Capítulo 1: el ardor del fuego en la piel🔥

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Mi cuerpo se sentía como un ser inerte, al que si le hacían algo, no podría hacer nada para poder evitarlo. Un cuerpo que sentía poco más que emociones, Un cuerpo parecido al de una muñeca, al merced de los demás. 

Estaba insconciente, y me sentía la única compañera de la negra y solitaria soledad que me rodeaba. 

Cuando poco a poco volvía a mis cinco sentidos, el dolor en mis muñecas se hizo notorio. Deducí que me llevaban en un carro, debido al constante traqueteo que sacudía mi cuerpo casi inerte, y que al parecer me tenían presa unas cuerdas que anudaban mis muñecas con tanta fuerza que seguramente dejaría marca en mi blanquecina piel. Mientras observaba y sentía estas diferentes emociones, se diferenciaba cada vez más unas voces que me rodeaban y me gritaban. Como personas gritando. Afiné mis sentidos para darme cuenta de que estábamos en una de las calles más concurridas de mi ciudad. La ciudad de Arden, también nombrada por otros lares como Arden, la capital de Solasta. 

Se le puso ese nombre para hacer referencia al bosque más grande de este continente, en el que en su corazón se ocultaba esta ciudad. Este bosque era conocido como uno de los más frondosos del mundo. Una obra maestra concedida por la Madre Naturaleza.

Tras varios intentos pude abrir mis ojos. Me encontraba dentro de un carro mediocre de madera que era tirado por dos corceles negros, pilotados por dos hombres que vestían capas negras decoradas por el escudo de la Real Santa Inquisición, compuesta de dos lanzas imperiales atascadas entre unas rosas negras atravesando el mal, en forma de una calavera. Las capas ondeaban según el viento, dejando al descubierto sus túnicas grises. 

El carro era pilotado atraves de las calles de la ciudad, como bien había supuesto, abarrotadas de campesinos, algunos de ropajes mugrientos y otros de vestidos y túnicas propias de Solasta, nuestro país. Gritaban como si les fuese la vida en ello "¡Quemadla", "Es una bruja", "Fuera de aquí" o incluso me amenazaban con cuchillos o me intentaban escupir, sin éxito alguno, ya que el carromato los ganaba en altura a todos ellos.

 Al parecer me lo decían a mi. Yo era la bruja tan odiada.

En esta época, se contaba desde hace mucho tiempo la quema de brujas que se celebraban año tras año, con la intención de borrarlas del mapa, pero aún hoy, a la gran mayoría de brujas, no nos quedaba otra que aislarnos en los bosques de los alrededores. Vivíamos nuestra vida entera con miedo a las ciudades, y los lugares poblados. Pero yo, al ser abandonada a mi suerte por mis propios padres con solo meses de vida, crecí en la ciudad de Arden todos mis 17 años gracias a unos padres adoptivos que obtuvieron mi joven cuerpo entre una humilde cesta a la puerta de su casa. A los 7 años,  la verdad que marcaba mi destino al fin salió a la luz. Descubrí sobre el largo linaje de brujas en el que, la última, sería yo. Desde ese entonces empezé a observar mejor a mi alrededor, la política, los campesinos y sus quejas hacia sus señores feudales, terminando por la trágica historia de las brujas. Al darme cuenta de que sería la última de mi familia en obtener los dones de la brujería, me puse en marcha sin siquiera pensármelo dos veces. Investigé e investigué sobre la naturaleza y la brujería hasta adquirir los suficientes conocimientos como para auto nombrarme la última bruja de el largo linaje de mi familia. 

Hasta hoy, había vivido alegremente mi vida entre los demás sin ser descubierta, si no fuera por mi décimo séptimo cumpleaños. Con el dinero regalado por mis padres adoptivos decidí comprarme mi primer libro sobre la brujería en una tienda ilegal de la ciudad. "La madre de las brujas", se hacía llamar. Tras cómprarmelo me llevé gran parte de la tarde leyéndolo cuidadosamente en mi habitación. Pero mis padres, preocupados por mi, subieron a mi cuarto y me encontraron con las manos en un libro que se veía como una maldición en nuestro país. 

El poder de la magia libreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora