que hay entre tú diario y el mío.
En el tuyo empecé por enseñarte, por espabilar tus sentidos, para cuando estuvieras dispuesta empezarás por aprender lo que yo quería de ti y te quería decir, quería enseñarte a mi manera, ya que tú habías vivido y aprendido a la tuya.
Ahora campanilla con estas cartas quiero aclararte ciertas cosas, que a pesar de habértelas dicho muchas veces se te olvidan.
Nada ni nadie te pueden hacer daño campanilla si permaneces en mi amor, y como de vez en cuando parece que lo olvidas aunque sea sin querer ni darte cuenta, por eso te lo recuerdo.
Hay dos clases de dolores campanilla, el dolor del amor que es un dolor que no te quita la paz, sufres sí, pero por amor, ese dolor no te quita la paz por mucho dolor que sientas, además de la paz sientes el consuelo y la cercanía de Dios que te quiere consolar en tú dolor.
También hay otro dolor al que le das mucha importancia, es el que te produce la incomprensión el rechazo o la provocación, en esos momento en los que sientes dolor inquietud y malestar porque de alguna manera te sientes herida, ese dolor te quita la paz, porque de alguna manera has sido agraviada y le has hecho frente al agravio, y ese dolor que sientes, y la inquietud de ese dolor te quitan la paz, y quitarte la paz es quitarte mi presencia, es meterme en el armario el trastero o la despensa, lo que tengas más a mano.
Y la inquietud o el dolor que sientes, ciertamente, son espinas clavadas en tú corazón, y le ha quitado el lugar a Dios que te da la paz con su presencia, y has dejado en su lugar al mal, que con el dolor de la inquietud se ha instalado en el lugar de Dios con su presencia perturbadora, así de sencillo es campanilla, cuando la inquietud, el dolor de la inquietud, la preocupación, la duda o el miedo se instalan en tú corazón y te sientes mal y herida, el mal sin que te des cuenta le ha quitado el lugar a Dios que siempre te da la paz con su presencia.
Así de sencillo es campanilla, nada que venga de fuera te puede hacer daño si tu no quieres, si no dejas que el mal entre en tú casa si tú eres la dueña y se lo puedes impedir, otra cosa es, que te encuentre desprevenida cansada o dormida y se cuele en ella sin que te des cuenta.
Ya sabes campanilla, "si el dueño de la casa supiera cuando va a entrar el ladrón no lo dejaría," pero como no lo sabe, tiene que estar siempre alerta, porque cuando menos lo espera se cuela, el mal es así, es astuto, y siempre va con la mentira por delante para colarse e instalarse en tú corazón y encerrar a Dios hasta que tú te des cuenta, después de mucho pasar lo vuelves a echar fuera y le abres a Dios la puerta donde lo habías encerrado sin darte cuenta.
Así de sencillo es campanilla, y por muchas veces que te lo digo siempre lo olvidas, por eso te escribo estas cartas para recordarte las cosas que se te olvidan.
También hay otro dolor lo mismo que los otros, es el dolor del cuerpo, de la enfermedad, y si tú no quieres no te quitara la paz, dejaras a Dios que siga viviendo en ti con su paz, pero si te revelas inquietas o pasas miedo ante ella porque puede quitarte la vida, es porque al no conocer a Dios, dejas que el mal te engañe y se instale en tú casa para meterte miedo e inquietarte ante el dolor la enfermedad y sus consecuencias que siempre son malas, al ser cosas del mal causan dolor.
Con esa actitud has vuelto a encerrar al Señor, ese dolor, el miedo, la inquietud le han quitado el puesto al instalarse en tú casa, y es una mala compañía tener al mal en tú casa, por eso depende de ti, tú lo puedes dejar estar, o puedes dejar a Dios ser Dios en ti, que siempre te da la paz que es su presencia viva dentro de ti, y si aceptas su presencia tendrás también la alegría que es testigo de su amor, y esa campanilla es la perfecta alegría, recuérdalo.
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CARTAS DE DIOS
EspiritualCampanilla, ¿recuerdas cuando no comprendías lo que era sufrir por mi cuerpo? Ya sabes y comprendes que todo no lo puedes comprender de una vez, tiene que ser poco a poco como te lo puedo ir revelando. Sabes cómo fue escrito el Evangelio y por qué l...